La primera ministra británica, Theresa May, politizó el atentado del Puente de Londres, que causó siete muertos y 48 heridos en la noche del sábado, y anunció a las pocas horas un plan para endurecer las medidas antiterroristas. «Hay demasiada tolerancia con el extremismo en este país», dijo. «Ha llegado el momento de decir: ¡Ya hemos tenido bastante! Las cosas tienen que cambiar».
«No podemos permitir que la violencia interrumpa el proceso democrático», añadió la premier en el momento de anunciar la suspensión temporal de la campaña para las elecciones del 8-J. «Todo volverá a su curso el lunes [por hoy] y las elecciones seguirán adelante el jueves, tal y como estaba planeado».
Con el país en estado de shock, tras el segundo atentado en 12 días, la oposición acusó a la líder conservadora de haber roto la tregua electoral haciendo política, con la sangre aún reciente. Anoche, el Estado Islámico reinvidicó el atentado a través de una escueta nota, informa Francisco Carrión.
«Ninguno de los cuatro puntos que ha propuesto son medidas inmediatas», declaró la portavoz de Exteriores laborista, Emily Thornberry. «Había un acuerdo entre los partidos de no hacer campaña política el domingo [por ayer]».
«El extremismo islámico es una ideología y una perversión del islam», dijo May en su breve discurso. «Derrotar esa ideología es uno de los grandes retos de nuestro tiempo. Pero no puede ser derrotada sólo mediante intervenciones militares».
May hizo valer la experiencia tras sus seis años como secretaria de Interior para anunciar un plan en cuatro puntos, empezando por la revisión de las leyes antiterroristas para endurecer las sentencias y para reforzar las «medidas de investigación y prevención del terrorismo», conocidas en la jerga técnica como Tpims.
La finalidad de las Tpims es introducir restricciones a los sospechosos de terrorismo que no han sido procesados por ningún delito y que sin embargo están el radar de los servicios de inteligencia. Entre ellos, los 3.000 yihadistas británicos que se estima que han podido regresar al país tras su paso por Siria e Irak.
El endurecimiento de las medidas de prevención figuró entre las prioridades del primer Gobierno de coalición de David Cameron con los liberal-demócratas, pero fue sucesivamente aplazada y debilitada por las resistencias políticas.
Durante la campaña electoral, el líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip), Paul Nuttall, ha reclamado una vigilancia especial para los sospechosos de terrorismo, como la implantación de brazaletes electrónicos o incluso la creación de «campos de internamiento» (medida criticada duramente por el resto las fuerzas políticas).
El segundo punto del plan May tiene apunta a internet y las redes sociales. «No podemos permitir que los terroristas actúen en un lugar seguro, y eso es lo que están haciendo en internet», aseguró la premier, en el momento de anticipar que reclamará por ley la «tolerancia cero» y la máxima colaboración de los gigantes de la red para atajar el terrorismo.
«Hay demasiada tolerancia al extremismo y vamos a necesitar conversaciones difíciles entre nosotros», añadió Theresa May, en el momento de virar hacia el frente doméstico y reclamar implícitamente una mayor colaboración por parte de las comunidades islámicas para atajar el radicalismo desde la raíz.
«En cuarto lugar, vamos a revisar la estrategia contraterrorista para otorgar más poderes a la policía», concluyó la premier, que recalcó la efectividad de la operación policial en la que fueron abatidos los tres terroristas del Puente de Londres, apenas ocho minutos después de que la policía recibiera la alerta.
May aseguró que los ninguno de ellos está conectado aparentemente con los recientes ataques sufridos a las puertas de Westminster y en el Arena de Manchester. «Pero puede que los atacantes se estén inspirando y copiándose entre ellos», advirtió. «Estamos experimentando una nueva tendencia y una nueva amenaza: el terrorismo alimenta el terrorismo».
La premier hizo un llamamiento final a la unidad «para derrotar a nuestros enemigos» y urgió a la población a volver a la normalidad tras la tragedia. A diferencia del atentado de Manchester, que supuso la elevación de la alerta terrorista al nivel máximo, la ministra del Interior, Amber Rudd, informó de que en esta ocasión no hay riesgo de otro atentado inminente.
Doce personas fueron detenidas, horas después del ataque, en el barrio de Barking, al este de Londres, por su presunta relación con los tres terroristas, cuya identidad no se ha hecho aún pública. Todo hace pensar que actuaron como lobos solitarios y sin el apoyo de una red como la que arropó a Salman Abedi, el terrorista-suicida de Manchester.
Anoche, un español residente en Londres todavía no había sido localizado. Ignacio Echeverría, de 39 años, fue visto por última vez patinando en las inmediaciones del mercado de Borough, donde, según sus amigos, se paró a socorrer a una mujer que estaba siendo apuñalada por uno de los terroristas. La última vez que lo vieron estaba tendido en la acera, informa Europa Press.
El atentado tendrá un previsible impacto en la recta final de la campaña del 8-J. A diferencia del de Mánchester, éste propiciará inevitablemente un giro en temas calientes de la campaña: del Brexit y los recortes sociales, a la cuestión del terrorismo y la seguridad, en la que la experiencia y la percepción de Theresa May puede marcar la diferencia.
Un sondeo de Survation para The Mail on Sunday ponía a los laboristas a una distancia de tan sólo un punto de los conservadores (39% a 40%), mientras que otro de Opinium para The Observer dejaba la diferencia en seis puntos.
La gran pregunta es sin Corbyn seguirá recortando terreno de aquí al jueves o si May logrará un punto de inflexión en las encuestas para preservar al menos la frágil mayoría que ahora tiene (330 de 650) diputados y evitar un Parlamento colgado. Corbyn condenó el atentado como «brutal y aterrador» y se sumó a la suspensión provisional de la campaña.