Mas: «No queremos arrodillarnos»

EL MUNDO 19/01/14

· Acusa a Rajoy de «ofender la dignidad» de Cataluña cada vez que le «paga a fin de mes»

El president Artur Mas defendió ayer la necesidad de culminar su desafío independentista para garantizar que el Gobierno deje de «humillar» a Cataluña y «ofender su dignidad como pueblo» cada vez que inyecta liquidez a las arcas de la Generalitat «para poder pagar a final de mes». «No queremos arrodillarnos y dar las gracias», alertó Mas.
El nacionalista convirtió su primer mitin como líder de CDC tras la petición oficial de competencias para celebrar la consulta en una insistente apelación a los catalanes para abandonar el «victimismo» y tomar un papel proactivo por la secesión. Para convencerlos, repasó los muchos agravios que, a su juicio, impiden que Cataluña sea un «país normal». «No es hacer el llorón», dijo Mas, destacar que «vivimos en la intranquilidad» y «estamos cansados de ir de pedigüeños». «No queremos que se nos llame insolidarios y tacaños, c uando tenemos los impuestos más altos del Estado», abundó.
Mas advirtió al Gobierno de que se ha producido un «cambio de registro mental» en la sociedad catalana que impedirá que acate una negativa a la celebración del referéndum del 9 de noviembre. «Queremos, tozudamente, gobernarnos a nosotros mismos», alertó, antes de señalar que la última votación en la cámara catalana «ya ha provocado turbulencias», y augurar que éstas se reproducirán a lo largo de 2014 si el presidente, Mariano Rajoy, no se abre a una negociación con el Ejecutivo catalán. «Podemos ser aliados del Estado, pero no somos propiedad de nadie», amenazó.
Un «gran desconcierto» e «irritación» advirtió Mas en el Gobierno, a quien consideró muy errado en su diagnóstico sobre el problema catalán. Ese diagnóstico que hace que «en Madrid piensen que este proceso está maquinado por unos demonios, una gente peligrosísima y que, los catalanes, que son tontos por definición, son prisioneros de esos descerebrados», aseguró un Mas que llegó a declararse «asqueado» por las vinculaciones, desde fuera de Cataluña, entre su proceso y «los sistemas totalitarios y dictatoriales».
El presidente del Govern se cargó de ironía para contrarrestar las acusaciones vertidas por Rajoy anteayer, en las que cargaba contra el Govern por considerar «imposible» el diálogo ante la «continua toma de decisiones unilaterales» desde el Parlament. «Como dirigimos la economía, disponemos de relaciones internacionales privilegiadas y comandamos las Fuerzas Armadas, podemos imponer la trágala», rebatió el president.
El jefe de filas de CDC ofreció al presidente del Gobierno enmendar su cerrazón ante la «oportunidad de oro» que la petición de competencias al Congreso supone, a su entender. «¿Se puede dialogar con el partido del no rotundo a todo? Ahora lo veremos», resolvió el promotor de la consulta.
Aunque, inmediatamente, el mismo presidente de la Generalitat se respondió ante un auditorio con 2.000 militantes que coreó consignas favorables a la independencia a cada pausa en el discurso. Expresó un evidente escepticismo sobre un cambio de rumbo del Gobierno y criticó de antemano lo «muy grave» que resultaría «abortar» la concurrencia de los catalanes a las urnas para decidir su futuro político. Especialmente cuando, bajo el prisma del presidente catalán, el «catalanismo soberanista» ha pasado a copar la «centralidad» política en Cataluña.
Ante el más que previsible portazo del Congreso a la solicitud del Parlament, Mas ya amenazó con que la reciente votación en la cámara catalana «no será el último paso» y volvió a sostener que convocará la consulta para el próximo 9 de noviembre sean cuales sean las trabas con las que se tope. «Abróchense el cinturón de seguridad», recomendó el presidente catalán a sus conciudadanos. «Nada volverá a ser como antes», trasladó a una masa social a la que aseguró ver convencida, por primera vez, de tener la voluntad de «nadar a favor de la corriente» tras muchos años haciéndolo «en contra».