EL MUNDO – 30/07/14
· Dice sentir «pena y compasión» y asegura que el caso no afectará al reto soberanista.
· El fundador de Convergència renuncia a sus cargos, a sus privilegios y a sus títulos.
Al final inexorable de la figura de Jordi Pujol como referencia política e incluso moral de gran parte de Cataluña le faltaba un acto definitivo, a la altura del motivo que le ha empujado a la inmolación. Una puesta en escena cargada de solemnidad y emoción contenida que ayer protagonizó en la planta noble del Palau de la Generalitat quien menos hubiera querido hacerlo, Artur Mas. Cuatro días después de la confesión por fraude fiscal de Pujol, en una comparecencia de urgencia y a 24 horas de reunirse con Mariano Rajoy en La Moncloa, un president cariacontecido verbalizó, en un discurso sin papeles, el destierro definitivo de su mentor. Su «padre político».
Mas describió el ostracismo hacia el que se encamina Pujol y que se traduce en su renuncia a toda su identidad política. Esto es, todos los cargos que ostentaba en Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), los privilegios por su condición de ex presidente de la Generalitat y los títulos honoríficos, incluyendo el de Molt Honorable. De hecho, este encabezamiento protocolario oportunamente ya no constaba el viernes por la tarde en el escrito en el que confesaba el fraude millonario que ocultó durante 34 años. «Lo deja todo. No puede renunciar a nada más», dijo ayer Mas.
Según aseguró ayer el propio Mas, el via crucis de Pujol comenzó el viernes por la mañana en la sede de CDC en la calle Córcega de Barcelona, horas antes de difundir su confesión. A las 8.00 horas, poco antes de que comenzara la reunión de la Ejecutiva convocada para reorganizar la dirección del partido, se reunió en privado con el propio Artur Mas. En su despacho le comunicó que las informaciones sobre las cuentas en la Banca Privada Andorra (BPA) que publicó EL MUNDO el 7 de julio eran ciertas. Y para él, definitivas.
Renunció en ese mismo momento tanto a participar o aparecer en cualquier otra cumbre del partido como a todos sus cargos honoríficos como presidente fundador de CDC y de la federación de CiU. Y se marchó, sin responder a ninguna pregunta y sin querer asistir a la reunión que, de hecho, puso punto y final al apellido Pujol en el partido. Mas escogió esa mañana a la dirección colegiada que sustituye a Oriol Pujol tras su renuncia a la Secretaría General y al escaño en el Parlament por su imputación por tráfico de influencias y sobornos en el caso de las ITV.
El lunes por la noche, 72 horas después de que el ex president emitiera su comunicado y la tormenta creciera –sin que se haya vuelto a ver a Pujol en público–, se produjo la segunda reunión entre Mas y él. En esta ocasión, según relató ayer el presidente de la Generalitat, para «acordar» también la renuncia a su herencia como ex mandatario. Esto es, a todas las prerrogativas que por ley reciben los ex presidentes de la Generalitat. Desde el sueldo vitalicio anual que ostentaba como presidente –el cual cobraba hasta ahora reducido al 60% en concepto de pensión vitalicia– hasta la pensión por viudedad por la misma cuantía que debía recibir su esposa, Marta Ferrusola, tras su fallecimiento. También renuncia al despacho en el exclusivo Passeig de Gràcia de Barcelona, donde está la sede de un centro de estudios con su nombre, y a tres asistentes –secretarias y colaboradores–, coche oficial y chófer.
Pujol también entregará la Medalla de Oro de la Generalitat que recibió en 2007 y dejará de ostentar voluntariamente el título de Molt Honorable que se otorga a todos los presidentes de la Generalitat, incluso una vez dejan el cargo.
Lo inédito de la situación de que alguien renuncie a dicho título generó ayer no poca confusión en el Govern. Pocas horas después de que el propio Mas dijera que no era posible desprenderse del título porque «a lo que no puede renunciar Pujol es a haber sido presidente de la Generalitat durante 23 años», tanto el portavoz del Govern, Francesc Homs, como fuentes del Ejecutivo aclararon que, efectivamente, Pujol deja ser honorable y, en palabras de Mas, pasa a ser «un ciudadano como cualquier otro». «Cuando se han hecho las cosas mal no se puede pretender que se le dispense un trato honorífico», zanjó después Homs en rueda de prensa.
Durante su comparecencia en el Palau de la Generalitat, Mas evitó, en todo caso, lanzar cualquier reproche contra la figura del ex presidente caído en desgracia, cuya exclusión efectiva de la vida política catalana anunciaba «con mucho dolor». Mas también concatenó otros lamentos personales –dijo sentir «pena y compasión»– antes de considerar que, «cuando pase la tempestad», puede que la Historia absuelva a Pujol.
«En este balance de claros y oscuros, los claros volverán a tener importancia, porque 23 años de presidencia de un país no se borran de un día para otro», dijo antes de augurar que, «con el tiempo, se verán sus debilidades, como las de cualquier otra persona, pero también sus grandes activos».
Mas también recordó que se trata de «una persona que ha trabajado toda la vida para su país, al que quiere y, más allá de errores que puede haber cometido, quiere seguir ayudando». Y lo hace, según dejó entender explícitamente el president, «dando facilidades» y apartándose por voluntad propia de todo y de todos cuando Cataluña afronta «retos tan gigantescos como los que tenemos en los próximos meses».
Mas intentó de esta forma enviar el mensaje a Mariano Rajoy de que la caída de uno de los mayores tótems políticos de Cataluña –y sobrevenidamente entregado a la causa independentista tras su salida del poder– en nada afectará al desafío soberanista que ha puesto sobre su mesa. Exactamente 24 horas antes de que se celebre hoy la esperada reunión entre los presidentes catalán y español en Moncloa, Mas quiso dejar así claro que «el país está por encima de cualquier persona, por importante que sea».
De esta manera, sin mencionar explícitamente en ningún momento la consulta soberanista del 9 de noviembre, auguró que «aquí no se para nada». De hecho, animó a las fuerzas y a la parte de la sociedad civil que sostienen la votación de noviembre a que «cojan energía renovada» porque, pese a que ayer desterraba definitivamente a su padre político, «todo continúa y va hacia adelante».
EL MUNDO – 30/07/14