EL MUNDO 08/01/14
· Rubalcaba promete al PSC defender que el catalán sea lengua oficial en la UE.
El año 2014 es mítico para el nacionalismo catalán porque se cumplen 300 años de la caída de Barcelona en la Guerra de Sucesión. Pero Artur Mas prefirió referirse ayer a otra efeméride: este año se cumplen 75 años del fin de la Guerra Civil, una contienda que usó para acusar al Gobierno de «dramatizar» acerca del plan soberanista de la Generalitat como si los tiempos actuales fueran los años 30.
El presidente catalán trató de transmitir que su proyecto de convocar una consulta independentista constituye una cosa muy normal en la vida política de un país, y que por ello no entiende la reacción del Gobierno central, que entre otras cosas ha enviado un documento a las embajadas explicando su punto de vista. Sin embargo, Mas acabó admitiendo que no es fácil asumir una secesión: «A ningún Estado le gusta una cierta desmembración, pero eso es una cosa y otra es conocer la opinión de la gente».
La insistencia de Mas con la Guerra Civil resultó extraña en un contexto, como el actual, de enfrentamiento abierto entre los gobiernos catalán y español por la consulta soberanista que el president pretende llevar a cabo el 9 de noviembre. Echó mano de esa referencia, por ejemplo, para responder al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y su impresión de que el plan de la Generalitat está provocando una fractura social en Cataluña.
«¿Ejercer el voto divide a una sociedad? Si hay problemas es porque el Gobierno español da a esta cuestión un dramatismo innecesario. ¡Que estamos en el siglo XXI, hombre! No estamos ni antes ni después de la Guerra Civil», afirmó Mas, que en todo momento siguió su estrategia de referirse a la consulta, que en realidad es el medio para conseguir el fin que persiguen su partido y ERC, que es la independencia.
El presidente catalán, que ayer hizo un balance triunfalista de 2013 tras la primera reunión del Govern–a pesar de que sólo pudo aprobar una ley el año pasado–, insistió después en que Fernández Díaz demostraba con sus declaraciones «una mentalidad poco puesta al día», porque «los demonios del siglo XX están superados». «Lo que rompe la convivencia es no dejar votar», dijo.
También está en la hoja de ruta del president afirmar continuamente que la consulta «se celebrará dentro del marco legal», orillando que el Gobierno español ya ha dicho que no piensa permitirla. Después de varias preguntas, Mas admitió finalmente que «prefiere» que se vote sobre la independencia en un referéndum específico, pero si no es posible –es decir, si el Ejecutivo central impugna la ley de consultas que está preparando el Parlament–, abrió la puerta a celebrar unas elecciones autonómicas de cariz plebiscitario.
Lo que sí ha asumido el president, tras el escaso interés que ha suscitado su carta a mandatarios internacionales, es que «no habrá un pronunciamiento explícito» en el plano internacional a favor de la consulta soberanista. Mas llegó a criticar incluso la «resistencia a los cambios» que ha detectado en Europa.
A la misma hora en la que Mas comparecía en el Palau de la Generalitat, hacían lo propio en la sede del PSC Alfredo Pérez Rubalcaba y Pere Navarro, quienes dieron ayer por inaugurada su ofensiva contra la consulta con una estrategia conjunta que pasa por nueve puntos. Entre ellos, y en un guiño a sus socios catalanes, el PSOE se compromete a lograr «el pleno reconocimiento de la lengua catalana por parte de las instituciones europeas». Además, tratarán de dejar en el tejado del Congreso el debate sobre la reforma federal de la Constitución con la petición de creación de una subcomisión.
Rubalcaba, en todo caso, dio por hecho que el referéndum del 9 de noviembre «no se celebrará». Así lo certificó antes de revelar que durante su última reunión con el presidente de la Generalitat, celebrada en Barcelona el 25 de octubre, éste le aseguró que «no haría ninguna ilegalidad». Es decir, que no se saltaría la Constitución. «Y yo le creo», certificó.
EL MUNDO 08/01/14