EL MUNDO 17/09/14
· No responde a la oferta de Junqueras para entrar en el Govern y «blindar» el 9-N
Oriol Junqueras se ha especializado en dejar en evidencia el lenguaje ambiguo que suele utilizar CiU. A las insinuaciones de Artur Mas del lunes acerca de que sólo convocará la consulta soberanista del 9 de noviembre si cuenta con «plenas garantías democráticas», y que si no la cambiará por unas elecciones anticipadas, el líder de ERC respondió ayer con una oferta clara: entrará en el Govern, como le ha pedido el president repetidamente, si es para «blindar» la celebración del referéndum. Pero sólo recibió evasivas.
A estas alturas, Mas parece completamente resignado a no saltarse un eventual veto del Tribunal Constitucional (TC) a la consulta y a convocar en su lugar unas elecciones autonómicas, a las que buscará dar un cariz plebiscitario. Ayer desdeñó el asidero que le ofreció Junqueras, porque el president sabe que la ayuda de ERC no es gratis: los republicanos le exigen que saque sí o sí las urnas a la calle el 9-N.
El cara a cara entre Mas y Junqueras constituyó el episodio más interesante de la segunda jornada del Debate de Política General en el Parlament. El president se quedó en blanco ante la oferta: «Llegado el momento, que no es ahora, hablaremos».
El proceso que desembocaba el 9-N puede estar viviendo sus últimos días porque ERC tiene a su vez reparos para aceptar el plan B de Mas: la candidatura conjunta en unas elecciones anticipadas. Junqueras teme que una candidatura de ese estilo, en vez de sumar votos a la causa independentista, los reste; además, exige que, si ganan los comicios, lleven al Parlament directamente la declaración de independencia.
Las diferencias entre los socios acerca de saltarse o no la legalidad española provocaron que sólo pudieran aprobar una resolución tibia, que apoyan CiU, ERC, ICV y CUP –los partidos que, junto al PSC, aprobarán el viernes la ley de consultas– que sostiene que el referéndum se celebrará «con todas las garantías democráticas posibles», una fórmula que no compromete a nadie.
En el intercambio entre un Mas que quiere arrastrar a Junqueras al respeto a los cauces legales y un Junqueras que insiste en presionar a Mas para que no se eche atrás se coló además Miquel Iceta. El líder del PSC estuvo atento a la advertencia que lanzó el presidente de la Generalitat sobre la posibilidad de que se apoye en otros partidos para gobernar y se apresuró a ofrecerse.
Mas tuvo así la oportunidad de demostrar que su aviso tiene recorrido, aunque desechó el ofrecimiento de Iceta, que proponía evitar las elecciones anticipadas a las que aboca el previsible veto del TC a la consulta.
El líder del PSC defendió que Mas «tiene la obligación política de agotar la legislatura» y, sobre esta premisa, tendió la mano al jefe del Ejecutivo catalán. «El mundo no se acaba el 9 de noviembre», exclamó el primer secretario del PSC, antes de subrayar su predisposición a «establecer acuerdos» con CiU si decide no echar por la borda los dos años que todavía quedan de mandato.
Iceta no exigió enterrar la consulta, sino aplazarla y seguir trabajando hasta que expire la legislatura para convocarla dentro de la legalidad. «Para el fortalecimiento nacional puede contar con nosotros. Para aventuras y rupturas, no», resumió.
Pero Mas sólo invitó a los socialistas a «llegar a pactos» desde la oposición. La líder del PP, Alicia Sánchez-Camacho, tampoco obtuvo respuesta cuando intentó en varias ocasiones que el presidente catalán asumiera, con todas las letras, que no pondrá las urnas el 9-N si hay veto del TC. Mas no dijo ni que sí ni que no; simplemente, renunció a su segundo turno de intervención.
El líder de Ciutadans, Albert Rivera, consideró por su parte que Mas es un «títere» en manos del líder de ERC, convertido en «salvador de la patria». La situación, dijo, conduce a una Cataluña «ingobernable».
El líder díscolo del PSC no deja el acta
El diputado socialista Joan Ignasi Elena, uno de los parlamentarios díscolos que rompió la disciplina de grupo en una votación sobre la consulta soberanista, comunicó ayer a la Mesa del Parlament la voluntad del dejar el grupo del PSC y pasar a ser diputado no adscrito, al menos hasta que se vote la ley de consultas.
«Es mi obligación votar esta ley y participar en este debate expresando la opinión de muchos socialistas que tienen una mirada que coincide con lo que hemos planteado durante este tiempo con la defensa inequívoca del derecho a decidir», argumentó el líder de Avancem, la corriente soberanista escindida del PSC.
Si se hace efectiva la petición de Elena, el PSC perderá un escaño y pasará a tener 19 diputados en la Cámara catalana, los mismos que el PP, por lo que ambos quedarán empatados como tercera fuerza.