SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO – 17/08/14
· Tras EL canto resignado de la vicepresidenta Ortega para decir que si no puede hacerse la consulta el 9 habrá otras fechas, (hay más días que butifarras) ha bastado una tos de Junqueras, qué digo de Junqueras, ¡de Marta Rovira! para que Mas module y diga que él no tiene un plan B, ni un plan C, que su único plan es la consulta. No parece expresión de un estratega. Así, de memoria, sólo se me ocurre un precedente histórico, dicho sea sin ánimo de ofender: fue un conquistador español, extremeño para más inri, el que quemó las naves, pero Cortés era un aventurero, no un hombre de Estado. Audaces fortuna iuvat, dijo por otra parte Virgilio, pero no siempre.
Mas es un estratega raro, empeñado en ignorar las reglas del juego en que se empeña. Escribió Mario Onaindía que los nacionalistas vascos son jugadores de mus, juego que consiste en amagar con lo que no se tiene, mientras se disimula la jugada que sí se tiene. Mas quiere jugar a eso, pero ha invertido el orden de los lances y ha pervertido la lógica del juego. El día que compareció con su tropilla para anunciar la fecha y las preguntas del referéndum, lo que hizo fue lanzar un órdago, palabra que quiere decir en vasco: ahí está, va todo.
Lo que él ignora es que después del órdago, el retador ha perdido toda oportunidad. La iniciativa está en manos del retado, que tiene dos opciones: aceptarlo y mostrar las cartas o achantarse y dejar que el retador se saque su financiación, su piedra porque no. Y sucede que el adversario de Mas es el Estado y que el Estado es mano y sus cartas suman 31, el non plus ultra. Ya lo dijo Rubalcaba en su frase más cabal de los últimos ocho años: «El que echa un pulso al Estado, pierde».
No habrá choque de trenes, metáfora tercerista y boba donde las haya, por más que un obstáculo menor pueda hacer descarrilar un tren. Hay sólo un político ramplón que se ha embarcado en un juego cuyas reglas desconoce, así como el orden de las jugadas. No tiene sentido que después de decir órdago pida mus, (nuevo reparto de cartas para tratar de mejorar su suerte). Ahora es el turno de Rajoy, un oponente, que, por capacidad de disimulo y opacidad gestual, gallego de lluvia y calma, ha de ser un gran jugador de mus. Nos saldrá tercerista, pero le bastaría con poner sus cartas boca arriba, aunque alternativamente podría responder con una hermosa aliteración: «Mas, no hay mus».