EL MUNDO, 02/05/13
VICTORIA PREGO
Lo que no puede ser es que, encima de lo que está soportando el país y del negrísimo panorama que el Gobierno le ha pintado, los ministros económicos anden enfrentados sobre la política económica que se debe aplicar aquí y ahora. Y que de ese enfrentamiento tenga ya noticia hasta el gato. Porque a la desesperanza se suma una inquietante inseguridad. ¿Así que ni siquiera los ministros están de acuerdo en por dónde hay que tirar? ¿Así que uno quiere ir por un lado y otro por otro, mientras nosotros estamos parados en medio, siguiendo con la boca abierta la trayectoria de la bola, como en una partida fúnebre de tenis?
Lo que tampoco puede ser es que, en medio de la desmoralización generalizada, las voces discrepantes que se alzan en las propias filas del Partido Popular lo hagan únicamente extramuros del partido. Todo consejo, toda crítica, toda apuesta es muy bienvenida al debate nacional, pero donde la voz debe ser sobre todo alzada es en las reuniones de la cúpula directiva del partido. Esperanza Aguirre acaba de decir que el PP se presentó a las elecciones con un programa y que, si se atuviera a él, mejor nos iría.
Pero lo ha dicho en un blog, y ahora lo que se necesita es que el lunes se levante en el Comité Ejecutivo Nacional y, en los mismos términos y con la misma contundencia, exprese la protesta que ha registrado en su página electrónica. A ver si alguien la secunda.
Y tampoco puede ser que todavía haya dirigentes que estén dudando de si pedir o no pedir la palabra en esa reunión. Pídanla de una vez y abran dentro de ese partido un debate a fondo en el que también el presidente del Gobierno y los ministros que militan en el PP tengan ocasión de defender las posiciones oficiales –los que crean en ellas–, las argumenten y, en su caso, consigan convencer al auditorio. Necesitamos que en las filas de quienes nos están gobernando se abra un verdadero debate político, abierto, a cuerpo gentil, que ventile desacuerdos y oxigene este clima viciado que siempre generan los silencios cargados de temor.
Porque eso es exactamente lo que desde el Gobierno no ha salido todavía: voces claras que den un sentido político a las medidas adoptadas y justifiquen las que no se han adoptado todavía y quizá no se adopten nunca.
Voces que nos expliquen, por ejemplo, por qué razón el Gobierno no ha acometido aún ese adelgazamiento de la red burocrática de las administraciones públicas al que Aguirre se refirió ayer. Si es porque no quiere generar más paro; si es porque no se atreve a enfrentarse a la rebelión de los suyos y, por supuesto, a la de sus adversarios cuando tengan noticia de que se les va a pasar la garlopa, o si es porque ahora considera irrelevante una medida que fue una de las estrellas de su programa electoral.
No interesa nada la gresca interna. Interesa el debate. No sirven los alfileres. Sirven las tribunas abiertas y libres. Con eso no se va a mermar la autoridad de un Gobierno que, con su imponente mayoría absoluta, siempre conservará todo el poder.
Hay que ventilar el clima viciado por todos esos silencios cargados de temor