EL MUNDO – 28/06/14
· Rajoy también descarta el papel de mediador de Felipe VI y pide «sensatez» al ‘president’.
La Zarzuela no será de momento ni parte activa ni hará de mediadora en el choque entre la Generalitat y el Gobierno a cuenta del proceso soberanista. Una posibilidad que, tras verse espoleada por el hecho de que el Rey Felipe VI escogiera simbólicamente Cataluña como su primer destino oficial tras su proclamación, fue descartada ayer tanto por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como por el president catalán, Artur Mas.
La primera negativa a otorgar un papel protagonista a Felipe VI fue pronunciada ayer por el jefe del Ejecutivo catalán. Según explicó ante 200 empresarios durante un acto en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona), todavía no ha pedido oficialmente audiencia con el Monarca para tratar sobre el proceso soberanista porque «tampoco le quiero poner en un compromiso». Un mensaje que reforzó Rajoy horas después en Bruselas en una rueda de prensa al término del Consejo Europeo tras ser preguntado por la eventual mediación del Monarca. El presidente del Gobierno, sin embargo, se limitó a recordar que el Rey tiene unas funciones fijadas en la Constitución, y éstas no pasan por implicarse en decisiones políticas o debates. «Todo el mundo las conoce [las funciones] y no podemos estar poniéndolas constantemente en tela de juicio», dijo, informa Efe.
La figura de Felipe VI como eventual juez en la crisis por el desafío soberanista tomó especial fuerza el jueves por la noche, cuando coincidió en Gerona con el president en la entrega de premios anuales de la Fundación Príncipe de Girona (FPdG). Una cita en la que, como se esperaba, Felipe VI aprovechó para enviar un mensaje de conciliación hacia Cataluña. Sin Mas todavía en el auditorio tras alegar motivos de agenda, el Rey pronunció la mitad de su discurso en catalán y se comprometió a hacer «más presente» la Corona en Cataluña como un mensaje «de respeto, entendimiento y convivencia». Las palabras que Mas y Rajoy pronunciaron ayer, no obstante, enfriaron la posibilidad sobre la eventual irrupción de la Corona como bálsamo para la crisis.
Ambos líderes aprovecharon sus respectivas comparecencias de ayer para ilustrar, además, lo alejadas que permanecen sus posturas. Así, el president combinó en los dos discursos que pronunció su oferta de «diálogo» y actitud de «mano tendida» con advertencias directas al Gobierno central si éste mantiene la cerrazón ante la consulta por la independencia prevista para el 9 de noviembre.
En un acto institucional celebrado por la mañana en el Palau de la Generalitat, Mas avisó al Ejecutivo central de que si no cede a las reivindicaciones del Govern el proceso soberanista «se puede desbordar». Recurriendo a uno de los habituales paralelismos que utiliza en sus discursos para enviar un mensaje al Gobierno, el president definió el proceso soberanista como «una corriente de agua» a la que es necesario dotar de «un buen cauce». De lo contrario, advirtió, «los responsables de ampliarlo corren el riesgo de que la corriente se acabe desbordando», reclamando así al Gobierno una interpretación más flexible de los marcos legales para que se pueda celebrar la consulta del 9 de noviembre. Mas insistió, en todo caso, en que no renunciará a su desafío: «Siempre he preferido cometer errores a no hacer nada», señaló.
El llamamiento desde Barcelona, no obstante, recibió la habitual respuesta por parte de Rajoy: oferta de diálogo eludiendo el referéndum y negativa cerrada a que éste llegue a celebrarse. El presidente, quien negó haber recibido ninguna petición para reunirse con Mas, se mostró abierto a esa posibilidad, siempre y cuando no acuda a Moncloa a hablar de la votación. Según insistió ayer Rajoy, el Gobierno no va a permitir que ésta se celebre porque no puede «aceptar, ni ningún presidente del Gobierno de ningún lugar del mundo, que se someta a referéndum la existencia de mi país».
Para evitar que el conflicto siga en aumento, y cuando faltan poco más de cinco meses para la consulta independentista, Rajoy también hizo ayer un llamamiento al president para que haga «un esfuerzo para situarse en un espacio de sentido común y de sensatez».
EL MUNDO – 28/06/14