Kepa Aulestia-El Correo

El PNV recibió ayer la mejor noticia que podía llegarle, la continuidad de Andoni Ortuzar al frente del partido. Pero no se produjo de la mejor forma posible. Hay dos razones, entre otras, que dan sentido a la decisión adoptada por el todavía presidente del EBB, y que tienen que ver con la renovación emprendida por los jeltzales.

Hubiese sido poco menos que una temeridad que tras sustituir a Iñigo Urkullu por Imanol Pradales, éste se quedase sin la compañía del único nacionalista capaz de interpretar de primera mano aquel movimiento y hacerse cargo plenamente del mismo. Y hubiese sido contradictorio que, después de alentar los recambios en las direcciones territoriales del PNV, los nuevos responsables no pudieran contar con el magisterio de una persona tan experimentada como Ortuzar sentado a la misma mesa.

Sin embargo, posponiendo hasta ayer el anuncio de que está a disposición de los afiliados para lo que éstos decidan, alegando que es a partir de ahora cuando se abre el proceso de elección del EBB, tal «silencio» por «respeto a la militancia» ha podido dar que pensar en las dudas que pudiera albergar Ortuzar, en las reservas expresas o implícitas que pudieran mantener distintos dirigentes jeltzales y, como resultado de ello, en la entereza y la energía con las que el por ahora único candidato afrontaría su próximo mandato.

Junto a lo cual cabe preguntarse si la renovación del PNV puede hacerse realidad mediante la designación de otras caras y currículos, pero utilizando los mismos procedimientos de elección de siempre. Como si después de enredarse con el relevo de Iñigo Urkullu en la última candidatura a lehendakari, Sabin Etxea se hubiese trastabillado con la anunciada renovación de la cúpula del primer partido de Euskadi desde nuestros abuelos y hasta bisabuelos.

En su carta a los afiliados, Andoni Ortuzar revela que hay dos posiciones en el partido. Quienes creen que la renovación debe ser total, y quienes proponen un ‘mix’ de renovación y continuidad que -es de suponer- aconsejaría la reelección de Ortuzar. Conclusión a la que al parecer ha llegado por las muchas y muchos alderdikides que se le han acercado para hacerle partícipe de su forma de ver las cosas.

Testimonios que por ahora no han cuajado en una resolución o debate orgánico. «Hay unanimidad en que de la pandemia ha salido una sociedad distinta, con demandas y modos nuevos, también en su forma de reaccionar a los estímulos políticos y electorales», dice la carta.

Pero persiste el enigma sobre en qué consisten las novedades que permitirán al PNV conectar con esa «sociedad distinta», y sobre cuáles son las características concretas de ésta. No será fácil que el partido de Ortuzar acabe renovándose del todo o a medias a base de sobreentendidos.