Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
- Hasta ahora, el servicio de la deuda de esos 15.000 millones eran responsabilidad de la Generalitat y en adelante lo serán del Estado
La amnistía ha copado la atención de las negociaciones para la investidura de nuestro condescendiente presidente. Pero hay muchos más temas que se han pasado poco menos que por alto y que ofrecen mucha tela para cortar. Entre ellos, la condonación de los 15.000 millones de euros, más los intereses inherentes que conllevan, y que son parte de la deuda que mantiene la Generalitat con el FLA. La vicepresidenta dijo al respecto una simpleza que solo demuestra la deriva que ha tomado Nadia Calviño, uno de los pilares que aportaba sensatez al Gobierno y que, no se si por cansancio o desinterés, ha ido oscureciéndose y abandonando el sentido común para mimetizarse de mala manera con el paupérrimo paisaje del Consejo de Ministros en funciones. Dijo que tal cesión era un simple apunte contable, sin mayor efecto ni repercusión, ya que los euros no salían del perímetro del Estado.
Claro, pero se le olvidó decir que cambia el titular de la deuda y eso no es irrelevante. Hasta ahora, el servicio de la deuda de esos 15.000 millones (es decir los intereses pagados más las devoluciones comprometidas) eran responsabilidad de la Generalitat y en adelante lo serán del Estado. Éste no tiene dinero para devolverlos, así que emitirá más deuda que pasará a engrosar la barra de hielo en donde se contabilizan. No los devolverá, pero sí tendrá que asumir los intereses inherentes. Lo cual le (nos) plantea tres problemas. El primero, quizás el más sencillo, será convencer a Bruselas de que esta operación es inocua y que añadir el servicio de unas cuantos miles al déficit de la administración central es un hecho irrelevante que le permitirá a Cataluña endeudarse un poco más. Además, siempre podrá inspirarse en el sinpar Patxi López y preguntarles ‘¿a ustedes, qué les importa?
Luego tendrá que lidiar con el resto de las airadas autonomías que, una vez olida la sangre, se lanzarán a por su trozo de venado. Galicia lo ha hecho y, como era de esperar, el condescendiente Sánchez ha condescendido. Ya de entrada, los acólitos de la negociación han anunciado que todas ellas obtendrán su parte del botín, pero ¿a cuánto asciende la generosidad del Gobierno? ¿Qué hará con Madrid que no debe nada? ¿Cómo le compensará, dado que se ha financiado en los mercados a un coste mayor? ¿Con dinero fresco? ¿Quién y cómo se ha llegado a esa cifra de los 15.000 millones? ¿Son el resultado de un cálculo sesudo y complejo o una arbitrariedad más negociada en Bruselas con el prófugo que manosea nuestro destino con sus manos? Y, el tercero. El sistema de Concierto vigente en el País Vasco contempla que Euskadi corra con el 6,24% del servicio de la deuda del Estado. ¿Está el PNV dispuesto a pagar esa parte de la fiesta total? No se corresponde con la tradición. Entonces, ¿cómo evitará que se produzca ese curioso efecto?
Esto es más, bastante más, que un asiento contable.