Tonia Etxarri, EL CORREO, 5/9/11
Se han producido, este año, dos movimientos en el tablero de la convivencia, que no deberían caer en saco roto
Se cumple un año del anuncio de la tregua de ETA y ,en este tiempo, los socialistas y populares se han conjurado para aguantar la presión de la izquierda abertzale sin hacer la mínima concesión y sin pensar en negociación alguna. Eso dicen. Los socialistas, concentrados en aupar a su candidato Rubalcaba para las elecciones generales del 20-N, conscientes de que la reforma de la Constitución para garantizar la estabilidad presupuestaria les ha dejado desplazados de su círculo ideológico al haber propuesto Zapatero, ahora, una medida que Mariano Rajoy la había llevado al Congreso de los Diputados con un año de antelación. Los populares, por su parte, tan persuadidos de su victoria electoral que a su lider ya se le nota preocupado por las turbulencias económicas. En el acto de su partido de arranque de campaña hemos visto a Rajoy cambiando de tercio. Ya no pide dimisión alguna. Ni afea la tardanza del presidente Zapatero en acometer las reformas pendientes. Se contenta con haberse puesto del lado del gobierno en esta ocasión tan delicada dando la imagen de “oposición responsable” pero se limita a advertir que nadie piense que existen fórmulas mágicas para afrontar esta crisis ecónomica. Parece que Mariano Rajoy se ha puesto ya , antes de hora, el traje de presidente de gobierno.
Van a ser meses de pelea electoral sin contemplaciones. Nadie nos librará de los espectáculos de las descalificaciones partidistas pero, en este año, se han dado dos movimientos de pieza en el tablero de la convivencia que no deberían caer en saco roto. A diferencia de la tónica que venía imperando en toda la legislatura de Zapatero, los dos partidos mayoritarios se han tenido que poner de acuerdo en el último minuto del partido para pasar juntos el rubicón del emplazamiento del Gran Hermano europeo. Han faltado explicaciones, y en eso llevan razón los grupos críticos con las formas cómo se ha llevado a cabo la iniciativa parlamentaria, porque a estas alturas ignoramos el contenido de la letra pequeña de la Carta del Banco Central Europeo de cuya existencia todavía reniegan en la Moncloa. Pero que esta legislatura esté finalizando con el gran acuerdo revela ,más en espíritu que en su contenido, una conciencia compartida de la necesidad de sacar adelante este pais de una forma conjunta cuando las dificultades son tan extremas. Por lo tanto, a pesar de las “tripas” de algunos portavoces de los dos partidos, socialistas y populares han transmitido una imagen de responsabilidad que no habían sido capaces de emitir desde que se conocen. Y lo deberán recordar los protagonistas de los dos partidos cuando estén metidos hasta las cejas en pleno fragor electoral y cuando haya que seguir adelante con el nuevo gobierno que salga de las urnas. A diferencia también del año pasado, estamos mejor frente al terrorismo. Un año después del anuncio de la tregua unilateral de ETA, aunque Bildu esté en las instituciones sin haber cumplido con su “vaga promesa” de cortar con la violencia, los ciudadanos vascos se sienten más libres a medida que ETA va encallando en su agujero negro. EA, que estaba siendo prácticamente fagocitada por su partido-matriz, el PNV, está viviendo ahora, 25 años después de su creación, su renacimiento desde que se enganchó al vagón electoral de Bildu sin ser capaz de aparecer en un espacio autónomo del núcleo duro de los herederos de Batasuna. Cabe pensar que Aralar , si al final pasa a engrosar las listas de Bildu en las próximas elecciones, pueda ejercer su influencia democrática haciendo valer su apuesta por la ruptura con ETA con la que se presentó en los años en los que la izquierda abertzale no se atrevía a desentonar en el pentagrama de Batasuna. A los socialistas vascos y al PP, socios de gobierno, no les costará escenificar algunas diferencias domésticas en los debates presupuestarios o en la ley municipal. Pero tanto el lehendakari Patxi Lopez como Antonio Basagoiti han decidido mantener blindado su pacto de gobierno hasta el final de la legislatura. Saben que su compromiso de deslegitimar la violencia hasta el último día es una asignatura que no pueden cerrar en falso. Es una cuestión de ética democrática y de palabra dada a las víctimas del terrorismo. Los dos están de acuerdo en que es ETA quien tiene que moverse para anunciar el cese definitivo de la violencia. Los dos coinciden en que no se les puede premiar por haber dejado de matar. Y los dos convienen en que deben mantener una exigencia democrática sobre Bildu para evitar , precisamente, la acomodación de la izquierda abertzale sin que ETA termine por retirarse. Si mantienen lo que dicen, podremos asegurarnos de que estamos mejor que el año pasado. Pero contentarnos con manejar esa expresión porque ETA ha dejado de matar es reducir la cuestión de la violencia a los comandos de la banda. Y en todos estos años hemos aprendido que, para deslegitimar la violencia hay que descender al patio de la enseñanza, la Justicia, la cultura. Los valores de la democracia y los derechos individuales empiezan a aflorar desde la más tierna infancia. Estaremos mejor cuando la historia de los últimos cuarenta años de Euskadi se pueda escribir tal como ocurrió.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 5/9/11