Mikel Buesa-Libertad Digital
- La Fundación VT no es una asociación de víctimas, sino una entidad pública que depende en todo del Ministerio del Interior.
El ministro del Interior, Grande Marlaska, se va dentro de unos días a Nueva York para participar en el Congreso Global que ha convocado Naciones Unidas con el lema Avanzando en los derechos y necesidades de las víctimas del terrorismo. Es curioso que, en la delegación española, no viaja ningún dirigente de las múltiples asociaciones de víctimas que hay en España. De hecho, tanto la AVT como Dignidad y Justicia se han quejado ya porque, dicen, «las asociaciones hemos sido ignoradas».
En esa delegación, acompañan al ministro Tomás Caballero, que preside la Fundación Víctimas del Terrorismo, y la periodista Vera de Benito, que sólo se representa a sí misma, aunque desde Interior se insiste en que se trata de una víctima del 11-M, pues su padre fue asesinado por Al Qaeda en el atentado de Atocha. Los tres forman el panel que va a intervenir en las sesiones del congreso, donde también asistirán la directora general de Víctimas del Terrorismo, Montserrat Torija, y el director del Centro Memorial de Vitoria, Florencio Domínguez. O sea, todos funcionarios menos la periodista.
Aclaremos esto. La Fundación VT, en contra de los que muchos creen y de la idea que suele difundir el Ministerio del Interior, no es una asociación de víctimas, sino una entidad pública que depende en todo, incluyendo el nombramiento de su presidente, de ese ministerio. Por eso, Tomás Caballero, hijo de un asesinado por ETA, no representa a ninguna víctima en concreto y menos aún a las asociaciones de éstas como dice Marlaska. Añado que, desde que Maite Pagazaurtundúa, mujer independiente y no manipulable, fue relevada en la presidencia de esa Fundación, todos sus sucesores se han comportado básicamente como correveidiles del ministro que les nombró. Y si los lectores quieren una prueba de ello en el caso de Caballero, les recomiendo que repasen el melifluo discurso que pronunció en el último Concierto de la Orquesta de RTVE en homenaje a las víctimas que se celebró en el Auditorio Nacional de Madrid, donde incluso un espectador, víctima de ETA, se vio obligado a corregir en voz alta alguna de sus palabras.