ABC 30/03/14
JUAN CARLOS GIRAUTA
El sector menos asilvestrado del establecimiento catalán y el menos avispado del establecimiento capitalino piden una salida honrosa para el presidente de la Generalidad. Salvar al soldado Mas es la peli de moda. Como si el problema de los catalanes fuera el futuro político de ese señor y no el mismo problema poliédrico al que alude el personal en cada encuesta: una endiablada madeja de paro, corrupción, «economía» y «políticos». Así lo expresan porque así se lo preguntan, que la demoscopia es muy suya y aún no ha entendido que lo tercero va por lo primero y lo cuarto por lo segundo. Una economía enferma con un sistema político anquilosado, he ahí, grosso modo, el problema de los catalanes y del resto de españoles. Nada más y nada menos. ¿Una salida honrosa para Mas? Aterricen, por favor.
Por no importar, la salida honrosa no le importa ni al interesado, que sigue con el feo hábito de poner a España a parir en todos los foros imaginables. Mas ha invertido mucho dinero español contra España. Dicen «España» los nacionalistas como si ellos fueran suecos o angoleños, como si su líder no representara al Estado en una comunidad autónoma, como si no se pagaran las nóminas del funcionariado catalán con la parte del león del FLA.
Al escudero Homs, jefe de una diplomacia de juguete, portavoz del gobierno Mas y consejero de la gresca, también le importa un comino salvar a su jefe con honor, o salvarse él. Se sabe porque acaba de expresar su buena voluntad, agarrado con la mano izquierda a la cornisa del rascacielos al que se ha subido, tendiendo la derecha con esta advertencia: «La consulta no es intercambiable por nada». A mí me parece loable esta claridad, llamada a aleccionar a los apaciguadores que todavía opinan que esto va de dineros. Lo sostuve aquí antes y lo repito: no es decente negar a los nacionalistas su derecho a la derrota. Respétenles, tómenles en serio con su choque de trenes. Han escrito su destino.
Más pruebas: tampoco le importa un cuerno la salida honrosa para Mas al portavoz Turull, el convergente que acudirá el ocho de abril al Congreso de los Diputados –de un brazo la republicana Rovira, del otro el verde Herrera– a defender la «consulta» del nueve de noviembre, esto es, el ejercicio del derecho de autodeterminación sin encomendarse a nadie, con fecha fijada por su jefe a solas y mediante pregunta trampa. Nada le importa a Turull salvar al soldado Mas, digo, cuando despacha la última sentencia del Tribunal Constitucional como el producto de unos «agitadores políticos anticatalanes». Gentileza con el sello del neocatalanismo. Creo que antes de verter este tipo de difamaciones se miran al espejo y se dicen: practicando nosotros la agitación política antiespañola de manera ininterrumpida, profesional incluso, en todos los ámbitos a nuestro alcance, Madrit será nuestra imagen invertida.
Madrid, Madrid, Madrid, en Méjico y en Vic se piensa mucho en ti, pero métele en la cabeza a un nacionalista que en Madrid no se piensa tanto en Cataluña como él cree, que no comparte obsesión enfermiza, monotema, que el cuerpo del Estado tiene más asuntos en la agenda. Confunden la leyenda de Madrit (urdida por periodistas a quienes el gobierno Rajoy incomprensiblemente reverencia), el cuento chino de Madrit, la guarida del coco, el oscuro palco del Bernabéu, el pandemonio, la sede de una Castilla machadiana (miserable, ayer dominadora), las élites extractivas, el agujero negro, la cueva del centralismo y bla, bla, bla, con Madrid. Viajan con una boina conectada a internet. Pero boina.