Juan Van-Halen-El Debate
  • El término «checa» procede del nombre en ruso de la primera policía política soviética. Era empleado y asumido para designar los centros de retenciones, requisas y asesinatos durante la guerra civil

En su columna del pasado día 14 mi admirada Mayte Alcaraz trataba del bochornoso asunto de la placa que Sánchez intenta colocar en la Real Casa de Correos recordando que durante unos decenios acogió la Dirección General de Seguridad en tiempos de Franco. La Real Casa de Correos nos llega desde el siglo XVIII, y en ella o ante ella ocurrieron no pocos acontecimientos históricos. Siendo Guardia de Principal, el retén mandado por el alférez de fragata Esquivel ayudó a los paisanos el Dos de Mayo, y cerca murió el granadero de Marina que aparece bajo los caballos de los mamelucos en el cuadro de Goya.

El 18 de enero de 1835, el teniente general Canterac murió allí intentado sofocar la revuelta del teniente Cayetano Cordero, del Regimiento de Aragón, atrincherado en el edificio. El 12 de noviembre de 1912 Canalejas, presidente del Gobierno, fue asesinado ante el escaparate de la vecina librería San Martín por el anarquista Pardiñas; su cadáver fue trasladado de inmediato al entonces Ministerio de Gobernación. El 14 de abril de 1931 desde su balcón se proclamó la II República, no surgida de unas elecciones sino de un golpe de mano. Camino de tres siglos, desde el primitivo proyecto de Ventura Rodríguez, sólo cuatro decenios fue Dirección General de Seguridad durante el franquismo.

El 12 de marzo de 1985 el edificio se traspasó a la Comunidad de Madrid para convertirlo en sede de la presidencia regional cuyo Ejecutivo, presidido por Joaquín Leguina, se reunió allí meses más tarde, compartiendo dependencias con la Dirección General de Policía hasta el verano de 1992. ¿Por qué no recordar con placas otros acontecimientos vividos por la Real Casa de Correos? Porque creen que la placa que proponen Sánchez y los suyos perjudica a Ayuso. Otra muestra de la envidia patológica que manifiesta Sánchez.

Ayuso declaró que no habría mármol bastante para colocar placas en las checas del Frente Popular en Madrid. Deseo que no se quede en palabras. Pido que Ayuso y el alcalde Almeida coloquen esas placas siguiendo la tan jaleada Memoria Histórica. Sería un recuerdo documentado y oportuno. ¿Por qué evocar los padecimientos de unos y olvidar los asesinatos debidos a sus adversarios? ¿Por qué tenemos que plegarnos sumisos a una memoria parcial y mentida?

La documentada investigación sobre las checas de Madrid conforma un trabajo de más de tres años del Instituto CEU de Estudios Históricos, dirigido entonces por Alfonso Bullón de Mendoza, reputado historiador y director de aquella investigación. En octubre de 2016 el Instituto hizo entrega de su importante trabajo a la comisionada de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid, Francisca Sauquillo. Es un estudio riguroso sobre la represión frentepopulista en las checas. El Ayuntamiento de Manuela Carmena, ni pío; nada más se supo. El trabajo tiene casi 2.000 páginas distribuidas en 5 volúmenes.

El término «checa» procede del nombre en ruso de la primera policía política soviética. Era empleado y asumido para designar los centros de retenciones, requisas y asesinatos durante la guerra civil, regidos principalmente por socialistas, comunistas y anarquistas; indica el alto grado de influencia soviética en aquella España. Más de 1.000 chequistas sembraron el terror en Madrid y asesinaron a cerca de 3.000 personas, además de saquear los domicilios de sus víctimas. García Atadell, dirigente del PSOE, con su «brigada del amanecer», fue especialmente cruel y ladrón. El estudio identifica 345 checas en el Madrid de 1936 y cataloga 50 lugares de detención, que no aparecían calificados como checas en estudios previos, a cargo de organizaciones sindicales y partidos.

El nada cándido Conde-Pumpido, aplicado servidor, tiene sobre la mesa el recurso de inconstitucionalidad del Gobierno sobre la ley de la Comunidad de Madrid que impediría la utilización de la Real Casa de Correos para un fin notoriamente sectario. No habrá sorpresa. Ya nos dijo Conde-Pumpido que «el vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino». Era entonces fiscal general del Estado y ahora se ha inventado el Constitucional como tribunal de casación. La reacción digna y valiente de Ayuso y Almeida debería ser honrar a los miles de asesinados en las checas con placas en los lugares de su sacrificio. Una respuesta y un aviso. La inacción supone, a menudo, indefensión o cobardía.