EL PAÍS 28/10/13
· El núcleo de colaboradores del ‘president’ se ha ido estrechando desde el reto soberanista
· Homs es ahora el principal sostén del líder de CiU
El referéndum soberanista que impulsa Artur Mas tiene escasas posibilidades de celebrarse mientras el presidente catalán lo supedite a que el Gobierno lo autorice o, como mínimo, lo tolere. Sin embargo, el presidente de la Generalitat está dispuesto a dar todos los pasos para llevar a cotas máximas la tensión con la Administración central en un intento de hacer reaccionar a Mariano Rajoy y que este se siente a negociar. La cuenta atrás ha comenzado y Mas aseguró ayer que en un mes y medio estará en disposición de proponer una pregunta e incluso una fecha para celebrar la consulta en 2014.
Sin embargo, Artur Mas tendrá que decidir prácticamente solo hasta donde quiere llevar el reto. En los últimos dos años el presidente catalán ha visto como su núcleo de colaboradores más íntimos ha quedado diezmado por múltiples circunstancias. Las bajas se han sucedido hasta el punto de que el núcleo duro de toma de decisiones se ha visto reducido prácticamente al propio Mas y a su consejero de Presidencia, Francesc Homs.
Mas llegó a la Generalitat catapultado por un grupo de dirigentes nacionalistas que se formó en la administración de Jordi Pujol y que no ocultó su soberanismo ni siquiera cuando ser independentista era casi la excepción en Convergència. En este grupo estaban Francesc Homs, Oriol Pujol, David Madí, Germà Gordó y Joaquim Forn, actual teniente de alcalde de Barcelona.
Madí fue el primero en caerse del grupo. Por decisión propia, el que fuera secretario de comunicación de Convergència dejó la política poco después de ganar las elecciones de 2010. Oriol Pujol, que fue nombrado secretario general de Convergència en 2012, ha quedado relegado a la espera de que se resuelva su imputación por presuntas irregularidades en las concesiones de estaciones de ITV. Otro dirigente que sigue en política pero que en los últimos meses ha sido cuestionado desde las filas nacionalistas es Germà Gordó. Como consejero de Justicia, Gordó se ha visto salpicado por el caso de presunto espionaje político que orbitaba entorno a la empresa de detectives Método 3. Por su parte, Joaquim Forn ejerce como mano derecha de Xavier Trias en el Ayuntamiento de Barcelona.
Estos cambios han dejado a Artur Mas con un núcleo muy reducido de colaboradores en el momento más crítico de su carrera política. Entre ellos emerge básicamente Francesc Homs, consejero de Presidencia, portavoz del Gobierno catalán y considerado el principal ideólogo del proceso soberanista. La imagen de radicalidad que el resto de partidos tiene de Homs, y muy especialmente el Gobierno central, obligaron a Mas a recurrir a un antiguo colaborador y amigo personal: Jordi Vilajoana. Este exdiputado de CiU en el Congreso intenta poner vaselina hoy en las relaciones cada vez más complicadas entre la Generalitat y el Gobierno.
Si el núcleo de colaboradores de Mas en la presidencia de la Generalitat se ha estrechado, lo mismo ha ocurrido en el partido. Con Oriol Pujol apartado de sus responsabilidades desde la pasada primavera, el partido está en una situación de provisionalidad que preocupa a numerosos dirigentes, según admiten varios diputados del Parlamento autónomo. Las funciones del secretario general, que también era portavoz de CiU en el Parlament, las ejercen hoy el tándem formado por Josep Rull y Lluís Corominas. Ambos son colaboradores directos de Mas y defienden a el proceso soberanista, pero muchos dirigentes piden que se clarifique de una vez quién manda realmente en el partido.
A la desorientación del partido contribuye la cronificación de las malas relaciones con Unió, contraria al independentismo. Tanto Artur Mas como Josep Antoni Duran han reconocido abiertamente que hablan poco entre sí y que sus relaciones son mejorables. Las reuniones de la ejecutiva de CiU, cada vez más espaciadas en el tiempo, se han convertido en foros donde no se abordan los asuntos peliagudos. Sin ir más lejos, la reunión de la semana pasada no abordó ni la pregunta de la consulta ni la tercera vía que Duran defiende frente a la independencia.
Consciente de la situación, la dirección de Convergència asegura que se ha puesto manos a la obra para revertirla. Por ejemplo, está intentando suplir la falta de apoyo de Unió con una mayor coordinación interna de CDC. “Ahora celebramos más reuniones de la comisión permanente de Convergència, en las que están presentes los consejeros del Gobierno; allí se debate todo”, aseguran estas fuentes.
Sin embargo, las voces internas que critican o cuestionan públicamente la hoja de ruta soberanista se suceden. Consejeros de Mas como Felip Puig ya han advertido de que las prisas para celebrar la consulta en 2014 pueden resultar perjudiciales y ha asegurado que prefiere retrasarla si ello sirve para poderla hacer de acuerdo con el Gobierno.
Fuentes del Ejecutivo catalán enmarcan estas palabras de Puig en un intento del que fuera secretario general del partido para que Convergència marque perfil propio frente a Esquerra Republicana. Según estas fuentes, Puig ha marcado distancias en privado con la actual política de la cúpula de Convergència porque entiende que el partido debe rearmarse ideológicamente y, sin abandonar el soberanismo, tener un discurso claro y diferenciado del de los republicanos.
Puig no es el único que ha cuestionado públicamente la hoja de ruta marcada por Mas y Homs. El vicesecretario general de Convergència, Lluís Corominas, ha afirmado también que probablemente la consulta no se podrá hacer y que habrá que pasar al plan B, en este caso unas elecciones autonómicas en clave plebiscitaria; es decir, con una campaña que verse básicamente sobre el sí o el no a la independencia.
Ante estas dudas internas y después de que el líder del PSC, Pere Navarro, diera por hecho el sábado que no habrá consulta, Mas se esforzó este domingo en dejar claro que nada ha cambiado. “Espero, deseo y confío en que antes de final de año habrá acuerdo sobre la pregunta que se tendrá que hacer para la consulta del año que viene y la fecha, y también los procedimientos a utilizar desde el punto de vista legal”, dijo. Pero Mas también insistió en que no está por la labor de desafiar la ley: “Otra cosa es si desde las instituciones del Estado nos lo impiden de todas formas y por cualquier camino”.
El próximo paso de Mas será intentar un acuerdo con ERC, ICV, la CUP e incluso el PSC para que el Parlamento catalán pida formalmente al Gobierno que autorice la convocatoria de una consulta. Será durante el mes que viene. El previsible portazo de Mariano Rajoy a esta petición conducirá, si no hay sobresaltos, a marcar en el calendario una posible fecha para la consulta.