ABC – 10/06/17
· La primera ministra gana las elecciones, pero fracasa estrepitosamente en su apuesta por reforzar su mandato.
· Jeremy Corbyn Muy crecido, el laborista pidió la dimisión de Theresa May –al igual que los liberales– y hasta se atrevió a declararse el vencedor de la jornada.
Shock en la madrugada. El cuento de la lechera de May acabó con su cántaro perdiendo leche. A mediados de abril convocó elecciones anticipadas, incumpliendo su palabra previa. Su pretexto fue que quería que el Reino Unido «reforzase su brazo» ante las duras negociaciones del Brexit. Pero las urnas han hablado y los votantes han hecho justamente lo contrario: han debilitado mucho a una líder que conservará el poder, pero a la que ya se ve amortizada a medio plazo.
Theresa May sumará 318 escaños. Ha perdido doce de los que le legó Cameron y se ha quedado a ocho de la mayoría absoluta (326). Gobernará gracias al apoyo de los diez diputados del Partido Unionista Democrático (DUP), una fuerza conservadora norirlandesa, partidaria del Brexit y cuyo leitmotiv absoluto es mantener a Irlanda del Norte en el Reino Unido.
La otra gran derrotada es otra mujer con poder, la separatista escocesa Nicola Sturgeon, que ha perdido 21 diputados y se ha quedado con 35. Una estupenda noticia para el Reino Unido. El revés del SNP debería dar la puntilla a su obsesión por un segundo referéndum separatista.
El Partido Laborista ha ganado 30 escaños, situándose en 262. Un excelente resultado para Jeremy Corbyn, de 68 años, y su laborismo vintage. Empezó la campaña desahuciado en los pésimos sondeos británicos, que han vuelto a fallar. Pero a golpe de populismo socialista ha acabado superando los resultados del moderado Miliband de hace dos años.
Muy crecido, pidió la dimisión de Theresa May, al igual que los liberales, y hasta se atrevió a declararse vencedor de la jornada: «Está bastante claro quién ha ganado estas elecciones». Una boutade, porque aunque hizo buena campaña, cómodo en su propia piel y con buen tono, lo cierto es que seguirá en la bancada de la oposición. Corbyn no podría dormir en el Número 10 ni aunque se aliase con el SNP escocés, los liberales, los verdes y los nacionalistas galeses. Lo que Theresa May denomina «la coalición del caos» sumaría 313 escaños, a 13 de la mayoría absoluta.
La primera ministra resistió los envites de la oposición reclamando su renuncia, a los que se unió incluso una diputada tory, la europeísta Anna Soubry, que le recomendó «reconsiderar su posición tras una campaña desastrosa». De madrugada, en el recuento en su circunscripción electoral, May ya dio a entender que intentaría seguir en el poder. Pero las especulaciones sobre su posible renuncia entretuvieron toda la velada de insomnio. En el Reino Unido el recuento dura toda la noche y hay maratones televisivos realmente espectaculares que se siguen a golpe de cafeína.
Corbyn y el IRA
Arlene Foster, la líder del DUP, declaró en la madrugada que May tendría «difícil seguir». Pero, entre bambalinas, «tories» y unionistas ya negociaban un acuerdo de colaboración, que se engrasó rápido gracias a que los presbiterianos del DUP detestan a Corbyn, que en su día coqueteó con la bestia negra de los unionistas, el IRA.
A la una y media de la tarde, May acudió a Buckingham para pedir autorización a la Reina para formar Gobierno con el apoyo del DUP. La audiencia fue muy corta, solo 20 minutos. De vuelta en Downing Street compareció por fin. Vestía un elegante traje chaqueta de un azul muy «tory» y a sus espaldas se situó su marido, Philip, un financiero que es su gran confidente. Sin hacer la más mínima autocrítica, sin reconocer que su envite electoral había fracasado estruendosamente, anunció que gobernará con el DUP: «Nuestros dos partidos han disfrutado durante años de una fuerte relación, por lo que podemos trabajar juntos en interés de todo el Reino Unido».
Brexit duro
May justificó su continuidad en el cargo, «porque debemos aportar certidumbre y llevar al país adelante en este momento crítico». Aunque el voto ha sido una clara amonestación a su Brexit duro, no dio la más mínima muestra de suavizar sus planteamientos.
La primera ministra recibió críticas por su tono altivo en la derrota y tres horas después grabó un breve vídeo en el interior de Downing Street donde expresó su pesar por sus once compañeros que han perdido su escaño. Volvió a repetir que «es importante formar un Gobierno por el interés nacional» y recordó una obviedad que la izquierda parece no ver: el Partido Conservador es el que ha ganado más votos y escaños, luego tiene la legitimidad para mandar.
¡Qué volátil puede ser la política! Hace tres años, UKIP era la revolución de la vida pública británica y hasta ganaba las elecciones europeas. La crecida de los populistas eurófobos fue lo que llevó a Cameron a abrir la caja de los truenos y convocar el referéndum sobre la UE. Hoy UKIP parece enfilar la extinción. Su líder, el flojísimo Paul Nuttall, dimitió ayer mismo. El triunfo del Brexit en el referéndum los ha hecho morir de éxito. No han logrado ningún escaño y han perdido un 11% del voto que tuvieron hace solo dos años.
ABC – 10/06/17