EL MUNDO 12/03/14
· El presidente reprocha a la Generalitat que le trate de imponer dónde tiene que firmar
Cualquier planteamiento de diálogo entre Artur Mas y Mariano Rajoy a propósito de la aspiración soberanista catalana está condenado al fracaso. Y ello a pesar de que el presidente de la Generalitat ha movido en las últimas semanas prácticamente todas las fichas que están en su mano para, de forma directa o indirecta, pedir al presidente del Gobierno que se preste a analizar el deseo de los catalanes de pronunciarse sobre su encaje en el Estado español.
Diputados y senadores, consejeros, políticos diversos de la oposición, empresarios afines…, todos trasladan a La Moncloa el deseo de Artur Mas de dialogar. Todos… excepto el president en persona. Es la última carta a jugar aunque, o mucho cambian los planteamientos o será también una baza perdedora.
El portavoz de CiU en el Congreso, Duran Lleida, ha trabajado todos los terrenos, empezando por la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, con la que mantiene excelente relación, y acabando por el propio Mariano Rajoy, a quien reiteró el deseo catalán en el Debate sobre el estado de la Nación.
Ayer, le toco el turno al senador de CiU Josep Lluís Cleríes, que urgió a Rajoy a «dar la cara», a «hablar con Mas», a acudir a Cataluña y atender los argumentos de sindicatos, asociaciones y fuerzas políticas y, sobre todo, a «escuchar» a los ciudadanos «en las urnas».
La petición del senador sonó con timbres de urgencia, casi como un intento final de tender un cable de conexión entre la Generalitat y La Moncloa pero, a juzgar por la respuesta contundente del presidente, de nuevo con nulas posibilidades de fructificar.
Rajoy dio por cerrada la vía del diálogo sobre esta cuestión cuando Mas anunció la fecha y la pregunta del referéndum. Llovía sobre mojado porque el presidente ya tenía muy mal sabor de boca del encuentro en el que el político catalán le exigió un pacto fiscal advirtiéndole de que una negativa acarrearía consecuencias. Ayer, en la Cámara Alta, recordó los dos episodios. «No estoy dispuesto a que se me diga dónde tengo que firmar. Eso no es dialogar, es tratar de imponer la doctrina de una persona», puntualizó ante el senador Cleríes, que le había acusado de hablar de Cataluña en todas partes menos en la propia Cataluña, y con todos menos con los catalanes y su presidente.
Mariano Rajoy aseguró estar «preocupado» por los ciudadanos y por su futuro y se mostró dispuesto a tratar con Mas cualquier asunto que sirva para que Cataluña supere su grave situación económica, pero no para dar alas a que «ningún ciudadano pase por encima de la ley».
En este sentido, recordó el Fondo de Liquidez Autonómica que ha permitido a la Generalitat salvarse «de la quiebra» y costear los servicios públicos, y se mostró dispuesto a reeditar este tipo de operación cuantas veces sea necesario.
Después, echó mano de los acontecimientos en Crimea y de la respuesta internacional que se ha dado al desafío separatista de la península ucraniana, para recalcar que «lo moderno» y «lo que se lleva en el mundo» es el respeto a la «identidad» de los Estados y a la «soberanía nacional».
«Yo no quiero una Cataluña fuera del euro ni fuera de Europa ni fuera de las organizaciones internacionales; quiero que Cataluña y España estén en la misma onda que está todo el mundo occidental», insistió, porque «eso es lo que sirve al progreso de los pueblos».
«Todos», respondió al senador de CiU, «tenemos derecho a opinar sobre nuestro país porque eso es la democracia», pero «no a transgredir la ley». «Yo», zanjó, « estoy dispuesto a hablar de todo, pero de lo que no puedo hablar es de la liquidación de la soberanía nacional».
Y pese a todo, el debate sobre esta cuestión se sustanciará en el Congreso porque ayer mismo la Mesa, con los votos del PP, aceptó discutir la proposición de ley del Parlament en la que pide que se delegue a la Generalitat la facultad de convocar el referéndum. Se hablará y se votará, y la respuesta final será un no del 86% de los diputados.