Artur Mas consiguió llenar ayer las 1.800 butacas del Kursaal de San Sebastián, logró un medido respaldo institucional de la Diputación de Guipúzcoa y aportó oxígeno a un soberanismo vasco en horas bajas. El ex presidente de la Generalitat y el ex lehendakari Juan José Ibarretxe encandilaron a un público entregado que segundos antes de que Mas comenzara su discurso coreó varios gritos a favor de la independencia y ondeó ikurriñas y esteladas.
Después, los aplausos ante la larga intervención de Mas se sucedieron mientras el político catalán desplegaba un largo listado de «agresiones» de las que responsabilizó al Gobierno de Mariano Rajoy y que culminó al considerar que la operación diálogo es una «guerra sucia con nombres amables, que no de seducción, con la que se intenta desprestigiar a los políticos soberanistas catalanes».
El ex presidente de Cataluña dejó muy claro durante las casi dos horas que duró la conferencia que no aceptará ninguna alternativa que evite la celebración de la consulta en 2017. «El movimiento soberanista es de acción y de reacción», enfatizó Mas antes de enumerar la relación a afrentas de las que responsabilizó a todos los gobiernos españoles a partir del de Jose María Aznar en el año 2000. «El Estado español nos está agrediendo en forma de reconquista competencial», advirtió en un argumento que también utilizó el lehendakari Iñigo Urkullu que, como ha confesado públicamente, tomó distancia del ex presidente de Cataluña al constatar las urgencias que rodeaban su pretensión de realizar una consulta soberanista como expresión del denominado derecho a decidir.
Mas culpó al Gobierno de la politización de la Justicia por la sentencia del Tribunal Constitucional que cuestionó algunos de los artículos del Estatut catalán y, por supuesto, de la judicialización de la política con la puesta en marcha de los procesos contra los responsables de la organización de la consulta ilegal promovida por la Generalitat que se celebró en noviembre de 2014. La guinda en el capítulo de las «agresiones» enumeradas por Mas consistió en el intento de «desprestigio de los políticos soberanistas catalanes» que han participado en lo que llegó a definir como una «guerra sucia».
El ex presidente intentó justificar los pasos dados como una «reacción en legítima defensa» y dejó claro que descarta cualquier propuesta realizada desde Madrid para evitar que se celebre su deseado referéndum.
Al acto acudieron representantes del nacionalismo más radical, como Arnaldo Otegi, o del ala más soberanista del PNV, como el propio Ibarretxe o Joseba Egibar.