Joaquín Leguina-El Economista
La Ley de Amnistía (1977) y la Constitución (1978) significaron la «reconciliación nacional», y el olvido de la guerra, pues en la guerra los dos bandos se dedicaron a la «limpieza del enemigo», aunque ahora se pretenda santificar a uno de los bandos.
Parece mentira que el nuevo PSOE quiera reescribir la Historia con una nueva Ley de Memoria Histórica para prohibir que se cuenten cosas como las que voy a narrar a continuación. Dos historias terribles en las que estuvieron involucrados socialistas con carnet.
El 2 de julio de 1936 unos pistoleros de las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas) entraron en un bar frecuentado por jóvenes y mataron a dos estudiantes falangistas. Poco después, pistoleros de derechas asesinaron a José del Castillo, teniente de la Guardia de Asalto y conocido socialista. El 12 de julio de 1936 un capitán de la Guardia Civil llamado Fernando Condés (un izquierdista que había participado en Madrid en la asonada contra el Gobierno de Lerroux en 1934), vestido de paisano y acompañado por cuatro pistoleros socialistas de la Motorizada, tras presentar sus credenciales a los policías que protegían al parlamentario José Calvo Sotelo, subieron al domicilio de éste y se lo llevaron en una camioneta de la Guardia de Asalto. El prietista Luis Cuenca le pegó dos tiros en la nuca. Después fueron al cementerio de la Almudena y tiraron el cadáver a la entrada del tanatorio. Condés fue a esconderse a casa de la diputada socialista Margarita Nelken. Luego estalló la guerra y en la retaguardia republicana fueron asesinadas unas 40.000 personas, entre ellas 7.000 sacerdotes, monjas, seminaristas, incluyendo doce obispos.
Se ha dicho que en Madrid llegaron a funcionar más de 60 checas, por usar esa terminología rusa. Mediante estos procedimientos de detención ilegal solo en la retaguardia madrileña se asesinó a más de 10.000 personas.
La más famosa checa se llamó La brigada del amanecer, que dirigió el que fuera secretario general del Arte de Imprimir (UGT) Agapito García Atadell. Estos desalmados entraban en las casas, las saqueaban y daban el paseo a quien allí les resultara sospechoso. Cuando, en noviembre de 1936, las tropas franquistas amenazaban con tomar Madrid, el valiente luchador García Atadell arrambló con buena parte de lo robado y junto con dos cómplices y sus respectivas esposas se fue a Marsella. En el puerto francés tomaron un barco hacia América, haciendo escala en Las Palmas donde fue detenido (se dijo que gente de Prieto había dado el chivatazo). Fue trasladado a la cárcel de Sevilla, donde coincidió con el escritor Arthur Koestler, y allí le dieron garrote. ¿Fue Atadell otra víctima del franquismo?
La gente de mi generación, y menos la de generaciones posteriores, no tenemos responsabilidad alguna en hechos como los aquí narrados, pero el PSOE como persona jurídica haría bien en echar al olvido todas las atrocidades de la guerra, las de uno y otro bando.