EL MUNDO – 27/08/14
· Homs da por hecho que «votar, se votará», pero el ‘president’ comunica a líderes de CiU que no piensa actuar contra el Tribunal Constitucional.
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, firmará el decreto de convocatoria de consulta el 19 de septiembre, al día siguiente del referéndum de independencia de Escocia. Su estrategia consiste en convocar la consulta secesionista y, finalmente, no celebrarla si, como parece probable, el Tribunal Constitucional no la avala. Así se lo ha comunicado ya a diversos líderes de Convergència i Unió (CiU).
La idea del líder nacionalista es mantener la tensión con el Gobierno de Mariano Rajoy hasta el final y, en el último momento, dar marcha atrás en la celebración de la consulta secesionista. De esta manera, lo que pretende es agradar mientras le sea posible a sus socios de Esquerra Republicana (ERC), pero sin caer en ninguna ilegalidad. Una estrategia que le podría generar más problemas en el futuro.
El Gobierno catalán va cambiando el discurso con leves matices que le sirven tanto para mantener vivas las expectativas de la consulta como para sugerir otras propuestas. Así, su discurso ha pasado del «celebraremos la consulta sí o sí» de Artur Mas, al «votar, se votará» que dijo ayer en rueda de prensa el portavoz del Govern, Francesc Homs –informa Víctor Mondelo–, en una posible alusión a las llamadas elecciones plebiscitarias, dando por hecho que el president ha renunciado ya a la consulta.
Según ha trasladado el propio Mas a su círculo próximo, pasado el 9 de noviembre tratará de implicar a los partidos con los que pactó la fecha y la pregunta en un Gobierno de concentración, para presentarse bajo una lista única una vez agotada la legislatura. Será una pura formalidad porque ninguna de las formaciones proconsulta ha manifestado su intención de acompañarle. Más bien al contrario.
Iniciativa per Catalunya no va a concentrarse en un Gobierno con un partido de la derecha nacionalista porque tendría que renunciar a su oposición a los recortes y perdería, por lo tanto, su sentido como opción política. Tampoco contempla dar un aire plebiscitario a las próximas elecciones autonómicas en Cataluña, a las que se presentará con su agenda social como principal reclamo.
Esquerra Republicana ha perdido la confianza en el presidente de la Generalitat
Oriol Junqueras le recordó ayer en TV-3 que su partido «no llegará a nuevos acuerdos con quienes no cumplan los acuerdos presentes», en referencia a una posible suspensión de la consulta si el Constitucional la paraliza tras impugnarla el Gobierno.
Junqueras es consciente de que Mas no quiere forzar la celebración del referéndum y que hay muchas posibilidades de que falte a su compromiso con él. A fin de cuentas, el coordinador general de CiU, Josep Rull, afirmó la semana pasada que su partido «no se define como independentista», y lo hizo a menos de 80 días de la supuesta consulta para la independencia de Cataluña.
Junqueras rechaza acudir en una lista conjunta con CiU si no hay referéndum. Esta salida permitiría a los convergentes disimular su declive electoral y a Mas, ganar tiempo. Para el presidente de la Generalitat, presentarse a unas elecciones en solitario y perderlas podría suponer el fin de su carrera política.
Las hipótesis que maneja la dirección republicana son dos. En su primer impulso, Oriol Junqueras ha barajado dejar caer al Govern y forzar elecciones anticipadas para el próximo mes de febrero. Eso contentaría a sus bases más independentistas y contrastaría con la serpenteante ambigüedad de Convergència. ERC ganaría a CiU, aunque sin alcanzar de momento la mayoría absoluta, y después tendría que experimentar los sinsabores de tener que administrar el posibilismo y la tercera vía.
En una segunda reflexión más pausada, el líder de ERC recuerda que le interesa hacer unas buenas elecciones municipales, para tener poder en el territorio y poder utilizarlo en caso de presión extrema o de tener que hacer alguna demostración de fuerza. No hay que olvidar que el presidente Francesc Macià, también de Esquerra, proclamó «la República Catalana dentro de la Federación de Repúblicas Ibéricas», y que lo hizo «interpretando los anhelos de este pueblo» después de haber ganado las elecciones –precisamente municipales– del 12 de abril de 1931.
No es que la Historia tenga que repetirse, pero las últimas elecciones locales coincidieron con el ciclo más bajo de ERC y hoy los republicanos mandan en muy pocos ayuntamientos y muy poco importantes.
De modo que a Esquerra no le conviene hacer saltar el calendario político por los aires con unas elecciones anticipadas que, si bien es cierto que ganaría, lo haría con márgenes muy poco gratos de administrar. Estando CiU en caída libre, para los independentistas puede resultar más prudente dejar pasar todavía unos meses para que se ensanchen.
Con Iniciativa desmarcada de cualquier posibilidad de acuerdo después del 9 de noviembre, y habiendo perdido la confianza de ERC, Mas intentará agotar la legislatura con el apoyo, si es posible, de Esquerra, que podría llegar a la conclusión de que una bronca con Convergència podría serle contraproducente, tanto para su imagen como para el pulso del proceso.
Futuro en solitario
Si, por el contrario, Esquerra escenifica la ruptura y niega cualquier apoyo, Mas intentará aguantar en solitario: puede prorrogar los Presupuestos de 2014, y, en caso de necesidad, puede apoyarse en el PSC, que necesita como el aire que respira volver a tener algún tipo de protagonismo.
Mas ha renunciado a la consulta y va a defender las pocas opciones que le quedan como gato panza arriba. Su aparato mediático ya trabaja en el descrédito de ERC y de su líder, acusándoles de egoístas y de primar el querer quitarnos para ponerse ellos a los intereses del proceso. Junqueras sabe que la complejidad del momento es poco compatible con su público impaciente, y que el día que gobierne le van a exigir que cumpla al punto con cada una de su promesas.
EL MUNDO – 27/08/14