DIARIO VASCO, 8/10/11
Los dos candidatos se comprometen a colaborar de manera «leal» y con «unidad» para el fin definitivo de ETA. El popular anuncia que no congelará las pensiones mientras el aspirante del PSOE teme por los servicios públicos
Ambos comenzaron mostrando sus condolencias a la familia de Joaquín Moya, el militar asesinado el domingo en Afganistán. A partir de ahí, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy no se dieron ni un segundo de tregua, en un debate áspero, sobre todo por parte de Rubalcaba, que desde su posición de víctima propiciatoria tuvo que jugar la carta de intentar acorralar a su oponente. Ambos dejaron a ETA fuera de la confrontación.
El candidato socialista quiso llevar a Rajoy al cuerpo a cuerpo, lo que hizo que el dirigente popular llegara a quejarse: «No puedo hablar». Un pequeño ‘lapsus’ de Rajoy, al llamar a su adversario ‘Rodríguez Rubalcaba’ (un error lingüístico que por cierto repitió en otro momento del cara a cara), sirvió para dar el pistoletazo de salida del debate, en el que la economía centró las intervenciones más hondas.
Economía y empleo
Obligado a salir al ataque desde el primer minuto, Rubalcaba acusó a Rajoy de no poner encima de la mesa ninguna solución contra la crisis. «Si usted cuenta lo que tiene en la cabeza, ni sus electores le apoyarían», afirmó el candidato socialista, que se propuso hacer bandera de la sinceridad en todo el debate. «Yo también pienso que cinco millones de parados son muchísimos», dijo Rubalcaba y, a partir de ahí, se centró, casi obsesivamente, en cuestionar a Rajoy sobre si va a cambiar la prestación por desempleo. «¿Lo va a hacer? ¿Va a cambiar la prestación por desempleo?». Hasta en cuatro ocasiones lo preguntó, y cada vez en un tono más agresivo, esgrimiendo una entrevista de Rajoy al diario argentino ‘La Nación’ y leyendo incluso el programa electoral del PP.
Pero encontró siempre respuestas parecidas en un Rajoy que utilizó el pasado, reciente y anterior, para desmontar los argumentos de Rubalcaba. «Yo no haré lo que ustedes hicieron en 1992. Yo no reduciré las prestaciones por desempleo», le recordó el líder del PP, que también tenía preparada una buena batería de cuestiones: «¿Cómo tiene usted la osadía de hablar de seguridad en el trabajo si han creado más de tres millones de parados?», inquirió Rajoy, para zanjar este enfrentamiento con un «usted no tiene credibilidad, usted es corresponsable de las políticas de Zapatero».
Y de ahí pasó Rajoy a enumerar los principios genéricos de su futura política. «Necesitamos un cambio político, un Gobierno que diga la verdad, un plan para acabar con las ocurrencias y para no gastar lo que no tenemos, que es el origen de nuestros males», insistió el aspirante popular, que recalcó, varias veces, la obligación de los gobernantes de «controlar el gasto público». Y no se olvidó de las pymes, destinatarias de una batería de propuestas destinadas a que paguen menos IVA y cobren de las administraciones.
Rubalcaba también expuso unas cuantas medidas, ambiguas algunas, como «buscar un acuerdo para el empleo». Otras, más concretas, como «pedir a Europa que retrase dos años los planes de ajuste» o «reorientar nuestra economía hacia el I+D». Rajoy, sin embargo, sabía que contaba con una baza poderosa, un «dato demoledor»: «Su balance es cinco millones de parados».
Políticas sociales
Para resaltar su compromiso con los pilares del Estado del bienestar, Rajoy comenzó con un alegato a favor de los sistemas públicos: «El Estado debe garantizar la sanidad, la educación y las pensiones». Pero recordó, en varias ocasiones, que la sociedad necesita «que se cree empleo» para pagar los sistemas públicos.
Rubalcaba contraatacó destacando su certidumbre en el futuro de la sanidad pública, en contraposición a la extensión de la sanidad privada que vislumbra en las comunidades donde gobierna el PP. Y ahí se enzarzaron los candidatos: «En su programa no menciona la financiación de la sanidad pública», atacó Rubalcaba, más agresivo que nunca. «A usted se lo han explicado mal, no lo ha entendido», espetó Rajoy; «no sé si sabe que la sanidad se financia con impuestos», agregó. «No lo sabía», ironizó Rubalcaba, que, sin embargo, recibió como respuesta otro sarcasmo de Rajoy: «No se preocupe, que no le va tan mal el debate». «Usted está confuso», añadió.
Derechos civiles y política
Rubalcaba insistió en que Rajoy planea revisar cada dos años en el Parlamento el sistema de pensiones, insinuando que lo desmontará. Rajoy quiso ser muy claro: «Yo no voy a congelar las pensiones». Y pasó entonces a uno de sus campos predilectos, la educación, donde incidió en los valores del «esfuerzo y del trabajo», perdidos, a su juicio, con Zapatero. «Hay que reforzar la autoridad de los profesores», aseveró Rajoy, y Rubalcaba saltó como un resorte: «¿Cómo puede decir eso si en Madrid ustedes llaman vagos a los profesores?». Como conclusión, Rubalcaba apeló directamente al miedo de los votantes: «Con ustedes, no están garantizadas las prestaciones sociales».
El matrimonio homosexual era una de las armas con las que podía contar Rubalcaba, que pretendía atacar la ambivalencia de Rajoy en este caso. El candidato socialista preguntó al líder popular si lo mantendrá, y este no se salió del guión: «Intenté pactar con Zapatero el término ‘unión’ en lugar de matrimonio, pero él no quiso. Y hay un recurso en el Tribunal Constitucional».
Tras hablar de diputaciones provinciales y seguridad, solo unas frases para la lucha antiterrorista, el único punto donde coincidieron. Porque Rajoy concluyó con la política exterior, y ahí certificó que España «ha perdido credibilidad en todo el mundo».
Los dos candidatos a la Presidencia del Gobierno se comprometieron a colaborar de manera «leal» y con «unidad» en lo referente a la lucha contra el terrorismo. «Esto de ETA está encauzado, es un momento para felicitar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a los jueces, a los fiscales y acordarnos de las víctimas que no vamos a poder olvidar», aseguró Rubalcaba. Recordó que en el programa electoral del PP de 2008 la organización era el primer tema mientras que en el de ahora «es el último». A partir de ahí, el candidato del PSOE añadió que «pase lo que pase el 20-N», Rajoy tendrá su «colaboración». «Si soy presidente le llamaré para dar los pasos que hay que dar para poner fin definitivo y si estoy en la oposición contará con mi leal colaboración», agregó.
Más escueto fue el máximo dirigente del PP, quien aseguró que hará «exactamente lo mismo». «En la lucha contra el terrorismo, la unidad de todos es capital para terminar definitivamente con la banda terrorista», replicó Rajoy.
DIARIO VASCO, 8/10/11