EL MUNDO – 21/10/14
· Artur Mas soporta cada día con más dificultad la presión para rubricar el fracaso de su aventura independentista con la convocatoria de unas elecciones anticipadas de cariz plebiscitario.
Ayer mismo, el presidente de la Generalitat demostró su elevado grado de desesperación cuando buscó refugio en la CUP, un partido independentista radical, para blindar el sucedáneo de consulta con el que pretende cumplir su promesa de dar voz a los catalanes el 9-N.
El Govern anunció un «preacuerdo» con la formación antisistema para garantizar el «proceso participativo» que sustituirá al referéndum. Sin embargo, fue posteriormente desmentido por sus inesperados socios, mientras el resto de partidos del extinto bloque soberanista plantaba de nuevo a Mas. ERC e ICV se aliaron para rechazar el último intento del president de salvar su imagen ante los sectores secesionistas y le exigieron que no demore por más tiempo la llamada anticipada a las urnas.
De esta manera, una semana después de que la unidad del frente proconsulta se rompiera y Mas enterrara formalmente el referéndum, los partidos que lo formaban volvieron a hacer públicas sus irreconciliables diferencias. La jornada arrancó con una comparecencia no prevista del portavoz del Govern, Francesc Homs, para comunicar que habían sido capaces de recomponer la «unidad técnica» que garantizaría la celebración del descafeinado 9-N propuesto por Mas. Homs defendió que habían acordado con la CUP un «mínimo común denominador» que permitiría desplegar la logística necesaria para celebrar la consulta alternativa sin necesidad de que los partidos soberanistas consensuaran una posición política sobre la resolución definitiva del proceso independentista.
El también consejero de Presidencia llegó a enumerar el decálogo acordado con los independentistas radicales, un acuerdo que se resumía en la creación de un órgano con miembros de los diferentes partidos para supervisar el despliegue de la encuesta que sustituirá al 9-N, la promoción de la jornada con campañas institucionales y el intento de legitimar el resultado del sondeo con la presencia de observadores internacionales.
Homs otorgó a su anuncio rango institucional al hablar desde el Palau de la Generalitat, pero poco importó eso a la CUP, que refutó horas después la versión del Govern. Los antisistema emitieron un comunicado urgente en el que negaron haber alcanzado ningún «acuerdo bilateral» con el Ejecutivo catalán, subrayaron su compromiso de convertir el 9-N en un «desafío democrático al Estado» y siguieron defendiendo «la desobediencia como única vía».
Este último matiz es relevante. La CUP pretendía que el Govern se comprometiese a «desacatar» cualquier nueva prohibición que impidiera la celebración del sucedáneo de consulta, pero Mas sólo acepta comprometerse a «debatir opciones alternativas» si el Estado acaba vetando su última ocurrencia.
Y mientras CiU y la CUP discutían los matices de su débil preacuerdo, ERC e ICV se reunían para redoblar la presión hacia el Govern y exigir el anticipo electoral. Republicanos y ecosocialistas acordaron reclamar la «convocatoria inmediata de elecciones» a Mas. Ambas formaciones coinciden en que el presidente de la Generalitat no puede continuar aplazando los comicios, aunque no se niegan a que el 9-N tenga lugar una movilización masiva para evidenciar que el Gobierno niega a los catalanes la posibilidad de votar. En cualquier caso, son estos dos partidos quienes quieren definir los términos de dicha movilización y no acatar los impuestos por el Govern y la CUP.
Tras el primero de esos cónclaves, Junqueras tildó de «ingobernable» la actual situación política catalana. El líder de ERC insistió en que su partido no está dispuesto a apoyar los presupuestos. «No puede ser que haya actitudes dilatorias del presidente porque no le interesan unas elecciones», añadió el coordinador de ICV, Joan Herrera, quien ayer tuvo que presenciar cómo Homs equiparaba su oposición al 9-N alternativo a la que PP y Ciutadans vienen propugnando contra el referéndum los dos últimos dos años.
La presión de Junqueras y Herrera se suma a la imprimida el domingo por la Asamblea Nacional Catalana (ANC). La entidad independentista dirigida por Carme Forcadell puso a Mas contra las cuerdas pidiendo elecciones antes de tres meses si quiere contar con su apoyo para amparar el deslavazado 9-N.
EL MUNDO – 21/10/14