Ana Iribar-El Correo
Viuda de Gregorio Ordóñez
- Esta no es la entrevista con ‘Ternera’ que llevo muchos años esperando, la que quiero ver es la que le aguarda ante el juez
Decía ayer en una entrevista en RNE el director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, José Luis Rebordinos, que tanto Jordi Évole como él pensaron en el dolor que iba a causar la película-documental ‘No me llame Ternera’ a las víctimas del terrorismo. Me cuesta hasta escribir el título de la cinta. No sé a las demás, a mí en particular lo que me duele es saber que José Antonio Urrutikoetxea se pasea en Francia con mayor o menor tranquilidad a la espera de la llamada de la Justicia española y mientras tanto tiene tiempo y ganas de participar en largometrajes. Que les preocupe el dolor que puedan generar en las víctimas y no la falta de justicia es lo más curioso del caso, cuando uno de los principales principios que están en la cabecera de colectivos de víctimas como Covite y la AVT es la justicia. No han abierto sus páginas web.
No es momento para condolencias hacia las víctimas del terrorismo. Quienes piensan en nuestro dolor -gracias en cualquier caso- deberían preocuparse más por sus derechos. La sociedad española, y la vasca en particular, dio muestras de solidaridad hacia las víctimas de ETA muy tarde. No olvidemos que eran consideradas culpables en tanto que víctimas colaterales de un conflicto. Su inocencia tardó décadas en manifestarse, tantas como está tardando en llegar el juicio a ‘Ternera’.
Me viene a la memoria el periodista José Mari Calleja, que vivió años con escolta. Como tantos otros periodistas, profesores, cargos públicos. Calleja bromeaba siempre, aun en los momentos más duros, para consolarnos. Y lo hacía sobre tan curioso alias para un criminal sin escrúpulos.
Se presenta en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián la susodicha película. ¿Son el momento y el lugar adecuados? La única entrevista que tiene pendiente Urrutikoetxea en España es ante un juez pero se le ha adelantado un periodista, lo que sin duda degrada su militancia en la banda aunque le hará más popular y plantea al entrevistador el dilema del dolor que pueda causar a las víctimas.
No es el momento y no es el Festival de San Sebastián el espacio indicado para la difusión del documental de Évole
El que fue jefe de ETA en los años más duros -y cuál no lo ha sido- sigue a la espera de comparecer ante la Justicia española por su participación en el atentado contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza que saltó por los aires… ¡en 1987! Y el protagonista no tiene condena, pero sí película. Extraño país el nuestro.
La idea de esta película me hace pensar no solo en las víctimas. La acción criminal de ETA transformó la sociedad vasca. Marcó sus procesos electorales. Diseñó la demografía en Euskadi. Con presencia en la política y destrozo de la economía. Y qué decir de la cultura… Pienso también en los hombres y mujeres valientes que defendieron la democracia y sus instituciones frente al terrorismo, en una suerte de resistencia activa con la que arriesgaron su vida cientos de vascos.
Y pienso sobre todo en las nuevas generaciones. En todos los reproches que van a hacernos por no haber sido capaces de resolver el problema del terrorismo de ETA. Antes, durante y después de su disolución. Treinta y un años transcurrieron desde el primer asesinato de la banda hasta que este país dictó la primera ley de protección de las víctimas, y la sombra de ETA sigue siendo alargada.
Creo que no es el momento y por lo tanto, no es el Festival Internacional de Cine de San Sebastián el espacio indicado para la difusión de esta película. Me han preguntado si la quiero ver, pero esa no es la cuestión. La razón es que esta no es la entrevista que llevo muchos años esperando, la entrevista que quiero ver es la que espera a ‘Ternera’ ante el juez.
Después, bienvenidos sean los documentales, con rigor, sobre todo lo concerniente a un criminal como Urrutikoetxea y a tantos otros vinculados con el terrorismo. Pero ya que hemos esperado 50 años a la disolución de la banda, ¿no podíamos esperar un poco más para hacer cine de una historia inacabada? Una película sin final porque el protagonista aún no sabe cuál va a ser, si la hubiera, su condena. Por favor, esperemos a que se cierre todo el proceso. Que se resuelvan y que podamos conocer la verdad de más de 379 casos de asesinatos de ETA. Después, que venga el cine, mucho cine, ¡más cine, por favor!