Eduardo Uriarte-Editores

Se lamentaba un amigo tras el brillante resultado de Ayuso en Madrid del singular desplome electoral del PSOE y la desaparición de Ciudadanos. Yo, menos sensible que él, le respondí que ambos se lo habían ganado a pulso. No dejé de exponer un poco de crueldad tras mi experiencia en los dos partidos en los que personalmente he comprometido algo de mi vida, ni el PSOE es el partido socialdemócrata en el que militamos, ni C’s una formación de carácter liberal.

En mi opinión, se han transformado tan profundamente en tan pocos años que creía que la benevolencia de mi amigo venia más fundada en lo que fueron que en lo que han acabado siendo. Al día siguiente a mi amigo le abrieron un expediente de expulsión del PSOE. Redondo, el que fuera mi secretario general en el PSE y Leguina, mi líder universitario en la levantisca facultad de Sarriko (cuando nadie levantaba un dedo contra Franco), acaban de ser expedientados.

De acuerdo con Francesc Carreras (El Fracaso de una Estrategia, El Confidencial, 6, 5, 2021): “La espectacular victoria obtenida el martes por Isabel Ayuso y por el PP empezó a fraguarse en junio de 2017 cuando Pedro Sánchez ganó unas elecciones primarias a secretario general del PSOE que le abrieron el camino para pactar con el populismo de Podemos y con los independentistas catalanes (y vascos) con el fin de derrotar a Rajoy. A partir de ahí tuvo el campo libre, todo valía para este objetivo”.

Sólo había que esperar que el tiempo mostrara a la ciudadanía de la España no contaminada por los separatismos que ésta empezara a reaccionar electoralmente ante el cúmulo de falsedades, ocultamientos, inoperancia en la gestión, trato exageradamente privilegiado a los secesionistas humillando al resto, y le abatiese al PSOE en unas elecciones inteligentemente gestionadas por una rival que menospreciaron. A pesar del exceso de propaganda vertida en convertir a Madrid en una comunidad rebelde -el nacionalismo madrileño-, y, lo que es peor, enarbolar el fantasma guerracivilista del fascismo, la derrota ha sido enorme. Y como. por lo visto, la capacidad de autocrítica es nula, lo que va venir ahora va a ser el nazismo, incluido el holocausto, alimentado con berberechos. Carmen Calvo dixit.

Que Rufián, aliado de Sánchez, humillara a los madrileños llamando a su comunidad paraíso fiscal, y reclamando en el Congreso el mismo e ineficaz tope fiscal que padecen los anestesiados catalanes, no iba a pasar en balde. Que Illa siendo ministro de Sanidad estuviera en continua tensión frente al Gobierno de Ayuso, cuando ésta le gana ante los tribunales el confinamiento impuesto por él, mientras usaba el tono suave de Iceta ante los sediciosos, constituía todo un escándalo. A ello habría que apuntar el retraso, indecisión, falsedades y pasividad con la que el Gobierno actuó ante la pandemia.

Frente a estos errores y pasividad de la Moncloa Ayuso tomó la iniciativa, cierra los colegios antes que nadie, se presenta en los tanatorios, desarma por demagógicas las críticas sindicales por el hospital del IFEMA o el Zendal, demuestra (lo que amamos lo viejos marxistas) que no existe teoría sin práctica, bien esgrimida por la representante del PP. Luego supo oponer discurso ideológico, la libertad al autoritarismo del sanchismo, armonizó el control de la pandemia con la actividad económica. Hizo todo para ganar. Que aprenda Casado, enredado siempre en la dialéctica marrullera a la que Sánchez le arrastra y en la que él se mete atolondradamente. Acaba de pedir un debate sobre el Estado de la Nación, el terreno embarrado en el que en esta época de slogans, fake news, Twitter, del discurso vacío, la demagogia vence.

Gabilondo erró en ir a representar a un partido que ya no encaja en su discurso, ni con su forma de ser, y resultó tan falso cuando iba de centrista como cuando se volvió a acercar a Podemos. Además -no sé dónde estudió publicidad Redondo-, en campaña no se pueden dar volantazos, pues así se acaba perdiendo electorado por la izquierda y por la derecha. Gabilondo engrosará la lista de tontos útiles, en la que me encuentro el primero, manipulados por los chicos de los recados, el aparato, que son los que ahora conducen al PSOE a su hundimiento. No es de extrañar que acabara en el hospital. Mis mejores deseos en su recuperación y que vuelva a la docencia, Hace unos 25 años ese amigo que lamenta el batacazo socialista, el mismo al que quieren expulsar, me confesó que el PSOE necesitaba otro congreso de refundación. Tenía razón, pero me parece que ya es tarde. Ya no hay un Felipe que saque al partido del bolivarismo, la peor versión del marxismo-populismo.

Edmundo Ball, monumento al voluntarismo y a la buena intención, con su mensaje del centrismo, de tender puentes, de la buenista moderación, no podía esconder que todo empezó con la puñalada trapera que C´s quiso asestar al PP en Murcia en compañía del PSOE. No podía ocultar que el socio de C’s que tuviera Ayuso, Aguado, había sido el aliado más indeseable (todo lo contrario que Villacís en el Ayuntamiento). No era consciente de la podemización del PSOE. Y, que después de la política de bandazos de C’s en el Congreso y los pocos escrúpulos constitucionales permitiéndole a Sánchez unos periodos de excepción excesivos sin control parlamentario (y posiblemente inconstitucionales) su partido había dejado de representar el centro. El centro desde antes de la campaña lo era Ayuso. Concluyendo: Hay que lamentar otro proyecto liberal que fracasa (desde el momento en que C’s se declaró liberal fue lo menos liberal visto en Europa, con el sólo objetico de buscar la derrota del PP). Ciudadanos lo mejor que puede hacer es salvaguardar su capital humano en el seno del PP.

Y el PP, pues Ayuso no representa a todo el PP, debiera no dormirse en los laureles y plasmar un programa de gobierno alternativo cara al futuro, teniendo presente en todo momento el bochorno de corrupción padecido, el derroche y menosprecio del apoyo electoral -mayoría absoluta- que la pasividad y endogamia exhibida por Rajoy y su equipo, y el lamentable final que padeció a manos de todos los que quieren cargarse el sistema del 78 capitaneados por un aventurero. Al PP de Rajoy lo abandonó mucha gente decepcionada que engrosó las filas de Cs y VOX. Por hacer el vago y asumir un partido bunkerizado en plena fagocitación endogámica cayó ante los golfillos del Congreso. Si sigue por el camino emprendido hasta la llegada de Ayuso, el PP desaprovechará las ganas de cambio que tiene la sociedad española.

Frente a los que intentan restringir la trascendencia de las elecciones madrileñas hay que recordar las palabras de la ministra de Podemos Yolanda Díaz cuando manifestaba que se estaba votando un modelo de país. Madrid, es cierto, Madrid rompeolas de todas las Españas, no sólo se ha enfrentado a un intento fantasioso de proyecto económico sino a una desarticulación política llamada plurinacionalidad. Y la gente de Madrid prefirió el modelo social-liberal de Ayuso que el intervencionista bolivariano que tanta desgracia ha llevado a Latinoamérica.

Pero, además, Madrid, es más que una región. Madrid es la capital de España, el centro de influencia de un espacio que se llama España, y su presencia en el resto no contagiado por el etnicismo separatista va a ser evidente en un futuro si no lo vuelve a malgastar el PP. Lo de Madrid no se queda en Madrid, como entonan las ministras de Sánchez, nunca ha sido así, mientras España siga siendo España. Si el PSOE necesita una reflexión autocrítica como resultado de su derrota, aún es mayor la que necesita el PP si no quiere malgastar su victoria.

Y después de más de nueve meses de estado de alarma saltamos a la intemperie sin vacunas todos porque un Gobierno disparatado decide que gobiernen los jueces. Si se produce otra ola pandémica espero que no acusen a Ayuso y al fascismo de los jueces de ser los culpables. El buen tiempo y las rogativas a la santa virgencita de Ujué es posible que nos libre. Mientras, Sánchez surca los cielos en su Falcón.