EL MUNDO 08/09/13
· Por mucho que se extrañe de la repercusión de sus palabras, está claro que Artur Mas ha modulado su apuesta soberanista. El que ahora dé por hecho que sólo celebrará una consulta «legal» –lo que implica la colaboración del Estado–, en vez de afirmar como antes que la convocaría «sí o sí», es un cambio sustancial. Como lo es que el plan B sean unas elecciones plebiscitarias en 2016 y no en 2014.
Ayer insistió en esos dos puntos. Y lo hizo incluso en castellano, en un gesto teatral inédito en un Consejo Nacional de Convergència, que en su opinión debía servir para que los periodistas de medios nacionales entendieran mejor el mensaje que quería transmitir y para evitar «interpretaciones interesadas o simplistas».
Y en ese idioma también reculó con respecto a sus declaraciones hechas en el Parlament antes de las elecciones, cuando todavía no sabía que los ciudadanos le quitarían 12 diputados en las urnas, y prometió convocar una consulta con o sin acuerdo del Gobierno central. Ayer en Bellaterra (Barcelona), Mas dijo que aunque su intención sigue siendo la de celebrar el referéndum soberanista en 2014 no se saltará la ley para conseguirlo.
«La consulta se puede hacer en 2014 acordada con el Estado o tolerada por el Estado. Y éste es el marco en el que estamos trabajando, porque es el mejor», aclaró Mas, que admitió que existen negociaciones entre la Generalitat y el Gobierno de Mariano Rajoy.
Mas le recordó al Ejecutivo central que, según los cálculos de sus expertos, existen «hasta cinco» fórmulas legales de convocar la consulta: la autorización directa del Estado; la actual ley catalana de consultas populares por vía de referéndum –que, aunque fue recurrida ante el Tribunal Constitucional por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, está vigente–; la nueva normativa de consultas no refrendatarias que actualmente se tramita en el Parlament –y que con casi toda seguridad también será recurrida por el Gobierno de Mariano Rajoy–; los referendos consultivos previstos en la Constitución Española, y la reforma de la propia Carta Magna.
Para cualquiera de ellas, como el presidente catalán reconoció ayer, necesita de la ayuda de Rajoy. Incluso para la que prevé usar la ley de consultas catalana, que podría ser impugnada por el Gobierno ante el Tribunal Constitucional. Si, como todo indica, el Estado no pone facilidades para la celebración del referéndum, entonces Mas convocará elecciones autonómicas «plebiscitarias» en 2016, al final de su mandato.
ERC y los independentistas más impacientes preferirían que fueran en 2014, justo después del no del Gobierno, pero Mas busca con esa maniobra dilatoria ganarle tiempo a la crisis, sacar a CiU del pozo en el que ahora la colocan las encuestas y calmar la inquietud de Unió, que no quiere de momento ir tan lejos como Convergència.
Sin embargo, el mensaje más aplaudido por sus compañeros en la dirección de Convergència fue el que Mas tenía pensado para tranquilizar los ánimos en ERC. Visiblemente preocupado por el efecto que tuvieron sus palabras del jueves, cuando por primera vez habló de aplazar el referéndum, el presidente de la Generalitat insistió en que «de aquí a final de año se pactará la fecha de la consulta» y «la pregunta o preguntas» –y esa puntualización ya es un guiño a quienes, como Josep Antoni Duran Lleida prefieren evitar un sí o no puros a la independencia– que se hará a los ciudadanos.
Si el Gobierno central no se comporta «de manera civilizada» y no le deja hacer la consulta, Mas avisó de que unas plebiscitarias en 2016 serían totalmente lícitas, en contra de lo que piensan algunos: «Estamos determinados a hacer que el pueblo pueda votar en esta legislatura. Unas elecciones son siempre legales, y la facultad de convocarlas corresponde al presidente de la Generalitat». Y añadió: «Si ni este último recurso fuera posible, no quiero ni pensar qué pasará».
La mejor prueba de que el discurso de Mas sí ha cambiado es el tirón de orejas que recibió ayer del presidente de ERC. Oriol Junqueras dijo que no se plantea unas elecciones plebiscitarias ni ningún otro escenario distinto de una consulta soberanista en el año 2014, y que especular sobre cuestiones futuras, como hizo el presidente de la Generalitat, no es sino un «error estratégico».
En una entrevista concedida a Catalunya Radio, Junqueras afirmó que especular sobre cuestiones futuras tiene un «punto peligroso» porque puede «debilitar» la posición presente.
En cualquier caso, evidenció que su malestar no llegará por ahora más lejos cuando mostró su confianza en que Artur Mas «hará todo lo posible» por cumplir sus compromisos y llevar a los ciudadanos a votar en 2014. Tampoco quiso especular sobre qué hará si no cumple con ese compromiso.
Pese a todo, también probó que sigue dispuesto a someter a un marcaje estrecho a CiU cuando censuró una de las ideas que ayer expuso el president: la de la pregunta múltiple.
Junqueras afirmó que su formación está dispuesta a entrar en el Gobierno catalán si se establece una fecha cercana sobre la consulta con una única pregunta «clara» que posibilite una respuesta explícita – sí o no– sobre la independencia de Cataluña.
EL MUNDO 08/09/13