EL MUNDO 04/09/14
· Se mostró inflexible en su decisión y rechazó el apoyo del PSC
· El líder del PSOE le recuerda que es ilegal y que tendrá a su partido en contra
La reunión entre el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, sirvió para constatar las grandes diferencias que existen entre ambos con respecto al proceso soberanista catalán y a las posibles salidas al laberinto. Sánchez ofreció a Mas renunciar a la convocatoria de la consulta del 9 de noviembre a cambio de una reforma de la Constitución en sentido federal; el president, sin embargo, mostró su determinación de llevar adelante el referéndum incluso si el Tribunal Constitucional (TC) lo anula.
Según fuentes socialistas, Mas fue inflexible: se ha comprometido a llevar a cabo la consulta y la celebrará. También rechazó la ayuda parlamentaria que le ofrece el PSC hasta el final de la legislatura para salir del embrollo porque prefiere seguir gobernando de la mano de Esquerra.
Sea por convencimiento o sea por necesidades del guión, la Generalitat lleva días insistiendo en que «no hay plan B» que pueda sustituir a la consulta. Pese a las divergencias que han mostrado en público incluso miembros del Govern –la vicepresidenta Joana Ortega, por ejemplo– con la estrategia de llevar hasta las últimas consecuencias el desafío a la estructura del Estado, ésa fue la idea que Mas transmitió ayer a Sánchez.
También lo certificó tras la reunión Francesc Homs, portavoz del Ejecutivo catalán y uno de los principales ideólogos del equipo de Mas. El proceso catalán «seguirá su camino», aseguró tras el encuentro entre Sánchez y el president, que se prolongó por espacio de dos horas. La cuestión es si ese camino se verá interrumpido cuando llegue el veto anunciado del Tribunal Constitucional o si el Govern está dispuesto a una escenificación el 9-N para tratar de dejar en evidencia la intransigencia de Madrid, como le exige ERC. Las fuentes socialistas consultadas temen que Mas esté más cerca de esta segunda vía.
Pedro Sánchez, que visitaba por primera vez el Palau de la Generalitat desde que fue elegido secretario general del PSOE, se mostró ante Mas conciliador, pero firme en su convicción de que la consulta soberanista que Mas convocará para el próximo 9 de noviembre no puede celebrarse porque es «ilegal».
A cambio, propuso que todas las fuerzas políticas se sienten para pactar una reforma constitucional que pueda satisfacer las ansias de una parte importante de la sociedad catalana de un mayor autogobierno. Después, los catalanes serían llamados a las urnas para refrendar la nueva estructura, que reconocería la «singularidad» de la comunidad. «Primero el acuerdo, luego la votación», resumió.
Sánchez, que antes de verse con Mas se reunió con el líder del PSC, Miquel Iceta, culpó del encono entre los gobiernos catalán y español tanto a Mas como a Mariano Rajoy. Sin embargo, también dejó claro que el PSOE «no es equidistante» en la cuestión de la consulta y que siempre se situará del lado de la ley. «No vamos a aceptar una consulta ilegal que no entre en el marco de la Constitución. Sólo existe democracia dentro de la ley y ningún gobierno tiene derecho a quebrantarla ni a obligar a elegir a los catalanes entre dos identidades», advirtió. Y añadió que, de celebrarse la consulta, supondría «un desgarro» y «una fractura» para muchos ciudadanos.
A este respecto, el líder del PSOE recordó que según el primer artículo de la Constitución «la soberanía nacional reside en el pueblo español» –y que él está de acuerdo con eso– y encuadró a Cataluña entre las «nacionalidades» que cita el segundo artículo de la Carta Magna. De esa manera, rehusó referirse a la comunidad como «nación», un concepto que ya le trajo problemas durante la campaña interna que le llevó a dirigir el partido.
Sánchez se esforzó por presentar a su formación como mediador entre Mas y Rajoy, dos dirigentes que según él se han olvidado de contribuir a la conciliación: «Propongo abandonar las trincheras y monólogos cruzados en los que viven instalados el Gobierno central y el catalán, que sólo han conseguido enquistar el problema. Ningún responsable puede permitirse quedarse cruzado de brazos ni tirar la toalla».
Pero el secretario general del PSOE no se presentó en Barcelona con las manos vacías: quiso diferenciar el «inmovilismo» que atribuyó tanto al Gobierno como a la Generalitat de su propuesta de reforma de la Constitución. Pese a que recibió el desdén del presidente catalán, la explicó con profusión. «He presentado una solución constructiva, abierta y viable, una solución para el acuerdo. Nuestra propuesta pasa por renovar el marco de convivencia común que nos dimos en el 78», aseguró, con el objetivo de «fortalecer los lazos» entre Cataluña y el resto de España.
El objetivo, de hecho, y según reconoció el propio Pedro Sánchez, es «salvar la unidad de España», que el plan soberanista de Mas estaría poniendo en peligro.
El convencimiento del líder del PSOE de que «la mayoría de los catalanes no desea un país distinto» no conmovió al portavoz de la Generalitat. Para Homs, no existen grandes diferencias entre las opiniones de Sánchez y las que manifestó en una visita reciente su antecesor en el puente de mando socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.
El portavoz de Mas valoró que el PSOE «al menos» plantee una propuesta concreta al reto catalán, a diferencia del PP, pero añadió que ambos partidos tienen un «diagnóstico compartido» sobre la consulta independentista.
«El PSOE tiene la propuesta de promover una reforma constitucional y en este sentido valoramos la idea, aunque no esté precisada, y la ponemos en contraste con el inmovilismo absoluto y total del PP, que dice no a lo que se plantea desde Cataluña, y dice no también a lo que plantea el PSOE. El PP tiene el no como programa», dijo.
Sobre la propuesta de que primero se acuerde la reforma federal y después se someta a votación, Homs afirmó, en la línea que sostiene desde hace tiempo el Govern, que Cataluña «no esperará a que PSOE y PP se pongan de acuerdo a ver si un día nos toca la lotería y han pensado en nosotros». «Con todo el respeto, Cataluña debe hacer su propio camino, no esperar sentada a que le resuelvan los problemas desde fuera», aseguró el portavoz del Ejecutivo catalán.