Miquel Giménez-Vozpópuli
- Dice la titular del ministerio de Industria, Comercio y Turismo que el «espectáculo maravilloso» del volcán de La Palma puede servir como reclamo turístico. Y sin anestesia
A estas alturas nada de lo que puedan decir o hacer quienes integran el gobierno social comunista debería sorprendernos. Su nivel de incompetencia, de uso torticero del poder y su nulidad intelectual están más que demostrados. Pero hete aquí que, cuando uno cree que ya no pueden ir más lejos, lo hacen. Reyes Maroto dice que lo que estamos viendo todos los españoles con el corazón encogido, a saber, la erupción del volcán de La Palma, puede hacer que vengan más turistas al archipiélago canario.
«Espectáculo maravilloso», ha dicho sin el menor rubor y con la osadía del ignaro. Este hecho sería causa de cese fulminante en cualquier país mínimamente decente, pero aquí, no. Aquí, vemos a presentadoras preguntar a expertos qué consejos darían a los bomberos para apagar el volcán. Vemos a titiriteras del régimen decir que lo del volcán es culpa del cambio climático. Les ha faltado un nada para exigir la dimisión de Ayuso.
Porque cuando una responsable, es un decir, gubernamental es tan frívola como para recomendar a quienes nos visitan que vengan a ver una erupción que se está llevando las haciendas de muchísimos de sus compatriotas, que se quedan sin nada, lo suyo sería cesarla. Ya no les hablo de quienes meten en hoteles con varias estrellas a los inmigrantes ilegales que asaltan el archipiélago a diario, mientras que a los españoles víctimas de la furia volcánica se les amontona en polideportivos.
Pero ahí está Maroto, la de la moto, que no se desdice, insistiendo en que eso del volcán hace cincuenta años que no pasaba, que es poder disfrutar de algo inédito, sic, y que se puede llegar cómodamente al dantesco y funesto espectáculo gracias a que no existen restricciones para llegar a la isla por avión.
Parodia
Por un brevísimo instante he creído que la ministra hacía una parodia del cuento que escribió J. Rodolfo Wilcock en su más que recomendable La sinagoga de los iconoclastas, editado por Anagrama. Ahí nos habla del imaginario Klaus Nachtknecht, emprendedor incomprendido que decidió crear una cadena de hoteles en las laderas de los volcanes sudamericanos.
Autor de folletos tales como El magma saludable, Acerquémonos al volcán o Lava y gimnasia, el protagonista de este relato acaba sepultado por la lava del Pillén Chillay, a la sazón un volcán que se encuentra en la frontera entre Neuquén y Río Negro, cerca de San Carlos de Bariloche. El gran irónico que era Wilcock se burlaba así de quienes se atreven a fantasear con la poderosa naturaleza, acomodándola a sus propios intereses. Qué poco han cambiado los tiempos, por desgracia.
Mucho me temo que la ministra desconozca relato y autor, porque este gobierno se caracteriza por hablar mucho, pensar poco y leer menos. Con soltar cualquier barbaridad, empezando por el presidente, justifican el sueldo que pagamos esforzadamente entre todos. De modo que los habitantes que están sufriendo el miedo, la pérdida de sus casas, la zozobra de no saber qué va a ser de tu vida, pueden tener la seguridad de que si hoy la ministra Maroto ha dicho que aquello es un espectáculo maravilloso, mañana puede ser cualquier otro integrante del gabinete quien se despache con otra estupidez que deje en pañales a esta.
La escalada de ignorancia es tremenda y se constata diariamente. Porque el gobierno y su corte de mantenidos y mantenidas y mantenides siempre está de guardia para hacer de un cortecito en un dedo la gran tragedia nacional y, en cambio, ante las auténticas desgracias ponerse de perfil o, incluso, ridiculizarlas frivolizando sobre ellas. Queridos compatriotas de La Palma, perdónenla, porque no sabe lo que se hace. No es que sea mala, es que no da más de sí.