EL MUNDO – 11/03/15
· Revelaciones de Bono en su nuevo libro de memorias.
El ex ministro José Bono regresa al pecado original del Estatuto catalán en su segundo libro de memorias para relatar con todo detalle las tensiones políticas e incluso militares a las que dio lugar el proceso de aprobación del texto. Diario de un ministro –elaborado con las notas que cada día iba tomando de sus actividades, reuniones, gestiones y conversaciones– abarca desde los atentados en Madrid el 11-M hasta su salida del Gobierno en abril de 2006.
Bono dimitió –lo deja meridianamente claro en el libro– como consecuencia de su discrepancia frontal con la decisión del ex presidente Zapatero de impulsar la aprobación del Estatuto catalán. En el libro –editado por Planeta– recoge un despacho que mantuvo con Zapatero el viernes 20 de enero de 2006 en el que éste le dijo: «He hablado con Artur Mas y me ha dicho: ‘yo voy quitando lo de nación del Estatuto y tú vete poniendo más dinero’». El presidente le animó a que tomara nota de la frase para incluirla en sus memorias.
Unos días más tarde, Zapatero le llamó a las 8.45 horas para darle cuenta del acuerdo con CiU sobre el Estatuto. «Han obtenido la gestión del aeropuerto de Barcelona y una compensación por su contribución al PIB con inversiones durante los próximos siete años. El término nación aparecerá en el preámbulo, pero no en el texto articulado». A finales de marzo habla con Rubalcaba del asunto. «El Estatuto –le digo– saldrá, pero el daño que va a hacer es incalculable: el niño nace, aunque sea con fórceps, pero la madre se muere». Rubalcaba contesta: «El niño era un monstruo cuando se gestó, ahora es feo de cojones, pero es un niño». La madre que murió un poco en ese proceso, según Bono, fue el PSOE, su partido, que «ayudó o propició» que los nacionalistas antaño moderados hayan devenido en independentistas.
Pero antes de la aprobación del texto, de acuerdo con su testimonio personal, José Bono se las tuvo tiesas con Maragall no una ni dos, sino varias veces. Concretamente, relata una tensa cena oficial en el Palacio Real con el presidente portugués en la que –auxiliado por Ruiz-Gallardón y Rodríguez Ibarra– mantuvo un duro enfrentamiento dialéctico con el dúo Maragall-Pujol a propósito del «victimismo catalán».
El ex ministro no desaprovecha la ocasión para recoger algunas confidencias de políticos catalanes que los acontecimientos de los últimos meses convierten en veneno. Como ésta de Durán Lleida: «Pujol es más amigo de sus negocios que de los ajenos». O esta otra del ex dirigente de ERC Joan Puigcercós: «CiU exigía comisiones cuantiosas en las obras públicas, un verdadero escándalo». Bono deja claro en las páginas del libro la amargura de históricos del PSOE como él mismo o Felipe González con la actuación del partido en el asunto catalán.
Uno de los pasajes más interesantes de estas memorias es la crisis militar provocada por el teniente general Mena en la Pascua de 2006, cuando aseguró que la aprobación del Estatuto podría llevar aparejada la intervención del Ejército, según el artículo octavo de la Constitución. Bono relata unos meses de auténtico infarto en el Ministerio, que incluyó el arresto del teniente general decidido por él, en contra de la opinión del Rey Juan Carlos, que consideraba suficiente su destitución. El Monarca le advirtió de que era el primer teniente general arrestado desde la Guerra Civil.
Uno de sus asesores le hizo llegar las palabras que Mena había pronunciado en el Consejo Superior del Ejército en octubre de 2005. «Si el Estatuto de Cataluña va hacia delante, la responsabilidad será de la Corona, y si la Corona no actúa, tendrá que tomar las maletas e irse de España. En este caso, nosotros tendremos que actuar en consecuencia». El ministro pidió el preceptivo permiso al Supremo para intervenir las conversaciones telefónicas de un grupo de altos mandos del Ejército –no precisa cuántos ni sus nombres–, ante la sospecha de que planeaban un manifiesto contra el Estatuto de Cataluña en la misma línea argumental que la del teniente general Mena.
La lectura de la transcripción de estas conversaciones, cuenta Bono, asustó a Zapatero, que le planteó el cese de algunos implicados. El presidente se confiesa: «No puedo imaginar que a nosotros nos esté ocurriendo una cosa así». Bono le tranquiliza: «No te preocupes por los militares, creo que lo arreglo». Zapatero le da un abrazo: «Evita un lío militar como sea, no pares hasta desmontar este intento de complot». Una vez desmontado, Bono presentó su dimisión como ministro de Defensa.
EL MUNDO – 11/03/15