José Antonio Vera, LA RAZÓN, 15/10/11
Produce vergüenza comprobar cómo los socialistas se deslizan ante el mundo etarra para lograr como sea un comunicado de la banda, antes de las elecciones, que permita a Rubalcaba exhibir algún logro ante su alicaído electorado. El último episodio lo constituye esta «Conferencia de Capitulación» (Rosa Díez, sic) que va a reunir en San Sebastián el próximo lunes, con todo tipo de honores, a los voceros de Batasuna-Bildu-Amaiur junto a supuestos observadores internacionales de la cuerda abertzale como Brian Currin, y una delegación oficial del PSE-PSOE. Esto último es lo más llamativo del aquelarre. Se entiende que el mundo proetarra organice el foro y que sus huestes lo respalden. Pero no se comprende nada el entusiasmo socialista.
Salvo que lo analicemos desde un punto de vista electoral. Rubalcaba da cada vez peor en las encuestas, está apagado y necesita desesperadamente apoyo exterior para animar a sus votantes. Por una parte apela a la calle para que colectivos de su entorno se levanten contra el Rajoy evocando recortes futuribles. Por otra, espera que ETA se porte bien y le haga un regalo en campaña anunciando el fin de su actividad asesina y comprometiéndose sólo con la lucha política. Cosa no descartable. Como han dejado claro los testigos protegidos del Caso Faisán en sus declaraciones ante el juez Ruz, el auténtico «jefe de la negociación» ha sido desde el primer momento Rubalcaba. Él fue quien nombró a los interlocutores del Gobierno, el que daba las órdenes a Eguiguren, el que dio el visto bueno a que el prófugo Ternera encabezara la «delegación etarra», y quien tenía información privilegiada de cada una de las 66 reuniones acreditadas que se produjeron entre el Gobierno y ETA. También es, por eso mismo, el máximo responsable de las camelancias que se difundieron durante aquel frustrado alto el fuego, a saber: cuando se dijo que ETA había dejado de cobrar el «impuesto revolucionario»; cuando aseveró que no sabía donde estaba Ternera y en realidad llevaban ya más de sesenta reuniones con él; cuando el propio Rubalcaba aseguró, tras la bomba en la T-4, que ya no habría más contactos; y cuando el entorno del hoy candidato trasladó la especie de que único responsable de la negociación era Zapatero.
Se pueden intuir más añagazas, sólo que aún no tan probadas como las anteriores. Dijo Rubalcaba, tras el fracaso de la negociación, que ya no habría más reuniones con ETA. La realidad es que se han seguido produciendo en este tiempo y fruto de ello es la entrada de Bildu en las instituciones, el proceso en marcha de acercamiento de presos, la petición de excarcelaciones y la misma cumbre del lunes en San Sebastian. Como todo está pactado, se entiende que tanto Ares como Jáuregui se manifiesten a favor de esa «Conferencia», pese a que antes dijeron lo contrario. Claro, se vieron con Rubalcaba en Madrid y recibieron la orden clara de que hay que estar allí. ¿Por qué? Porque el candidato socialista necesita contentar a ETA para que la banda haga por favor el comunicado que tanto espera y tanto se retrasa.
José Antonio Vera, LA RAZÓN, 15/10/11