IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El Correo

Si me guarda el secreto, y no se lo cuenta a mi jefe, le confesaré que estoy desorientado. O quizás es más exacto decir que estoy perdido entre tanto Programa de Recuperación, de Relanzamiento, de Reconstrucción, entre tal maremagnum de ayudas y de apoyos y tal cantidad de dinero prometido, que ya parece que los miles de millones son calderilla que se entregan en las ventanillas de las distintas y numerosas esferas de la Administración. A mí todo esto me parece bien, supongo que es necesario e imagino que es urgente. Pero también creo dos cosas. Una, que los dirigentes hacen mal en prometer empresas y empleos, como si estuviese en sus manos crearlos. Si fuera así, habría que detenerles inmediatamente a todos y llevarlos a juicio por una simple cuestión. ¿Cómo es que no lo han hecho ya, con la que está cayendo? No, los gobiernos tienen la obligación de diseñar el habitat necesario para que surjan empresas y se cree empleo. Y tienen que definir espacios legales, administrativos y fiscales que proporcionen seguridad, estimulen y protejan a aquella parte de la sociedad que se siente en la obligación, o que simplemente tiene interés, en invertir y en emplear. No es seguro que cada responsable empresarial conozca lo que mejor le conviene a su empresa, pero no hay nadie en la Administración que lo sepa mejor que él. Creo.

Y para eso hacen falta normas sencillas, claras y perdurables en el tiempo. Y no las tenemos. Miren hoy. El Gobierno vasco publica su ambicioso plan de recuperación. ¿Algo malo? No, ¡que va! todo lo contrario, nada que objetar a sus ideas, sus objetivos y sus instrumentos. Pero, ¿es un plan nuevo o es, básicamente, una reordenación de anuncios ya hechos y una suma plurianual de cantidades ya comprometidas? Lo que sí ha quedado claro es que los Presupuestos de esta legislatura no contemplan recortes del gasto aunque sí endeudamiento. Es decir, nadie que tenga más de sesenta años debe preocuparse. ¿Los de menos? Que esperen. ¿A qué? Pues a qué va a ser. ¡Vaya pregunta más boba! Pues a que crezca otra generación para endosarle el agujero…

Otro ejemplo reciente. Le aseguro que sigo el asunto de los ERTE con cierta cercanía y con gran interés, pues me parece un instrumento capital en estos tiempos de pandemia, precariedad y escasez de puestos de trabajo. Bueno, pues ya no me aclaro entre la variedad de tipos, los sectores afectados, la casuística de su aplicación, las particularidades entre las cotizaciones comprometidas y las ayudas prometidas. Un verdadero galimatías que el acuerdo de ayer no contribuye a aclarar. Al contrario, despista, desanima y fomenta el desistimiento. Mala cosa.