EL MUNDO – 26/12/15
· El Rey advierte de que «la pluralidad expresada en las urnas» obliga a ejercer la política con «el diálogo y el compromiso» Llama a «adecuar el progreso político a la realidad de la sociedad de hoy» pero con «respeto al orden constitucional»
Pasados apenas cuatro días desde las elecciones generales más reñidas de la democracia, el Rey hizo ayer una llamada al «entendimiento», al «diálogo» y a la «responsabilidad». En el que fue el segundo discurso de Nochebuena de su reinado, y en medio de la máxima y más deliberada solemnidad del Salón del Trono del Palacio Real, Felipe VI trasladó, además, un mensaje de «serenidad, tranquilidad y confianza», no sólo en la solución de este momento histórico, sino, de manera particular, «en la unidad y continuidad de España», así como de «seguridad en la primacía y la defensa de la Constitución».
Las palabras «diálogo», «responsabilidad», «compromiso» y «concordia» fueron las más repetidas en una intervención marcada por el mayor optimismo en relación con el bloqueo político que vive España. «Los españoles nunca nos hemos rendido ante las dificultades, que han sido grandes, y siempre las hemos vencido», fue sólo uno de sus muchos exhortos.
El Monarca no hizo referencia explícita a las negociaciones de los partidos ni, mucho menos, al poderoso ascenso de Podemos; una marca que nació siendo antisistema y a cuyo líder, Pablo Iglesias, recibirá en breve, por primera vez, en La Zarzuela. Pero una de sus primeras reflexiones fue, precisamente, encaminada a hacer suyas –de la Jefatura del Estado– ésta y otras tantas opciones políticas, como en su día las propias opciones nacionalistas. «En mi discurso de proclamación», dijo, «manifesté que en la España constitucional caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español; de ser y de sentirse parte de una misma comunidad política y social, de una misma realidad histórica, actual y de futuro, como la que representa nuestra nación».
A diferencia del año pasado, en que el órdago independentista le obligó a estrenarse con una referencia explícita a «Cataluña» –a la que dijo «llevar en el corazón, como millones de españoles»–, el Monarca dedicó ayer el grueso de sus 12 minutos a hacer una llamada genérica, pero insistente, a la unidad.
Eso sí, dejó dicho lo que tantas veces en relación con la consulta o la declaración soberanistas: que «la ruptura de la Ley, la imposición de una idea o de un proyecto de unos sobre la voluntad de los demás españoles, sólo nos ha conducido en nuestra Historia a la decadencia, al empobrecimiento y al aislamiento», y que, en todo caso, los españoles debemos «defender nuestra diversidad cultural y territorial».
Más aún, resaltó que el «entendimiento» que debe marcar la etapa que ahora se abre tiene que producirse dentro del «respeto al orden constitucional», que es sinónimo, dijo, a «defender la convivencia democrática aprobada por todo el pueblo español; es defender los derechos y libertades de todos los ciudadanos».
A diferencia también de las Navidades de 2014, el joven Rey omitió una referencia explícita al problema de la corrupción, contra la que en diciembre pasado se comprometió «sin contemplaciones». Sólo hubo una referencia mínima al asunto, cuando se pronunció a favor de «unas instituciones que sean sensibles con las demandas de rigor, rectitud e integridad que exigen los ciudadanos para la vida pública». Una omisión especialmente llamativa, en vísperas del juicio por el caso Nóos, por el que su hermana, la Infanta Cristina, se sentará en el banquillo el próximo 11 de enero.
Lo que no olvidó Felipe VI –si bien la mención fue secundaria– fue la «crisis» económica
«La mejora de la economía», afirmó el Monarca, «es una prioridad para todos. Todos deseamos un crecimiento económico sostenido. Un crecimiento que permita seguir creando empleo –y empleo digno–, que fortalezca los servicios públicos esenciales, la sanidad y la educación, y que permita reducir las desigualdades, acentuadas por la dureza de la crisis económica».
También tuvo palabras para los «compatriotas» asesinados en los atentados de París y demás episodios del «horror» terrorista; y para los millones de «refugiados» con cuyo «drama» el Monarca se ha mostrado repetidamente sensible.
Pero, con todo, el propósito del Rey ayer, al entrar en el cuarto de estar de los españoles, fue hacer explícita su consciencia acerca del momento postelectoral. No por casualidad, lo primero que mencionó fue «el procedimiento», con el que vino a subrayar que todo está perfectamente previsto y «establecido en nuestra Constitución para la gobernación de nuestro país.».
Lo segundo, en un guiño de réplica a cuantos han puesto el foco ahora en su propia función arbitral como jefe del Estado, fue que son las Cortes y nada más que las Cortes las que «en un régimen constitucional y democrático de Monarquía parlamentaria como el nuestro» son «las titulares del poder de decisión».
Su tercer apunte fue el más interesante, porque pidió un «esfuerzo» y un «dinamismo» especial a las instituciones para encauzar la «pluralidad política expresada en las urnas». Una pluralidad de «sensibilidades, visiones y perspectivas que conlleva», dijo, «una forma de ejercer la política basada en el diálogo, la concertación y el compromiso». Y en un contexto de insistentes demandas de reforma constitucional, el Rey instó, dentro de su retórica institucional, a «adecuar» la realidad política a la social: «España inicia una nueva legislatura que requiere todos los esfuerzos, todas las energías, todas las voluntades de nuestras instituciones democráticas para asegurar y consolidar lo conseguido a lo largo de las últimas décadas y adecuar nuestro progreso político a la realidad de la sociedad española de hoy», afirmó.
Lejos de lamentarse de la fragmentación política, el nuevo Rey optó por «transmitir un mensaje de esperanza» en torno al «contraste sincero y leal de las opiniones», como prueba de «la vigencia de nuestro mejor espíritu constitucional».
Sin dejar de hacer apelaciones a la Historia, Felipe VI puso el énfasis en la superioridad del momento presente: «La España actual es muy distinta de la España de los siglos que nos preceden gracias a una auténtica y generosa voluntad de entendimiento de todos los españoles, a un sincero espíritu de reconciliación y superación de nuestras diferencias históricas y a un compromiso de las fuerzas políticas y sociales con el servicio a todo un pueblo, a los intereses generales de la Nación, que deben estar siempre por encima de todo», fueron sus palabras.
La despedida del Rey sólo añadió «emoción» a su insistente llamada al diálogo: «Hace décadas el pueblo español decidió, de una vez por todas y para siempre, darse la mano y no la espalda. Con esa emoción, con esa confianza en nuestro futuro, os deseo a todos una muy Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas».
EL MUNDO – 26/12/15