Mas se queda solo en el proceso soberanista tras romper con Duran

EL MUNDO – 18/06/15 – EDITORIAL

· La dirección de Unió, el partido que lidera Duran Lleida, acordó ayer retirarse del Gobierno que preside Artur Mas en respuesta al ultimátum del presidente de la Generalitat, que les había dado tres días para sumarse al proceso soberanista el pasado lunes. Actualmente Unió está representada en el Gobierno por Joana Ortega, vicepresidenta, y los consejeros Espadaler y Pelegrí, que deberían abandonar sus cargos en las próximas horas.

Unió seguirá prestando apoyo parlamentario al Ejecutivo de Mas y mantendrá sus alianzas en los ayuntamientos, pero no dará más pasos que supongan una escalada de la tensión con las instituciones del Estado.

TV3 adelantó anoche que CDC dará hoy por rota la fedreación y descartará la posibilidad de ir con Unió a unas elecciones el 27-S.Artur Mas se ha tomado como una ofensa política y personal el acuerdo adoptado por Unió, que, en una votación que dividió al partido el pasado domingo, acordó distanciarse de la estrategia de enfrentamiento con el Gobierno de Rajoy. En concreto, la formación aprobó una resolución en la que defiende que la consulta sobre el futuro marco de Cataluña debe ser llevada a cabo dentro de la legalidad, algo que siempre ha rechazado el president.

La decisión de Unió, que lleva 37 años compartiendo listas comunes con Convergència, coloca al borde de la ruptura a la coalición en un momento en el que Artur Mas está a punto de convocar unas elecciones que se celebrarían dos semanas después de la Diada.

Mas quiere convertir estos comicios en un plebiscito, puesto que ya ha anunciado que se presentará encabezando una lista abierta que incorpore a intelectuales, empresarios e independientes y con un único punto en su programa: la proclamación unilateral de la independencia si el Estado no negocia.

La propia ERC se ha desmarcado de este planteamiento y ya ha dejado claro que presentará sus propias listas, ya que Artur Mas sigue tomando las decisiones sobre el proceso soberanista sin contar con nadie y con una clara intención de capitalizar los resultados electorales como un refrendo de su política.

A nadie se le escapa que detrás de la convocatoria de elecciones hay una huida hacia adelante de Artur Mas, acosado por una mala gestión, graves escándalos de corrupción que han provocado el embargo de la sede y una caída de su popularidad personal. El propio avance del nacionalismo parece haberse estancado, debido al avance de partidos como Ciudadanos y Podemos.

A esto se suma el impacto que ha tenido sobre su electorado las revelaciones sobre la conducta de Jordi Pujol y su familia. Mas no ha sido capaz de establecer una distancia con su predecesor, entre otras razones, porque es su heredero político y su cómplice sentimental.

Parece cada día más claro que Artur Mas está tomando una deriva autoritaria que le empuja a adoptar las decisiones sin contar con los dirigentes de su partido y siempre en nombre de un pueblo catalán al que ha usurpado la identidad con fines electoralistas. Veremos si Mas se atreve con el órdago que supone convocar unas elecciones en las que corre el riesgo de seguir perdiendo apoyos. El líder de Convergència se ha vuelto imprevisible, lo cual le hace doblemente peligroso.