Editorial-El Correo
- El presidente de la Generalitat se asoma al cese empujado por las víctimas de la dana, tras haber arrastrado a las instituciones al descrédito
Carlos Mazón se tambalea. Su suerte estaba echada desde el momento en que estiró con temeridad la sobremesa en El Ventorro mientras las inundaciones provocaban la devastación de amplias zonas de Valencia durante la dana. Pero la verdadera cuenta atrás comenzó ayer, cuando el Partido Popular anunció que Alberto Núñez Feijóo le iba a llamar un domingo por la tarde para mantener una conversación sobre «el contexto político de la comunidad». Un año le ha costado al PP reaccionar con lo que se presupone una decisión definitiva sobre el futuro de su ‘barón’, presidente de la Generalitat. Y lo ha hecho empujado por la fuerza de la indignación que mostraron las víctimas de la riada en el funeral de Estado del miércoles pasado, en un acto salpicado de insultos a un president relegado en la ceremonia y sumido en el descrédito político a los ojos de la opinión pública. La salida de Mazón, negociada anoche, constituye una necesidad imperiosa que se da por hecha entre sus filas, sea en forma de inminente dimisión, adelanto electoral o relevo cuando se produzcan los comicios, en 2027.
El problema para el PP es doble. Además de tener que afrontar el reto pendiente de la reconstrucción y de la ayuda a los afectados por la catástrofe natural que se llevó las vidas de 229 personas, asume que la torpeza con la que ha gestionado la crisis por la negligencia de Mazón le pasará factura en las urnas. Cualquier solución que se adopte será negativa para sus intereses -altos cargos regionales se resisten a adelantar las elecciones por miedo al auge de Vox-, aunque necesaria para la democracia, sobre todo para reparar el daño hecho a las instituciones.
Otra cosa es cómo se vista la salida de Mazón, en la que no debería haber más alternativas que el cese sin ambages ni mayor dilación, ultimada en la víspera a que declare como testigo Maribel Vilaplana, la periodista con la que el ‘president’ comió durante el día de autos de 15.00 a 18.45 horas y a la que acompañó luego hasta el parking donde la mujer tenía el coche. La tormenta se agravará si el aún jefe del Gobierno valenciano se mantiene como diputado a cambio de renunciar a la Generalitat y su partido se lo permite. Esa argucia sería vista como un intento desesperado por lograr un aforamiento con el que esquivar una eventual imputación. Y más con la declaración de Vilaplana ante la jueza de la dana prevista para hoy, el mismo día en que Mazón se ha reservado una comparecencia para desvelar su futuro tras un año de indecencia política.