Se nos llena a todos los demócratas la boca haciendo declaraciones sobre cómo debe escribirse el auténtico relato de ETA. Muchas son las personas que están ayudando a que se escriba la auténtica verdad del horror y sangre derramada por tantísimos españoles y tenemos la obligación de hacerlo. Uno de cada dos asesinatos cometidos por ETA se encuentra aún sin resolver y muchos son los que piensan que hay que cerrar la persiana sin mirar hacia atrás.
Sin embargo, dentro de ese relato, parece que no somos conscientes de que estos días se está escribiendo una de sus páginas más importantes y tampoco lo somos de la trascendencia de nuestras acciones, o más bien omisiones. El anuncio de que ETA entrega mañana parte de su arsenal está generando una serie de expectativas que ni los mejores cineastas contarían antes del estreno de su película.
El final de ETA, la entrega de parte de su arsenal, no debe realizarse con unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado paralizados por la acción política, quedándose de espectadores y viendo cómo los terroristas entregan parte de sus armas; por supuesto, las que no fueron utilizadas en ningún atentado y no pueden incriminar a ningún miembro de la organización terrorista. Las víctimas del terrorismo preferimos que se escriba un final del relato con una acción de los gobiernos español y francés, pero no con una omisión, que es lo que realmente está pasando.
ETA no debe entregar sus armas. A ETA hay que incautarle sus armas. La diferencia es muy notable y las repercusiones en el relato auténtico del horror terrorista de 50 años de asesinatos no debe enturbiarse con esta pasividad en el final de su puesta en escena. Si tengo la certeza de que Francia, aunque fuera dos horas antes, tuviera las coordenadas de la ubicación exacta de esas armas, no iba a quedarme en la mera contemplación como espectador, simplemente y por el mero hecho de que sea más fácil quitarse un problema de golpe.
Y me refiero a que lo fácil sería no interferir para quitarse el problema de la presencia de la totalidad de armas en su país. Por dignidad, y aunque fuera poco a poco, deberían incautarse las armas o por lo menos intentarlo, aunque no puedan encontrarse todos los zulos este 8 de abril. No se puede estar a verlas venir, con la Policía y la Guardia Civil cruzadas de brazos porque no pueden o no se les deja actuar, y ver cómo todos estamos a la expectativa, sentados en las butacas como si el final de la obra de teatro estuviera acabando… y el protagonista fuera ETA. ¿Qué más nos hace falta a las víctimas del terrorismo por claudicar? ¿Quizás la humillación ante una banda terrorista que lo único que pretende es modificar el final del espectáculo para que todos le aplaudamos después por la falsa puesta en escena de un final que los que realmente hemos sufrido ni queremos ni deseamos?
A lo mejor se trata de que España no se mueva en la foto para que el PNV apruebe los Presupuestos. Y ya se sabe que la tibieza y equidistancia del PNV con las víctimas del terrorismo siempre ha sido palpable además de culpable. Que conmigo y con mi familia no cuenten. En mi nombre no. Nosotros seguiremos luchando en los tribunales para esclarecer esos 379 casos sin resolver, aunque sea en soledad. Mejor solos que mal acompañados.