EL MUNDO 14/03/14
SANTIAGO GONZÁLEZ
Fue Narcís de Carreras el primero en afirmar «el Barça es más que un club» durante su toma de posesión como presidente del FC Barcelona, en 1968. Ayudó mucho a difundirlo mi admirado Vázquez Montalbán, que lo acompañaba con una creación propia: «El Barça es el ejército desarmado de Cataluña», en lo que probablemente es el oxímoron más tonto del siglo XX: ¿para qué valdrá un ejército desarmado? Ocho siglos de autogobierno son esto, que la tradición nacionalista es cemento de fraguado rápido, recuerden la condena de Tasio Erkizia del momento en que Francia empezó a colaborar con España contra ETA: «En los últimos seis años Francia se ha convertido en el enemigo secular del pueblo vasco».
Pero el Barça fue más que un club el mismo año del bautismo de sangre de ETA (por buscar una fecha referencial para el nacionalismo vasco) y ahora resulta que Mas es más que un Mas, no les digo más. En la dorada mediocridad que es la Cataluña soberanista, Mas es un primus inter pares, el primero en su género.
La política española, dicho sea sin ánimo de molestar, produce especímenes como éstos. La especificidad catalana es la ausencia del sentido del ridículo, más clamorosa que la media española. Aquí, Forrest Gump logra que le sigan en su carrera, no un centenar, como el protagonista deZemeckis, sino un millón y medio, que en estándares madrileños serían nueve millones. Qué espectáculo para la San Silvestre de Vallecas.
Lo último de Mas es su promesa parlamentaria de colocar las urnas el 9 de noviembre, fecha a partir de la cual se atarán los perros con butifarra, manarán ríos de leche y miel, y la pobreza será un mal recuerdo que se quedará en España. El día de la consulta será de movilización para los Mossos y cualquier ausencia tendrá que documentarse con baja médica, no valdrán malestares de boquilla.
Mas había prometido a Rubalcaba que no hará una consulta ilegal, pero ha fijado una fecha, ha elegido dos preguntas, pasará de la suspensión que dicte el Constitucional y convocará a los catalanes a votar sobre algo que compete a todos los españoles en el uso de unas atribuciones que no tiene. Le ha perdido el respeto al presidente del Gobierno, pero no sabe el peligro que corre con este desafío a Rubalcaba.
El peregrinaje de Forrest duró tres años y dos meses y medio, más de lo que le va a durar al president, mucho menos que a su modelo Moisés, que se perdió con su pueblo 40 años por el desierto. «Alguien dijo que esto que yo hacía daba esperanza a la gente», dijo el personaje de Hanks antes de volverse a casa, lo que hará Artur Gump tras su fracaso. La diferencia de fondo es que Forrest Gump no se creía del todo la frase. Forrest Mas, al parecer, sí.