Óscar Monsalvo-Vozpópuli

Estos periodistas indignados son una pieza más en la maquinaria gubernamental del relato

Un periodista del Congreso comparecía la semana pasada, donde Fortes, para dar el parte: diputados del Gobierno y periodistas de lo mismo han dicho basta. Ya está bien. No pueden soportar la presencia de un intruso. El intruso en cuestión es Vito Quiles. Una especie de Caiga Quien Caiga individual que suele hacer preguntas incómodas a dirigentes izquierdistas rodeados de escándalos en sus comparecencias.

La presencia de Quiles incomoda a los periodistas no porque él sí esté haciendo su trabajo, sino porque evidencia que los otros, los del Congreso, están haciendo el suyo aún mejor. El trabajo del periodista del Congreso asociado es sonreír, turnarse para hacer las mismas preguntas inútiles y sentarse en corrillo de vez en cuando con el líder de algún partido extraordinario como Podemos Bildu.

Se-ña-la. Esto suena muy serio, a amenazas a la democracia y a las vidas humanas. En 2023 la Asociación de Periodistas Parlamentarios eligió a Mertxe Aizpurua como finalista para el Premio a la Mejor Relación con la Prensa. Y ahí está todo.

La asociación de periodistas de los diputados siempre hace bien su trabajo. Cuando señala a Quiles por señalar a otros periodistas está cumpliendo su función. Para eso están ahí. Es lo que se espera de ellos. No se espera, por ejemplo, que señalen a Óscar Puente. Quiles no hace el mismo trabajo, y por eso ha de ser un representante del fascismo, un no-periodista, un intruso en el maravilloso ambiente del Congreso de los Diputados. Quiles señala, dicen entre lágrimas y con pausas dramáticas. Se-ña-la. Esto suena muy serio, a amenazas a la democracia y a las vidas humanas. En 2023 la Asociación de Periodistas Parlamentarios eligió a Mertxe Aizpurua como finalista para el Premio a la Mejor Relación con la Prensa. Y ahí está todo.

Esos periodistas saben perfectamente quién es Aizpurua, dónde ha estado siempre y dónde estaba en 1984. Condenada por apoyar el terrorismo desde su revista Punto y Hora de Euskal Herria. Un año de prisión y un año de suspensión de profesión; periodista. 2023: mejor relación con la prensa.

Aizpurua no ganó el premio, pero ahí estaba. El mensaje fue claro. La mejor relación con los periodistas parlamentarios la tenía una defensora de etarras. Aizpurua lo de señalar lo ha llevado siempre en la sangre ajena, y eso hoy en los periodistas del Congreso despierta una simpatía siniestra. Hay una foto parlamentaria terrible en nuestra historia reciente. Los libros de texto, cuando vuelvan, recogerán el bolso de Sáenz de Santamaría durante la moción de censura, la ausencia de Rajoy. Es una foto irrelevante, y por eso será recordada. Yo me acuerdo mucho de la cuadrilla de periodistas sonrientes en el pasillo del Congreso. Ésta sí es una foto importante. Hay que volver a verla de vez en cuando. Aizpurua sonríe con los brazos y el abismo le devuelve la sonrisa. Una sonrisa sincera, entregada, de reconocimiento. Ésos son los periodistas dignos que dicen basta por la presencia de un Quiles en su alfombra perpetua del ambiente tranquilo.

El asesinato de un periodista era “poner encima de la mesa el papel de determinados medios de comunicación”. Si Otegi llegase algún día al Congreso de los Diputados los periodistas parlamentarios lo tendrían difícil para elegir el primer premio que le otorgarían

Los lamentos de todos estos periodistas son despreciables. De todos estos. Van a llorar donde Fortes, que es donde Intxaurrondo. Ellos dos, primera línea de propaganda gubernamental, son el modelo ideal. Aizpurua, condenada por apología del terrorismo, al servicio de una banda que asesinó, entre otros, al periodista José Luis López de Lacalle, es un ejemplo de relación con la prensa. El asesinato de un periodista era “poner encima de la mesa el papel de determinados medios de comunicación”. Si Otegi llegase algún día al Congreso de los Diputados los periodistas parlamentarios lo tendrían difícil para elegir el primer premio que le otorgarían.

El señalamiento que tanto incomoda a los periodistas de los diputados, tan acostumbrados a las sonrisas y las palmadas en la espalda, se limita a exponer lo que hacen los miembros del Gobierno y lo que no hacen ellos como periodistas. Es muy distinto a ese otro señalamiento que practicaban Aizpurua, excelentísima relación con la prensa, sus admirados gudaris y su actual jefe Arnaldo Otegi, excelentísima relación con el Gobierno.

Hay que volver a mirar de vez en cuando la foto de Aizpurua en los pasillos del Congreso, las sonrisas de los periodistas, las listas de finalistas a los premios, los lamentos en TVE, el corrillo con Iglesias, los gestos de complicidad en las comparecencias del Gobierno, el señalamiento a Quiles, el silencio en los temas incómodos. Es el abismo periodístico. La fosa. Llaman “señalamiento” a decir lo que es.

Neutralizar a los pseudomedios

Y lo que es es que estos periodistas indignados son una pieza más en la maquinaria gubernamental del relato. No gubernamental; del PSOE. Horas después de que el periodista parlamentario se lamentase en TVE porque, ay, se sienten hostigados, el ministro Óscar Puente volvía a lo suyo: llamar “pseudomedios” a las pocas cabeceras que no se limitan a pasar los teletipos oficiales o “inefables” a los periodistas que no se sientan en el corrillo.

En una o dos semanas algún miembro del Gobierno –Óscar Puente, Pilar Alegría, Silvia Intxaurrondo- volverá a insistir en la necesidad de descontaminar las redes, de neutralizar a los pseudomedios o de poner en marcha una ley para certificar correctamente lo verdadero. Y los periodistas asociados volverán a hacer exactamente lo que se espera de ellos.