Germán Yanke, LA ESTRELLA DIGITAL, 24/6/2011
Hitler llegó al poder no por obtener en las urnas la mayoría, como Bildu, sino porque, ante sus buenos resultados, los partidos democráticos no articularon fórmulas alternativas y de dejaron el paso expedito con la murga de que se moderarían, serían controlados por los demás o fracasarían entre alfombras y políticas concretas…
No acabo de entender bien –o, digamos, no me gusta lo que entiendo- ese entusiasmo que, sobre Bildu, palpo, y no precisamente en los lugares en los que la coalición ha obtenido sus mejores resultados. En otros foros, a kilómetros de distancia, me encuentro (o vienen a mi encuentro, a veces al encontronazo) con personas que, ante cualquier crítica a Bildu, reaccionan subrayando que, por ejemplo en Guipúzcoa, representan a la mayoría de los votantes, que, tras la sentencia del Tribunal Constitucional, son una formación perfectamente democrática, que contribuirán a “la paz”, etc. Pasmoso.
Pasmoso porque ser la lista más votada, como ocurre entre otros sitios en San Sebastián o en las Juntas Generales de Guipúzcoa, no significa haber sido votada por la mayoría y, en un sistema como el nuestro, es perfectamente legítimo que otras formaciones establezcan mayorías alternativas con plena legitimidad democrática. Pasmoso porque el TC no da carta de naturaleza democrática ni hace una valoración elogiosa políticamente, sino que establece que, a su juicio, no hay motivos para denegar el derecho al sufragio pasivo. Es más, añade que las sospechas, que reconoce, no son suficientes porque, como se sabe, termina tomándolas una a una. Y pasmoso porque, quien quiera detenerse en una sólo superficial lectura de la prensa y de sus documentos, puede reparar en que el “cambio” de la Izquierda Abertzale es “estratégico”, en que los líderes de Batasuna –que está ilegalizada- utilizan, lógicamente, el “nosotros” al hablar de Bildu y en que esa táctica exitosa implica no ya no dar un paso para terminar con ETA sino utilizarla y utilizar “el marco de la tregua” para forzar un cambio institucional que, por mucho que se quiera negar, no tiene nada de democrático. El plan no es otro que obligar de forma continuada a la identificación o a la confrontación.
Por todo ello, y por mucho más complementario y derivado, me parece una muy mala noticia que Bildu, después de conseguir la alcaldía de San Sebastián, obtenga ahora el gobierno de la Diputación Foral de Guipúzcoa. Algunos ingenuos, que no quieren enfrentarse al fondo del asunto, esgrimen ahora, como si ahí estuviese el problema, que la Izquierda Abertzale está en contra del puerto exterior de Pasajes o de la llegada del AVE a San Sebastián. Pareciéndome proyectos importantes no constituyen, desde luego, mi oposición al poder de Bildu, sino un concepto de la democracia que se pone en peligro con él. Tampoco coincido, precisamente por lo mismo, con los que, despectivamente, afirman que allá los guipuzcoanos, que ya se enterarán, etc., que es lo que algunos bienpensantes decían cuando Hitler llegó al poder.
Porque, por cierto, Hitler llegó al poder no por obtener en las urnas la mayoría, como Bildu, sino porque, ante sus buenos resultados, los partidos democráticos no articularon fórmulas alternativas y de dejaron el paso expedito con la murga de que se moderarían, serían controlados por los demás o fracasarían entre alfombras y políticas concretas…
Germán Yanke, LA ESTRELLA DIGITAL, 24/6/2011