EL MUNDO 17/11/12
Después de una campaña más bien sosa, Artur Mas explotó anoche en Vic (Barcelona). El presidente catalán dedicó el mitin del día a hablar exclusivamente sobre la noticia de EL MUNDO que le vincula, a él y a Jordi Pujol, con cuentas en Suiza y en Liechtenstein donde tendrían ingresada parte de las comisiones de la trama del Palau de la Música. Mas buscó relacionar estos «ataques» con una ofensiva contra el proyecto independentista que encabeza: «Intentan hundir las aspiraciones del pueblo de Cataluña».
El president decidió darle un giro a su campaña aprovechando la información de este diario. Avisó desde el principio: «Hoy no he traído papeles. A ver qué sale». Y salió una perorata de 40 minutos contra este diario, como estandarte de quienes «no quieren que el pueblo de Cataluña quiera hablar».
Después de anunciar que interpondrá una querella, Mas se presentó en todo momento como víctima de un ataque no contra su buen nombre, sino contra la dignidad de Cataluña. Acusó en numerosas ocasiones a EL MUNDO de publicar «mentiras, calumnias y difamaciones», y añadió que todo obedece a una campaña por el proceso soberanista que ha puesto en marcha: «No es Mas el problema, el problema es que en Cataluña haya un presidente que quiere dar la voz al pueblo».
Muy enfadado, dijo que aunque se le «destruya» a él, el proceso independentista no se frenará, porque «después de Mas habrá muchos más presidentes de la Generalitat, y pasará que saldrán otras gentes, como los Espadaler, los Vila, los García, los López, y todos se pondrán al frente del pueblo».
El origen del problema es, según él, saber dónde recae la soberanía. «Ellos niegan la mayor, dicen que no existimos. Porque si somos un pueblo y una nación entonces evidentemente tenemos derecho a decidir nuestro futuro, y es el derecho que ellos quieren fulminar», dijo.
El presidente catalán se mostró también muy enojado con el resto de líderes políticos catalanes porque le pidieron explicaciones. «¿Cómo puede ser que partidos catalanes, incluso los que dicen ser patriotas, en vez de ponerse al lado del president se pongan al lado de esa gente que intenta destruir la normalización lingüística y la inmersión en la escuela catalana?», clamó. Les advirtió de que «aún están a tiempo de rectificar» y añadió que a este diario «no se le puede dar el beneficio de la duda».
En cuanto a su padre, fallecido en marzo y que, según la información publicada ayer, habría ejercido de testaferro de los Pujol en Liechtenstein, afirmó: «Me sabe muy mal que para destruirme a mí se tengan que meter con personas que ya no se pueden defender, porque ya no están. Y eso es inmoral, y muy poco humano. Gente que hace eso es mala gente, son malas personas».
En cualquier caso, Mas se comprometió a resistir los golpes con la condición de que la gente no le deje solo: «Yo les plantaré cara, si el pueblo está al lado. Pueden decir lo que quieran, porque estoy emocionalmente preparado para aguantar lo que sea».
Por la mañana, el presidente de la Generalitat ya había aprovechado un acto en el Ateneo barcelonés, una institución de marcado perfil catalanista, para dejar clara su estrategia de vincular la noticia al hecho de que «el Estado no se quedará de brazos cruzados» ante el desafío de CiU. «El establishment, que defiende determinadas estructuras tradicionales en España, ya se ha puesto en marcha. Y el propio Estado se pondrá en marcha porque no tolera el camino que hemos emprendido», aventuró.
Al finalizar el acto, y de forma imprevista, los asistentes -entre ellos el ex conseller Josep Maria Cullell, el ex presidente del Parlament Joan Rigol y la mujer de Jordi Pujol, Marta Ferrusola- entonaron Els Segadors, el himno catalán, como si fuera la dignidad de Cataluña y no la de dos familias lo que estuviera en entredicho.
Por la tarde, Convergència anunciaba en un comunicado que «presentará de manera inmediata una querella criminal por injurias graves y calumnias» contra EL MUNDO y contra los periodistas que firmaron la información.
En la nota se recoge también la tesis del ataque al proceso soberanista. «Entendemos que estas mentiras vulneran no sólo el buen nombre del president Masy del president Pujol, sino que quieren atentar claramente contra todo lo que han representado y representan», se afirma.
Además, la nota afirma que, tras el comunicado del Juzgado de instrucción número 30 de Barcelona, CDC «se reserva las acciones que se puedan derivar de la eventual actuación irregular de funcionarios o autoridades públicas en el ejercicio de sus funciones».
EL MUNDO 17/11/12