Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 2/5/12
Al crear expectativas de éxito político de la izquierda abertzale se mató la vía de la reinserción
La reinserción fue el mecanismo que a partir de 1982 se aplicó a los miembros de ETA político-militar que renunciaron al terrorismo y se reincorporaron a la vida civil. Un centenar de miembros de este grupo dejó las armas y se comprometió a renunciar a la violencia mediante la reinserción negociada por Mario Onaindia y Juan María Bandrés con el ministro de la UCD Juan José Rosón, que correspondió aplicar al gobierno de Felipe González. El hecho de que los polimilis renunciaran a las armas y se reinsertaran fue considerado una traición por la otra rama de ETA, la militar, que tachó de arrepentidos a quienes dieron aquel paso. La intensidad del rechazo de los milis a la reinserción de sus primos fue tal que en ETA quedó grabado a fuego que ellos nunca debían recorrer un camino similar. De ahí arranca su rechazo a la idea misma de reinserción.
Tras la oleada de reinserciones de inicio de los ochenta, el proceso se paró con el asesinato de Yoyes, que no era una reinsertada, sino que se había acogido a la amnistía de 1977, como los demás miembros de ETA. Una segunda oleada de separaciones de ETA se produjo a principios de los años noventa, como efecto de las políticas de dispersión, pero el fenómeno fue decayendo. Hubo miembros de ETA que se iban desmarcando de la ortodoxia de la banda, pero por su propia iniciativa, sin acogerse a ningún programa gubernamental. José Luis Álvarez Santacristina (Txelis), Carmen Gisasola, Joseba Urrusolo, Kepa Pikabea, entre otros, formaban parte de ese grupo que causaba una gran inquietud en la dirección de ETA por el temor a que la disidencia se extendiera.
No fue hasta después del fracaso de las negociaciones del 2006 cuando desde el gobierno se volvió a reactivar una política específica, que se denominó vía Nanclares porque la cárcel alavesa de ese nombre era el destino final de quienes culminaban el proceso haciendo una autocrítica de su pasado terrorista y solicitando el perdón de las víctimas.
Una veintena de etarras representaron la avanzadilla de la vía Nanclares, pero hasta un centenar más iba siguiendo sus pasos con gestos de alejamiento del terrorismo. Esa evolución se cortó y quedó paralizada hace dos años. El motivo fue que medios y partidos políticos crearon un ambiente de aplauso incondicional hacia los movimientos de Batasuna y se crearon expectativas de éxito político para los seguidores de Otegi. Cada elogio a Otegi en un titular era un paso atrás de los etarras presos que estaban en el camino del desmarque de ETA. El principal obstáculo para una reinserción es el miedo a tener que romper con ETA y recorrer el camino en solitario, significándose ante sus ex compañeros y entorno social. Al crear expectativas de éxito para la izquierda abertzale aumentaron las esperanzas de los presos de salir en grupo y sin hacer renuncias. Así matamos entre todos la vía Nanclares.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 2/5/12