EL MUNDO 6/06/13
El Govern anuncia un recorte a sus funcionarios que no afecta a los que cobran menos
Artur Mas incrementó ayer un punto el tono de su agresividad dialéctica contra España y contra el Gobierno de Mariano Rajoy. El presidente de la Generalitat llegó a criticar que «el Estado» mantenga las dos pagas extra a sus trabajadores públicos, mientras que el Ejecutivo catalán ha tenido que recortar una de ellas a los suyos por tercer año consecutivo.
En su línea discursiva habitual, Mas trató de presentar al resto de España como un lastre para Cataluña. Durante el rifirrafe que mantuvo con la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, el president afirmó: «Aquí tenemos el coraje, y la obligación, de dejar de pagar una paga extra a los funcionarios. ¿No basta con que la Cataluña productiva tenga que pagar una extra y el Estado subsidiado y subvencionado pueda pagar las dos?».
Esa andanada provocó los aplausos de los diputados nacionalistas y la reprobación del resto. Con toda probabilidad, Mas había pactado con sus socios de Esquerra Republicana usar el trazo grueso contra el Gobierno central. Una de las condiciones que pusieron los republicanos para firmar el llamado «pacto de gobernabilidad» fue la de que CiU echara a Madrid la culpa de cualquier recorte.
De hecho, poco antes, en la Cámara, el Ejecutivo de CiU había aprovechado una pregunta de un diputado de ERC a la vicepresidenta Joana Ortega para anunciar que se mantiene la supresión de una paga extra a los funcionarios. Y también para subrayar que los que cobren menos de 18.068 euros al año quedarán exentos de esa medida y seguirán cobrando las dos pagas.
Por lo demás, el presidente catalán se defendió durante la sesión de control de las críticas de todos los partidos de la oposición por la «parálisis» de la Generalitat. El Ejecutivo de CiU no ha llevado al Parlament en medio año de legislatura ni una sola ley; sin embargo, ha impulsado multitud de cumbres, organismos y grupos de trabajo en relación al «proceso soberanista» que ha abierto Mas.
Se lo echaron en cara sobre todo, y además de Sánchez-Camacho, los líderes del PSC y de Ciutadans, Pere Navarro y Albert Rivera. El primer secretario de los socialistas catalanes fue especialmente hiriente en este sentido: «Maragall hizo avanzar a Cataluña mucho más que los 23 años [de Jordi Pujol] en el Govern, y más que los dos años que lleva ahora. Usted y su Govern tienen la enfermedad de la parálisis política, generada por el virus de la confrontación y el de la internacionalización del conflicto».
Como de costumbre, Mas sólo encontró alivio en Esquerra. Pero ni siquiera su líder, Oriol Junqueras, fue ayer completamente complaciente con él. Los republicanos recuerdan últimamente que el pacto que suscribieron con CiU establecía que, antes del 30 de junio, debe presentarse al Gobierno central una propuesta de consulta soberanista, y Junqueras preguntó por el «calendario» del «derecho a decidir».
La respuesta de Mas lleva a pensar que las diferencias en esta área entre los socios son más grandes de lo que ambos están dispuestos a admitir en público. Aunque se mantuvo en el mensaje oficial de que la consulta soberanista debe celebrarse «cuanto antes, mejor», añadió: «Y cuanto más seamos, mejor».
«Pasa a veces que, para que estemos todos los que tenemos que estar, los ritmos no pueden ser superacelerados», añadió. Porque no sólo ERC tira de Mas; también lo hace, en sentido contrario, la Unió de Josep Antoni Duran Lleida, que quiere que el PSC se suba como sea al tren que conduce el president.