EL MUNDO – 07/05/16 – TEODORO LEÓN GROSS
· Para tener éxito electoral hace falta algo más que dinero, pero esas cosas, como diría Groucho, ¡cuestan tanto! El dinero de momento es un valor seguro. Los cabezas de huevo confían en el carisma, el márketing y la sociología, pero sobre todo en el presupuesto, con la certeza de Bernie Ecclestone: para ganar una campaña, como una carrera de Fórmula 1, no basta el talento.
Por eso los partidos van a resistirse a recortar su potencia de gasto ante el gran premio del 26-J. Buscarán gestos más o menos populistas, pero todos han leído el mismo dato en el CIS: uno de cada tres ciudadanos decidió su voto durante la campaña. Contra el tópico de la inutilidad de éstas, el efecto de esas dos semanas es determinante. Y eso hay que pagarlo.
El impacto de la campaña se ha multiplicado en el escenario de la nueva política. Bajo el modelo polarizado del bipartidismo, su balance era relativo por la dificultad de transferir votos socialistas al PP o votos conservadores al PSOE. En aquellas campañas de hecho peleaban, más que nada, por movilizar a sus electorados contra la tentación del abstencionismo. Roto ese duopolio, el desdoblamiento del eje izquierda/derecha sí genera competencia como sucedió el 20-D: un porcentaje alto del electorado de centroderecha dudó entre el PP y Ciudadanos, y al otro lado entre PSOE y Podemos. De hecho, los primeros enfrentamientos de la precampaña no se dirimen en el eje clásico sino ahí: el PP pelea a cara de perro contra C’s y el PSOE con el Frente Popular de Pablemos.
Los analistas vamos a dar las claves exactas del resultado del 26-J, pero, como de costumbre, una vez acabado el recuento del 26-J. Pronosticar el pasado es la especialidad de la casa. De momento sí es patente que todos parten con el temor lógico a repetir ridículamente los resultados del 20-D, pero de hecho ellos van al 26-J repitiendo todo, incluso los cuatro candidatos fracasados en los pactos. No es raro que Rajoy esté dispuesto a ahorrar, ahí sí, en carteles electorales con su imagen; consciente, él y seguramente todos, del hartazgo de la clientela con ellos.
Hombre, no son los cuatro jinetes del Apocalipsis por los cielos tormentosos de Vincente Minnelli, pero la popularidad de este rat pack está muy baja.Eso sí, en todo lo demás van a gastar cuanto puedan, al grito de ¡más madera, que es la guerra! En plena batalla nadie pacta recortes. Y el dinero tiene un efecto seguro, como presumía Noel Coward: te convierte en un enemigo de mayor calidad.
EL MUNDO – 07/05/16 – TEODORO LEÓN GROSS