EL CORREO 10/04/14
· Hacen público un comunicado en el que muestran su «preocupación» por el camino que pueda tomar la Dirección de Víctimas
Más de doscientos miembros de la ya extinta Gesto por la Paz hicieron público ayer un comunicado en el que tildaron de «grave error» la destitución de Txema Urkijo como asesor de Víctimas del Gobierno vasco y trasladaron su «preocupación» por el camino que seguirá ahora este área del Ejecutivo, a la espera de que se conozca el nombre de quien ocupará su cargo.
Urkijo fue uno de los impulsores de la coordinadora pacifista en la década de los ochenta, una época que formó parte de los denominados ‘años de plomo’ por la virulencia de la actividad terrorista de ETA. Fue su «apuesta clara» por un escenario sin violencia en el que se reconociera a las víctimas la premisa que guió sus pasos en el Ejecutivo durante sus doce años de andadura. «Convirtió su trabajo institucional en una prolongación de su pertenencia a Gesto», remarcan los firmantes del escrito, que no dudan en agradecer que el ya exasesor de Lakua «sintonizara» con su mensaje y con la ética que defendió el colectivo. Txema Urkijo fue, de hecho, una de las personas que intervino en el acto de despedida de la coordinadora a mediados del pasado año.
«Para mucha gente, fuera del color que fuera el Gobierno», la presencia de Txema Urkijo en su seno supuso una «garantía» de que «las cosas se harían lo mejor posible en un terreno tan delicado como el de todas las víctimas, los derechos humanos y la convivencia», añade el comunicado. Los exintegrantes de Gesto por la Paz destacan que este abogado natural de Llodio fue uno de los encargados de preparar «contra viento y marea» la «pista de aterrizaje» para «enmendar toda deficiencia» en la atención que las instituciones prestaban a los damnificados del terrorismo y, poco después, a las de quienes sufrieron abusos policiales con una motivación política de fondo.
De igual modo, aprovechan el comunicado para poner en valor otras «iniciativas atrevidas» puestas en práctica por Urkijo. Entre ellas, impulsar un acercamiento entre damnificados de diferente signo o su apuesta por los encuentros restaurativos entre víctimas y presos disidentes de ETA.
«Un referente»
Gesto, recuerdan, cerró la persiana consciente de que «quedaban cuestiones muy importantes todavía pendientes». Ahora bien, sus miembros consideran que con el cese de ETA, el colectivo ya había «cumplido su papel», que «no es lo mismo que asegurar que su discurso es cosa del pasado e inútil para el presente». «Preocupante sería si el trabajo desempeñado durante aquellos 28 años no tuviera un reflejo en el futuro», añaden en su escrito.
Este temor salió a la luz el pasado miércoles, cuando el lehendakari anunció a Urkijo su cese, «un error, no tanto por el desaire que supone hacia su trabajo, sino por la preocupación» que aseguran sentir por «el camino que pueda tomar» ahora la Dirección de Víctimas. Los recelos entre Gesto y Elkarri, de la que fue coordinador Jonan Fernández, estaban a la orden del día, y han sido las diferencias entre el actual secretario de Paz y Convivencia y Urkijo lo que ha motivado la salida de este último del gabinete. Los exintegrantes de Gesto subrayan la necesidad de «sentar las bases de una memoria justa y el encuentro entre diferentes». Una tarea de la que, lamentan, «se ha eliminado a un referente».
· 240 firmas de Gesto por la paz
Paz y convivencia
Cuando se seleccionaron las intervenciones del acto de despedida de Gesto por la Paz para la gente de la organización se eligió, entre otros, a Txema Urkijo porque, tal y como dijimos, era una «persona que convirtió su trabajo institucional en una prolongación de su pertenencia a Gesto por la Paz». Y tal y como puntualizó en su discurso, «desde el principio entendí que la única razón para que yo asumiera esa responsabilidad y aceptara el reto, era justamente prolongar y proyectar la acción y las ideas de Gesto por la Paz en la acción institucional». Desde entonces, las aportaciones impulsadas por Txema Urkijo y por el equipo anterior en la Dirección de Víctimas han sintonizado con el mensaje y la ética defendida desde Gesto por la Paz. Para mucha gente, fuera del color que fuera el Gobierno, la presencia de Txema era una garantía de que las cosas se harían lo mejor posible en un terreno tan delicado como el de las víctimas –todas-, los derechos humanos y la convivencia.
Efectivamente, durante todos estos años aquel equipo preparó, contra viento y marea la mayoría de las veces, la pista de aterrizaje necesaria para enmendar toda la deficiencia de atención y trato de las instituciones hacia las víctimas del terrorismo y, poco después, hacia las víctimas de actuaciones ilegítimas de fuerzas de seguridad del Estado. Sin embargo, su trabajo no se detuvo en el acercamiento a las víctimas y los reconocimientos públicos, no. Crearon atrevidas iniciativas de trabajo entre presos disidentes de ETA y víctimas; lanzaron grupos de convivencia entre víctimas diferentes, consiguiendo el reconocimiento y la empatía entre ellas; y ya en esta legislatura, se estaban trabajando estas últimas dinámicas en la propia sociedad, entre los ciudadanos de este país. En realidad, se había empezado hacía tiempo a trabajar de manera discreta y acertada, a juzgar por los resultados, por la reconciliación de la sociedad basada en el mínimo común de la deslegitimación de la violencia, y en la defensa de la pluralidad de la sociedad vasca, una labor fundamental en un periodo post-ETA.
Cuando Gesto por la Paz se despidió de la sociedad, comunicó que quedaban cuestiones muy importantes pendientes de llevar a cabo y ofreció una serie de pautas sobre cómo deberían hacerse desde nuestro punto de vista (comunicación en la Asamblea de cierre de Gesto por la Paz publicada en Bake Hitzak, nº 87, páginas 18-20). Se cerró la organización porque se había conseguido el final de la violencia y Gesto por la Paz ya había cumplido su papel que no es lo mismo que asegurar que su discurso es cosa del pasado e inútil para el presente, como se ha escuchado desde determinados sectores. Preocupante sería si todo el trabajo de aquellos 28 años no tuviera un reflejo en el futuro.
El pasado 2 de abril, el lehendakari Urkullu tomó la decisión de destituir a Txema Urkijo y pensamos que fue un gran error, no tanto por el desaire que supone hacia el trabajo de Txema y del equipo anterior, sino porque los firmantes sentimos una profunda preocupación por el camino que puede tomar una importante área de gobierno desde la que se deberán sentar las bases para la construcción de una memoria justa y para el encuentro entre distintos de esta sociedad, ya que se ha eliminado un importante referente de una manera de mirar las cosas y de una manera de actuar que todos los firmantes y mucha más gente de esta sociedad compartíamos.