LUIS VENTOSO – ABC – 18/03/16
· Ya no falta un solo vicio de la «vieja política» en Podemos.
Como infinidad de vecinos de Madrid, en mayo de 2011 bajé varias veces a dar un voltio por una Puerta del Sol tomada por el camping del 15-M, los llamados «indignados». Al fin y al cabo, no todos los días se tiene la oportunidad de ver una revolución en persona y sin lastimarse. Aunque los mayores damnificados por nuestras impresentables cifras de paro son los padres de familia con hijos, no era ese el perfil dominante allí.
Lo que había mayormente en Sol eran estudiantes, muchos bienintencionados, que debatían sesudamente sobre cómo mejorar nuestra democracia y mitigar la desigualdad de una España barrida por la crisis (y por el zapaterismo). Observé además carteles un pelín flipados («Los peces también sufren»), olí algún peta, vi latas de birra a tutiplén, porque la revolución es cansada y a veces toca relajarse. Por testimonios de conocidos, sé además que muchos de los revolucionarios habían salido de las estupendas dachas de sus papis en Pozuelo o en Conde Orgaz para vivir la experiencia de una acampada por la causa, sabedores de que, completada la gesta, en casa aguardaban mantel y catre, parné en el bolsillo y buga propio.
El movimiento «indignado» dio la vuelta al mundo. ¡Vaya portadones en TheNewYorkTimes! El malestar español había estallado. El NYT hizo menos hincapié en dos detalles: cuando brotó el 15-M mandaba en España el socialismo, y solo seis meses después de la protesta de Sol, televisada a todas horas, el PP ganó con mayoría absoluta. En contra de lo que se había pregonado, la fotogénica acampada no resumía el sentimiento político dominante en una España libre.
El fenómeno de Sol contribuyó a la siembra de Podemos. La operación se completó con las muletas de Venezuela e Irán y con un líder carismático, un profesor universitario comunista, inteligente, buen actor y con aires de joven profeta, entronizado por televisiones de izquierdas de capital de derecha, que le instalaron un púlpito. Había nacido el partido de «la gente», que liquidaría a «la casta» y los vicios de la «vieja política».
Los seres humanos no somos serafines. Nunca creí que Podemos levitaría sobre la casta y tocaría la lira entre nubes de bondad. Pero en solo dos años han empeorado mis lúgubres previsiones: no hay vicio de la «vieja política» en que no hayan incurrido. La cacareada democracia participativa se ha quedado en un cesarismo leninista con purgas fulminantes. Los tres padres fundadores –Monedero, Errejón e Iglesias– han incurrido en chanchullos: una beca no trabajada, trampas al fisco y unos malolientes pagos de la siniestra teocracia iraní. Sus propuestas económicas ya ni se comentan, pues se asume que son una coña (94.000 millones más de gasto público).
Su negativa a apoyar a los presos de conciencia de Maduro es repulsiva, al igual que su falta de empatía o mínima humanidad con las víctimas de ETA (se llevan mejor con el entorno de los verdugos). Su vida interna es un magma de rencillas y envidias, agravado por la deriva de sus ramas filoseparatistas. Su gestión municipal, trufada de traspiés frikis, es flojísima y está frenando inversiones que darían empleo a «la gente».
LUIS VENTOSO – ABC – 18/03/16