EL MUNDO 10/11/14
· Presume de que 2,25 millones de catalanes hayan votado, casi millón y medio menos que en 2012, pese a quepodían hacerlo menores e inmigrantes
· El 80,72% del ‘Sí’ a la independencia supone sólo 70.000 votos más que los 1,74 millones que sumaron los partidos soberanistas (CIU, ERC y Cup) en 2012
· El ‘president’ habla de «éxito total» y de la «miopía» de Madrid, mientras que el ministro de Justicia califica el 9-N de «simulacro inútil y estéril»
Artur Mas consiguió ayer la foto que buscaba. Aunque la ausencia de garantías democráticas de la consulta alternativa pone en duda la credibilidad de las cifras oficiales, lo cierto es que más de dos millones de personas hicieron cola frente a colegios electorales abiertos e introdujeron una papeleta en una urna, pese a la suspensión del Tribunal Constitucional y las advertencias de la Fiscalía. Quien quiso, expresó su opinión sobre la independencia de Cataluña.
Mas cree que sale reforzado de la demostración de ayer, que sólo fue supervisada por voluntarios y que el propio president definió como una primera vuelta de un referéndum definitivo. Pese a todo ello, no dudará en utilizar la movilización en beneficio propio en las dos partidas de póquer que tiene abiertas: la que juega contra Mariano Rajoy y la que le enfrenta con Oriol Junqueras por el liderazgo del independentismo.
Con los resultados en la mano, las cifras no son demasiado sorprendentes. Según la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega, el número de votantes fue muy parecido a los casi 2,2 millones que, en las autonómicas de 2012, eligieron la papeleta de CiU, ERC, ICV y la CUP, los partidos que daban apoyo al «proceso participativo».
Con el 88,44% de las mesas escrutadas, se habían recontado 2.043.226 votos, y la Generalitat estimaba que la cifra definitiva sería «cercana a los 2.250.000». Como era de esperar, se impuso con claridad el doble sí–al Estado propio y a la independencia–, con un 80,72% de las papeletas (1.649.239). Pero sorprendió que más de 200.000 personas optaran por el sí-no (un 10,11%) y que un 4,55% optara por el no a la independencia, que se quedó al filo de los 100.000 votos pese a que la mayoría de los contrarios a la secesión no acudió a las urnas. Además, 63.037 personas eligieron «otras opciones».
En las elecciones de 2012, la suma de los partidos soberanista (CiU, ERC y la CUP) alcanzó los 1,74 millones de votos, un número muy similar al que alcanzarán los sí-sí en la jornada de ayer cuando termine el recuento.
Y ello sin tener en cuenta otra variable importante: que en esta ocasión podían votar también menores de 16 a 18 años. En total, se calcula –porque no hay censo– que estaban convocados unos 6,3 millones de catalanes, frente a los 5,4 millones de las citas oficiales.
En cualquier caso, los soberanistas lograron el objetivo de movilizar a más de dos millones de catalanes. Y, con los números en la mano, y a falta de conocer cómo se distribuyen las papeletas entre las diferentes opciones, el Ejecutivo catalán cree que puede forzar al Gobierno a negociar una salida al problema catalán.
Si, como dice el escritor Albert Sánchez Piñol en la novela Victus, «el problema de los catalanes es que nunca supieron qué deseaban, y al mismo tiempo lo deseaban intensamente», ayer salieron a la calle los que sí saben lo que quieren. Para ellos, la votación se convirtió en un acto catártico, y hubo escenas de emoción pese a que, a efectos legales, no difería mucho de las consultas populares sobre la independencia organizadas por entidades privadas en municipios de toda Cataluña entre 2009 y 2011.
Las advertencias de la Fiscalía no tuvieron efecto, o al menos no el previsto: las instancias judiciales no intervinieron y la movilización entre los independentistas fue generalizada. Salvo alguna excepción anecdótica –en Hospitalet el director de un centro se negó a ceder las llaves a los voluntarios–, los colegios que albergaban las urnas abrieron sin problemas, y las primeras imágenes de la jornada ya deparaban estampas equiparables a las de unas elecciones homologadas.
Mas demostró enseguida que su principal objetivo a partir de hoy va a ser capitalizar la movilización. Después de votar a mediodía, improvisó una rueda de prensa para lanzar dos mensajes. Primero tiró de épica para presentarse como el artífice de la jornada y como protector de los independentistas ante la Justicia: «Si la Fiscalía quiere saber quién es el responsable, que me miren a mí». Pero también aprovechó para reclamar una consulta con garantías: «Nos hemos ganado el derecho a un referéndum definitivo y con todas las consecuencias».
Según anunció, Mas enviará hoy mismo una carta al presidente del Gobierno español para pedirle que negocie la convocatoria de ese «referéndum real», junto a las 23 cuestiones que le planteó en la reunión que ambos mantuvieron en La Moncloa el pasado 30 de julio.
La tournée mediática de Mas lo hizo incluso ubicuo: a la misma hora, poco después de cerrar los colegios electorales, se emitían entrevistas con el president tanto en TV3 como en La Sexta, donde se ofreció como candidato de una eventual lista independentista en unas elecciones anticipadas, que probablemente se celebrarán en los próximos meses.
Pero aún hubo más, porque Mas apareció por sorpresa en el centro de prensa del 9-N pasadas las 22.30 horas para calificar de «éxito total» la participación y para lanzar un mensaje al Gobierno: que termine con su «miopía» y resuelva «de común acuerdo» el problema catalán.
Tomando la iniciativa de forma rápida, el presidente de la Generalitat busca imponer su hoja de ruta frente a la de ERC. El líder de ese partido, Oriol Junqueras, favorito en las encuestas, quiere unas elecciones rápidas y ya ha anunciado que no aceptará la candidatura conjunta que quiere Mas si no incluye como objetivo la proclamación inmediata de la independencia. De hecho, el president le advirtió ayer de que «las cosas hay que hacerlas bien». Y añadió, en clara referencia a las prisas de ERC por alcanzar la independencia: «Cuando vamos juntos, avanzamos más y mejor, y éste es un mensaje para las próximas semanas y meses».
Pero Junqueras insistió ayer en que es necesario «dejar de perder el tiempo» a partir de hoy: «Estoy convencido de que esto es imparable y de que la jornada será un éxito y un paso más, que tendrá el momento decisivo con la construcción de una mayoría parlamentaria explícitamente independentista que nos llevará a la independencia de Cataluña».
La guerra entre ellos empieza hoy, pero Mas se apuntó ayer el tanto de la movilización y podría utilizarlo para tratar de alargar la legislatura hasta su fin natural, en 2016.