ABC 13/12/13
· Habla de la «trascendencia histórica» de una consulta imposible.
· Suspender la autonomía Duran consideraría un «despropósito» que el Gobierno suspendiera la autonomía catalana.
«Tenemos un acuerdo para hacer la consulta el año próximo». Así comenzó el presidente de la Generalitat, Artur Mas, su solemne comparecencia, convocada de urgencia a las 14 horas en la sede del Gobierno de Cataluña, para proclamar que el referéndum de autodeterminación se celebrará el 9 de noviembre de 2014. De esta forma unía su futuro político a los radicales de ERC y al resultado de esa consulta.
Aunque el pacto de gobernabilidad entre CiU y ERC establecía que la fecha y el contenido de la pregunta debía cerrarse antes de fin de año, la insistencia de los republicanos en que el enunciado debía incluir la palabra independencia, unida a la estudiada indefinición de los nacionalistas, hacía prever que las negociaciones se prolongarían hasta agotar el plazo y que incluso habría tiempo de descuento. Pura escenificación política. Es muy posible que aquel 19 de diciembre de 2012, fecha en la que Mas y el líder de ERC, Oriol Junqueras, firmaron el acuerdo de legislatura, ya llevara implícito una entente sobre el contenido de la pregunta.
Fórmula salomónica
Lo cierto es que, a pesar de las amenazas de Junqueras, dispuesto a dejar caer al dirigente nacionalista si no se utilizaba el término «independencia», ERC se ha salido con la suya con una fórmula salomónica, que satisface (aunque no demasiado) a su partido y a UDC, socia de Convergència y que se inclinaba por una tercera vía que incorporara la opción federalista del PSC.
De hecho, los socialistas catalanes podrían haber salido en la foto de ayer dado que, finalmente —y a la espera de que las respectivas ejecutivas de los partidos avalen el acuerdo— se ha optado por una doble pregunta: «¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado?», que en caso afirmativo abre la subpregunta «¿Quiere que este Estado sea independiente?».
«Nos hubiera gustado que el PSC estuviera presente», dijo Mas en su breve intervención —abundará en ello en una entrevista que el próximo lunes emitirá la televisión catalana en «prime time»—. Explicó que el acuerdo «ha sido rápido», pues en dos días los partidos hicieron su puesta en común. Describió la pregunta como «abierta», pues ese era el requisito necesario para cumplir sus dos objetivos: lograr una amplia mayoría y señalar una pregunta clara en dos apartados. El líder nacionalista destacó la «trascendencia histórica» de un acuerdo que, según dijo, exige que el Gobierno «responda a la voluntad democrática del pueblo catalán». A continuación dio paso a los representantes de los partidos presentes. Junqueras confesó que el enunciado de la pregunta no acaba de convencer a su formación. «No quería una pregunta que fuera tan larga», aunque «una única pregunta encadenada con dos partes permite que la mayoría independentista se movilice para conseguir mayoría clara», dijo el líder republicano.
Tras el referendo de Escocia
«Queríamos una pregunta sobre un Estado independiente, a la escocesa, pero ERC tiene la fuerza parlamentaria que tiene», dijo. Se da la circunstancia de que, en el supuesto de que llegue a celebrarse, la consulta catalana tendría lugar dos meses después del referéndum de autodeterminación previsto en Escocia, Obviamente, los resultados de esta votación —las últimas encuestas de intención de voto dan un empate entre el «sí» y el «no»
influirían en la consulta catalana. Junqueras añadió que «ERC siempre está en disposición de hacer lo más útil para los ciudadanos de Cataluña» y aseguró que «si no gana el independentismo, aceptaremos el resultado, ayudaremos al país a seguir adelante, y seguiremos defendiendo que la independencia es el mejor camino».
Rehén de Junqueras
Tras acceder a las presiones de Junqueras, Mas se ha asegurado ahora la aprobación de los presupuestos de la Generalitat de 2014 y la continuidad de su mandato. Pero el agotamiento de la legislatura no está garantizado. «Tienen pregunta, tienen fecha pero no habrá consulta. Es un ejercicio de engaño político elevado a la enésima potencia», decía ayer el portavoz de Ciutadans, Jordi Cañas. Y es que, a pesar del entusiasmo que el anuncio despertó en medios soberanistas, lo cierto es que el referéndum chocará tarde o temprano con la barrera de la legalidad, y si finalmente se prohíbe, Mas no tendrá otro remedio que adelantar elecciones (tocan en 2016). El líder de UDC, Josep Duran i Lleida, admitió que el Gobierno «está en su derecho» de frenar la consulta, pero considera un «despropósito» que el Ejecutivo suspendiera la autonomía catalana.
Quedan pendientes muchas incógnitas, pero todo apunta a que el referéndum se convocará de acuerdo con la ley de consultas catalanas que en breve se aprobará. La intención de CiU y ERC es que puedan votar menores de 16 años e incluso inmigrantes censados. No se descarta usar como censo las tarjetas sanitarias. La Generalitat trabaja contrarreloj para poder aplicar el voto telemático. El coste está cifrado en cinco millones de euros.
ABC 13/12/13