EL MUNDO 06/08/14
· Las convocaría en marzo tras prohibirse la consulta que se amparará en la «leycatalana»
· Dice que los negocios y la fortuna de los Pujol son asunto «privado»
Artur Mas es consciente de que tiene cada vez más difícil su objetivo de apurar la legislatura. El presidente de la Generalitat siempre se ha mostrado partidario de no convocar las autonómicas hasta 2016, pase lo que pase con la consulta soberanista. Pero en Esquerra están más cerca de provocar un adelanto electoral que de facilitar los planes de Mas si los catalanes finalmente no votan el próximo 9 de noviembre. Pese a todos los intentos de CiU, los republicanos se resisten de momento a entrar en el Govern, y ayer el president ya asumió en público que si la situación no cambia se verá abocado a unas elecciones anticipadas.
«No se pueden confundir los deseos con la realidad», asumió ayer Mas acerca de su voluntad de agotar la legislatura. «Las fases se deben ir completando y, en función de eso, iremos continuando nuestro plan, que es votar. ¿Cuándo votaremos? Yo digo que el 9 de noviembre, pero eso no depende sólo de nosotros», añadió en una rueda de prensa de balance de los primeros meses del año en el Palau de la Generalitat.
El presidente catalán dejaba así algunas pistas de lo que hará después del 9 de noviembre, cuando, según todos los indicios, no podrá celebrar una consulta legal porque el Gobierno español habrá recurrido ante el Tribunal Constitucional la ley mediante la cual el Govern pretende vehicularla.
«Yo convocaré la consulta legalmente. No existe plan B, porque el plan es votar. Espero que ahora estemos en la fase definitiva», advirtió Mas. Si ERC no accede a compartir la responsabilidad en la Generalitat el 9-N, la única opción para cumplir con su promesa de que los catalanes voten serán las elecciones anticipadas, a las que CiU tratará de dar un cariz plebiscitario.
El portavoz de ERC, Oriol Amorós, dejó claro ayer que su partido no quiere en principio esperar hasta 2016 para votar. «Cataluña hará de 2014 el año más importante de su historia», avisó a Mas, que ya ha recibido en los últimos tiempos requerimientos similares de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), la entidad que organiza los actos de la Diada.
El portavoz de ERC también dijo que «Cataluña necesita cambiar de etapa» urgentemente y pidió un «cambio histórico». Todo ello es poco compatible con la voluntad de Mas de no convocar elecciones hasta 2016, un calendario que en CiU creen más favorable para la federación porque podrían tratar de capitalizar la incipiente recuperación económica y pondrían tiempo de por medio con los recortes sociales de la Generalitat y con escándalos de corrupción como el que afecta a Jordi Pujol y a su familia.
Otros indicios apuntan en la misma dirección. Fuentes de Iniciativa per Catalunya, el partido que hasta ahora ha acompañado a CiU y ERC en la aventura del proceso soberanista, dan por hecho que habrá elecciones anticipadas tras el no del Gobierno central a permitir la consulta, y las sitúan en torno a marzo del año que viene.
Según las mismas fuentes, Mas estaría en estos momentos «buscando la mejor manera de morir políticamente», una vez que no ha conseguido convencer a ERC de compartir la gestión del día a día. El propio presidente de los republicanos, Oriol Junqueras, admitió el pasado fin de semana que la entrada de su partido en el Govern «no está encima de la mesa» en estos momentos.
Mas subrayó que, de momento, «la estabilidad del Govern está garantizada», porque los 21 diputados de ERC completan la exigua mayoría de CiU. Y se quejó con amargura de que el partido de Junqueras no haya querido gobernar, aunque los republicanos nunca han creído que hubiera ninguna propuesta en firme. «Se lo ofrecimos desde el primer día. Apretamos lo que pudimos, pero dijeron que no», dijo Mas.
En cualquier caso, y fiel a su voluntad de no dar por perdido el referéndum hasta que pase el 9 de noviembre, el president repasó en su balance las acciones que el Govern ha llevado a cabo para poner los mimbres para que los catalanes puedan votar sobre la independencia. «Hemos dado todos los pasos y estamos preparados», resumió Mas.
Pero esta vez su discurso sonó menos amenazante que otras veces, sobre todo porque se apresuró a recordar que no va a saltarse la ley: «Todo se tiene que llevar a cabo bajo tres grandes parámetros: las leyes y el diálogo, como me piden desde Madrid y yo estoy de acuerdo, pero también la democracia». La idea de Mas, que ha hecho fortuna en el nacionalismo catalán, es que las leyes deben adaptarse a la voluntad del pueblo, y según el president es innegable que los catalanes quieren opinar sobre su futuro político.
«Estoy de acuerdo en que tiene que ser legal, y lo será porque habrá una ley catalana que la posibilite, y lo que pido es que las instituciones del Estado no la entorpezcan, que no pongan trabas y respeten la voluntad mayoritaria del Parlamento y de la sociedad catalana», añadió.
Después de apuntar que el mes de septiembre «será clave» para el proceso por la movilización que espera en la Diada, advirtió sobre posibles «provocaciones» y reclamó que todos los actos «se hagan bajo el criterio estricto de la no violencia, de la corrección y del respeto de las ideas de todos».
«Que nadie se despiste porque cualquier incidente se magnificará», alertó antes de afirmar que «aquí no hay buenos y malos, sino gente que piensa de una forma u otra, y por eso se tienen que resolver las cosas en las urnas, que es como se resuelven en democracia, y no hay que admitir ninguna provocación»