EL MUNDO 08/05/14
El Gobierno español y el catalán se acusan mutuamente de no querer negociar acerca del desafío soberanista, y es poco probable que esto cambie al menos antes de las elecciones europeas. Cuando la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, le dijo ayer a Artur Mas que «la pelota ahora está en su tejado», en relación a un eventual diálogo si el president renuncia a la consulta, le respondió: «A mí propuestas concretas no me constan, al margen de la petición de que renunciemos a todo lo que estamos haciendo».
«Ustedes imponen una condición no a mí, sino al 80% del pueblo, que quiere votar el 9 de noviembre sí o no», añadió Mas.
En cualquier caso, Mariano Rajoy se mantiene firme. Diálogo sí pero en ningún caso para nada que tenga que ver con las aspiraciones de convocar una consulta, que él entiende como un paso claro «en contra de la Constitución, de la soberanía nacional y para romper la unidad de España». Para hablar de eso nadie puede esperar ni cita ni hora en La Moncloa, de manera que la petición expresa que ayer hizo en el Congreso el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, quedó rechazada de inmediato.
El presidente no tiene «imaginación» para abordar el «contencioso» que, según Duran, enfrenta a la sociedad catalana con el Ejecutivo central. A Rajoy no le cuesta admitirlo porque no cree ni que exista tal contencioso, ni que la aspiración independentista sea el primer problema de los ciudadanos de Cataluña, ni que la Generalitat haya planteado la cuestión por los cauces adecuados. El presidente mantiene que Mas pretende imponer, no negociar, y que, tras las decisiones unilaterales tomadas por la Generalitat no hay vías que permitan un acuerdo, ni siquiera de mínimos, informa Marisa Cruz.