Ignacio Varela-El Confidencial
No es inocente la decisión de publicar una estimación de voto todos los meses en lugar de hacerlo trimestralmente, como ha ocurrido durante 22 años
El método que desde tiempo inmemorial usa el CIS para sus encuestas es el más caro, el más lento y el más impreciso. También el más antiguo: viene de los tiempos en que mucha gente carecía de teléfono y había que reclutar a un ejército de encuestadores para hacer las entrevistas a domicilio. El único apóstol que queda de este método antediluviano es el actual capataz del organismo, para quien todas las formas modernas de investigar a la opinión pública son brujería.
El procedimiento ha sobrevivido únicamente por el afán de proteger la regularidad y estabilidad de las series históricas, que permiten observar la evolución de las opiniones en el largo plazo y, por ello, resultan valiosísimas para investigadores y analistas. Pero si se altera la metodología (que incluye la cadencia temporal, el contenido de los cuestionarios y la estructura de la muestra), la serie se rompe y nada tiene sentido. No les aburro con el listado completo de cambios adulteradores del modelo que Tezanos ha introducido sin explicar por qué (aunque todos ellos tienen un para qué).
No es inocente la decisión de publicar una estimación de voto todos los meses en lugar de hacerlo trimestralmente, como ha ocurrido durante 22 años. Es palmario el propósito de ocupar el espacio de las predicciones electorales durante el ciclo electoral que ahora comienza.
¿Quién pagará encuestas privadas sabiendo que cada 30 días caerá una del CIS financiada con el dinero de todos? La decisión busca establecer un monopolio de hecho y encierra una disuasoria opa hostil contra los institutos de opinión y los medios informativos. Y se hace justamente ahora porque vienen elecciones y porque es cuando Sánchez necesita el oxígeno de datos favorables que desmientan la sensación de que su Gobierno es cada día menos bonito y más desastroso.
La decisión busca establecer un monopolio de hecho y encierra una disuasoria opa hostil contra los institutos de opinión y los medios informativos
Aparentemente, esta estimación de voto es casi idéntica a la del mes de julio: apenas unas décimas de corrección para que el PSOE traspase la barrera mágica del 30%, Ciudadanos quede detrás del PP y Podemos obtenga una pequeña subida como recompensa por su lealtad, que tampoco hay que desmoralizar al socio. Todo niquelado ‘pro domo sua’.
Para que eso cuadre, ha tenido que presentarse un vuelco ideológico en el país. Desde las elecciones de 2016 y hasta el advenimiento de Sánchez, la derecha (PP y Ciudadanos) ha venido sumando establemente un 46% frente a un 42% de la izquierda (PSOE y Unidos Podemos). Pero, al parecer, tras la moción de censura se apoderó de la sociedad un furor izquierdista, de forma que ahora se invierten las cifras: 47% para la izquierda y 40% para la derecha. Es normal que, si la coyuntura le favorece, un partido crezca a costa de sus vecinos en el mismo espacio político, pero no hay precedentes de que la sociedad se transforme ideológicamente en seis meses.
Es normal que se crezca a costa de sus vecinos, pero no hay precedentes de que la sociedad se transforme ideológicamente en seis meses
Si resulta extraño que la estimación sea casi gemela a la que conocimos en agosto, es porque los datos de origen son muy distintos. Se aprecia un notable esfuerzo para construir un escenario similar con materiales disímiles.
Pasando por alto el detalle técnico de que a Tezanos se le ha olvidado que el voto en blanco es voto válido y lo ha hecho desaparecer de la estimación, vamos a los dos indicadores más relevantes: la intención de voto que los encuestados declaran y la fidelidad de cada electorado respecto al partido al que votó. Así ha evolucionado la situación durante el verano:
Julio | Septiembre | ||
PSOE | 37,0 | 30,7 | -6,3 |
PP | 16,7 | 20,8 | +4,1 |
Cs | 18,4 | 19,7 | +1,3 |
UP | 15,5 | 16,2 | +0,7 |
Julio | Septiembre | ||
PSOE | 84,4 | 79,7 | -4,7 |
PP | 58,5 | 66,2 | +7,7 |
Cs | 74,3 | 76,6 | +2,3 |
UP | 63,0 | 67,5 | +4,5 |
Así pues, a tenor de lo que la gente ha respondido en la encuesta, el PSOE habría retrocedido más de seis puntos en el voto declarado y perdido más de cinco en su tasa de lealtad. No obstante, la estimación le hace saltar del 29,9% al 30,5% y su ventaja sobre el segundo se abre hasta casi 10 puntos.
Por su parte, al PP, que avanza sensiblemente tanto en el voto expresado como en la fidelidad de sus votantes, se le deja clavado con un ridículo avance de cuatro décimas; y a Ciudadanos, que también mejora sus datos de origen, se le escarmienta con un retroceso, el preciso para devolverlo a la tercera posición y situarlo justo por debajo de la barrera psicológica del 20%.
Buscando explicaciones a este milagro, indagamos en el tercer indicador relevante, que son las transferencias de votos entre partidos.
En julio, el PSOE recibía 275.000 votos del PP y 684.000 de Unidos Podemos, mientras entregaba 100.000 a Ciudadanos. Ahora solo recibe 90.000 del PP y 430.000 de UP, y su intercambio con Cs sigue igual. Por lo demás, el PP ha conseguido reducir ligeramente el aluvión de votos que se le van al partido de Rivera: de 1,6 millones a 1,4.
He aquí el misterio que nos plantea Tezanos: un partido —el suyo— que retrocede en la intención de voto, pierde fidelidad de sus votantes y ve reducidas las transferencias que recibe de otros, pero avanza en la estimación y amplía la diferencia respecto de sus rivales. La radiografía y el análisis de sangre muestran empeoramiento, pero el doctor asegura que cada día está usted mejor. Y los pacientes que mejoran sus registros se estancan o retroceden en el diagnóstico oficial. Eso les pasa por ser de derechas.
Quizás el secreto estaría en el arrebatador liderazgo de yo-soy-el-presidente-del-Gobierno, pero tampoco parece ser así: su puntuación sigue igual, y la que le dan sus votantes ha bajado cuatro décimas. Y a la valoración de la gestión del Gobierno le pasa esto:
Julio | Septiembre | ||
Buena | 19,1 | 15,1 | -4,0 |
Regular | 33,9 | 38,6 | +5,2 |
Mala | 27,3 | 34,9 | +7,6 |
Así que ya ven: MasterChef ha llegado al CIS. Más concretamente, MasterChef Celebrity, que tampoco es cosa de desmerecer al afamado cocinero. Solo falta que se avenga a revelarnos el secreto extraordinario de sus recetas.
Siempre he pensado que no tiene sentido que un organismo de la Administración se dedique a hacer y propagar encuestas electorales (de hecho, no hay equivalentes en las democracias conocidas). Pero parecía razonable no interrumpir el valioso caudal de información sobre la sociedad española acumulado durante décadas. Ahora bien, si con el cambio de época el CIS se va a convertir en una sucursal del ‘agit-prop’ instalado en el edificio de Semillas Selectas, hay que regresar a la posición inicial: para hacer chapuzas, mejor que lo cierren.