Carlos de Urquijo-El Debate
  • Creo que el Rey Juan Carlos ha reservado las páginas más justas y cariñosas de «Reconciliación» para referirse a su mujer

Terminé hace unos días la lectura de «Reconciliación», las controvertidas memorias del Rey Juan Carlos. Su deseo de hacerlas públicas tras el accidentado final de su reinado es comprensible, si bien creo que poco o nada ayudan a la ejemplar labor del Rey Felipe, sometida al escrutinio público cada día. Pese a todo, pienso que una gran mayoría de españoles coincidimos en que, en el balance de sus muchos años al frente de la jefatura del Estado, el haber es, de lejos, muy superior al debe.

Como habrán supuesto por el título del artículo, la razón de estas líneas no es la obra de D. Juan Carlos, sino la labor desarrollada por la Reina Sofía desde aquella lejana proclamación el 22 de noviembre de 1975 hasta hoy. Como seguidor de la actividad de la Casa Real, el algoritmo de YouTube me ofrece con frecuencia unos vídeos de tres o cuatro minutos en los que se da cuenta de los actos en los que participan sus miembros. Desde la desaparición de la agenda púbica de D. Juan Carlos, son los Reyes Felipe y Letizia, la Princesa de Asturias, la Infanta Sofía y la Reina Sofía, quienes los protagonizan.

La Reina cuenta ya con 87 años, una trabajadora normal llevaría jubilada más de 20 años, pero ella, además de no serlo, no ha querido dejar de servir a España. El Rey Felipe VI, consciente de la imagen y el prestigio de su madre, ha decidido seguir contando con su participación en la agenda de la Casa. Cada mes podemos verle en cuatro o cinco actos públicos y no solo en cualquier lugar de España, sino fuera de nuestras fronteras. Actos muchas veces agotadores en los que cumple su papel a la perfección. Para no alargar en exceso este artículo les invito a visitar la página web de la Casa Real, allí verán que quizá me haya quedado corto en la valoración del trabajo que desarrolla.

Para una persona muy importante en la vida pública de un país, no debe resultar nada sencillo pasar a un discreto segundo plano, pero creo que el último servicio que esa persona puede prestar, al menos en el caso de la Corona, es el de ayudar a prestigiarla. Por desgracia hay ocasiones en las que, sin ninguna mala intención, el resultado de no guardar silencio puede obstaculizar o entorpecer la correcta trayectoria de la institución a la que con tanto esfuerzo se ha servido. No es el caso de la Reina Sofía, que ha sabido seguir ayudando a su hijo, y, por tanto, a la Corona, allá donde ha sido requerida.

No leeremos sus memorias, pero es de justicia hacer memoria de su vida al servicio de España. Creo que el Rey Juan Carlos ha reservado las páginas más justas y cariñosas de «Reconciliación» para referirse a su mujer: «Sofi es una mujer excepcional, recta, bondadosa, rigurosa, delicada y benevolente. Es la encarnación de la nobleza de espíritu. No le gusta que le llame gran profesional, pero España no ha podido tener una Reina más abnegada e intachable».

Tras las acertadas palabras de D. Juan Carlos, me queda como español terminar estas líneas agradeciendo a la Reina Sofía su papel ejemplar. Ciertamente, no hemos podido tener Reina más abnegada e intachable. Dar brillo a la Corona, estando siempre en su lugar y sin la tentación de opacar jamás al protagonista, no es tarea fácil. La Reina Sofía ha sabido hacerlo a la perfección para bien de España. Gracias Majestad.

  • Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco