Uno de los disparates más frecuentes de este tiempo es la expresión ‘mentir a sabiendas’, acuñada en los mentideros,-qué término tan propio-, políticos y repetida después sin tasa por el columnismo nacional. No hay mentira que no se diga a sabiendas. Mentir por ignorancia es un oxímoron; sería equivocarse. Hay otra locución, ‘mentir sin necesidad’, que se ajusta más a la verdad.
El columnismo español miente sin fuste, porque carece de esa parte fundamental de la columna. Por eso me parece curiosa la sección que firma el columnista Lema: ‘Sujétame la columna’. ¿Pero por dónde, si la mayoría de ellas no tiene fuste? Los firmantes deberían saber que para este oficio ayuda mucho saber leer antes de ponerse a escribir.
Sánchez es un mentiroso ontológico, lo demostró por última vez el jueves, en la aprobación fraudulenta de la chulísima reforma laboral de Díaz. La penúltima fue el sometimiento a la aprobación del Congreso de la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores, metiendo en el mismo paquete la revalorización conforme al IPC de las pensiones no contributivas, mínimas o de viudedad. A ver quién votaba que no, imagínenlo en la boca párvula de la diputada Lastra. Esto fue el 1 de febrero. Dos días después, esa amable inutilidad de Carolina Darias anunciaba el inmediato fin de las mascarillas que con tanta trampa habían decretado la antevíspera. No hay quién dé más.
La pobre Adriana Lastra acusaba al PP de haber comprado la voluntad de los dos diputados navarros: “lo único que nos falta por saber es el precio”. Eso es algo que ya sabemos del enjuague entre el presidente de UPN y Félix Bolaños: que el PSOE no ayuda a sus socios a descabalgar al alcalde de Pamplona y una pasta de los fondos europeos para UPN. ¿Con qué pruebas afirma esto la insuficiente Adriana? Ah, con ninguna, solo porque ella lo vale y porque se había inspirado en una columna de Carlos Elordi C. en El País. Cué es de los mejores periodistas de la causa, una estrella polar en el firmamento del sanchismo, pero aquí incurría. Comparaba el voto negativo de García-Adanero y Sayas con la fuga de Tamayo y Sáez en la constitución de la Asamblea de Madrid: “Rafael Simancas, su mano derecha (de Sánchez) en la Moncloa, ya sufrió en 2003 el tamayazo, cuando dos tránsfugas del PSOE le impidieron ser presidente de Madrid”.
No es verdad, ya lo he explicado alguna vez. Lo único que hicieron Tamayo y Sáez con su fuga fue posibilitar la presidencia de la Cámara para Concepción Dancausa. Tamayo y Sáez pedían negociar con ZP: ellos habían sido los custodios de sus apoyos para la Secretaría General y no estaban dispuestos a que Simancas diese a IU las regalías que en su opinión les correspondían. Pero Zapatero, lejos de recibirlos les expulsó del partido. Esperanza Aguirre convocó nuevas elecciones y el pueblo madrileño dio al PP una mayoría que veinte años después todavía dura. El periódico de Elordi y la radio amiga investigaron durante una década larga para conocer el soborno del PP a los supuestos tránsfugas. Ni un solo dato, oigan. A nuestros políticos les falta la verdad; a nuestros columnistas el fuste.